Victoria Mil está bien equivocado
Apoyados en la mentira y la contradicción, la banda presentará hoy su nuevo CD
Miguel Castro habla de la mentira, de colores, de claridad, de profundidad, de crecimiento, de psicodelia, de locura y de rock. Y vuelve a empezar, aunque su lógica siempre parece llevarlo hacia adelante. Este joven que desde hace diez años conduce junto a Julián della Paolera los destinos de Victoria Abril/Victoria Mil habla de su nuevo álbum, "Estoy bien bien bien" (que presentarán hoy, desde las 19, en Million, Paraná 1048) y, como en sus canciones, las palabras y los conceptos se confunden, se cruzan y se chocan con ambigüedad.
A solas frente a un grabador, el muchacho dice: "Nosotros tiramos pistas y no coincidimos con los mensajes comunes del rock. Victoria Mil habla de otras cosas, porque el empapelado se está por caer, pero todos miran para otro lado".
En el disco, las pistas de las que habla Castro aparecen desparramadas y el trabajo de cortar, armar y pegar queda para quien lo escucha atentamente cantar con languidez cosas como "adentro mío, en mi dulce hastío", "estoy bien, bien, bien... equivocado", "prefiero mi mentira a tu verdad", "estuve planeando nunca darme cuenta", "no vivo del rock, el rock vive de mí".
"Siempre me gustó la fantasía del rock y toda la situación que hace al rock, todo lo envolvente y la locura que lo rodea", dice y reniega de la palabra pop. "La gente quiere decir pop para figurar en los medios, pero no sé si éste es un disco pop. Sí creo que es el más claro. Además, si una madre entendiera el significado de todas las cosas que decimos no se lo regalaría a su hijo. Tiene un envoltorio muy lindo y todo eso, pero adentro es otra cosa."
La metáfora del envoltorio remite a que éste, su quinto álbum, es el primero que grabaron en un estudio con las posibilidades y la capacidad técnica de Circo Beat. "De ser unos locos grabando en una casa, pasamos a ser unos locos en un estudio profesional. La producción, el sonido, todo se hizo más grande, más colorido. Creo que este disco abarca todos los colores", dice y fija su mirada en ese payaso psicodélico de la tapa del álbum, un poco desarmado, repleto de colores. "Y el negro del fondo también tiene que ver, porque habla de la profundidad que tienen estas canciones".
Producido por los Babasónicos Gabo Mannelli y Diego Tuñón (y masterizado por Daniel Melero), "Estoy bien bien bien" suena tan perverso como amable, con melodías que a veces recuerdan los años 80, cuando Castro era un adolescente que no dejaba de escuchar a Virus, Sumo y Los Abuelos de la Nada. "Esas influencias están y me encanta que se note porque fue una época muy rica, pero también conviven con otras que vienen de Kraftwerk o John Coltrane. Desde chicos estamos acostumbrados a la música de afuera, porque el rock es importado, por más que lo hayamos hecho nuestro".
La banda que superó el cambio de nombre (hace ya cinco años, representantes de la actriz española los intimaron a dejar el Victoria Abril inicial) y de músicos (en 2002, sin baterista ni bajista, editaron un álbum instrumental grabado sólo por Castro y Della Paolera), ahora parece establecerse y toma como nuevo punto de inicio la edición de su anterior álbum, "Este cielo de estrellas caerá" (2003).
"Armamos un equipo genial y logramos entendernos con una sola mirada. Este es como nuestro segundo disco y por eso estamos con tanta energía", dice el cantante y tecladista del grupo y revela que esta etapa cuenta con el apoyo de "un fan mexicano" que no es otro que el presidente de la compañía discográfica EMI de ese país. "Nos conoció a través de un disco que le pasaron los Babasónicos, les gustó y nos dio el dinero para que grabemos. Además, nos abrió las puertas para editar el álbum en México, Chile y España."
En un año difícil para el rock en general, Castro insiste en la alegoría del "empapelado que se cae" y, seguro de sus palabras, afirma: "En algún momento terminará de caerse y las cosas no van a ser más como son. No puede ocurrir otra cosa. El rock tiene que cambiar, porque la situación es muy rara. Después de Cromagnon los festivales se adueñaron de la escena y las marcas empezaron a formar parte del asunto. En cierta forma, con el Pepsi, el Personal o lo que sea, se perdió casi la identidad de una banda tocando en un lugar. La otra vez lo veía en los festivales, que se han convertido en una especie de shopping, donde la gente se la pasa caminando de un lado para el otro, dando vueltas y realmente resulta muy difícil crear algo con mayor consistencia".
Por último, volvamos al principio y a esa frase que se resiste a despegarse de la cabeza del escucha desprevenido: "Prefiero mi mentira a tu verdad". "Todo el mundo habla de la mentira, yo digo eso porque creo que nadie me puede hablar a mí de la verdad. No hay lugar para hablar de la verdad, yo siento que todo es mentira. Y nosotros somos parte de ella, por eso estamos acá, con un disco, en este lugar. Somos parte del sistema y queremos jugar adentro, porque también tenemos la fantasía de poder cambiar algo y creo que haciendo música ya cambiamos, al menos, nuestras vidas. Es un pequeño cambio que hago yo, pero que lo hago público en un disco y digo: se puede ser feliz. No sé si vamos a cambiar el mundo, pero este disco, a alguien va a hacerlo más feliz. Seguro."
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