Popularizado por Bola de Nieve y cantado por Caetano Veloso y Diego El Cigala, el tema de los hermanos Homero y Virgilio Expósito, que nunca creyeron que sería exitoso, se convirtió en una suerte de himno en Cuba y después recorrió el globo
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¿Un bolero argentino que se impuso en las grandes ligas caribeñas? Puede sonar curioso, incluso a contramano del trayecto habitual, pero fue efectivamente así: esta es la historia de un bolero compuesto por una dupla argentina emblemática del tango que se transformó en un huracán ni bien tocó tierra en Cuba y que se expandió por el continente con la fuerza arrolladora de un clásico a través de 400 versiones.
El recorrido de “Vete de mí” conjuga equívocos –todavía hay quienes piensan que es un bolero nacido en algún recoveco de Centroamérica– con el talento explosivo de Virgilio y Homero Expósito en el oficio de la canción. Un suceso que también nos muestra cómo el bolero y el tango han transitado caminos cercanos, más allá de la disputa de mercados que podía existir entre dos ritmos rivales y hermanos a mediados de siglo pasado.
Estrenado en 1958 en Cuba, en la voz de Daniel Riolobos y popularizado por el inolvidable Bola de Nieve, este tema llega a nuestros días con versiones de Caetano Veloso, Diego El Cigala, Enrique Bunbury o Pedro Guerra. Como una flecha, su influjo atraviesa: ha funcionado también como fuente de inspiración para Fito Páez en “Tumbas de la gloria” y sus versos dieron título a una de las novelas del reconocido escritor Leonardo Padura.
Sin dudas, se trata de una de las obras cumbre de una dupla que siempre estuvo a la vanguardia de la canción sin rehuirle a nada. Entre tantas audacias, la catedral autoral de Homero y Virgilio alumbró obras como “Naranjo en flor”, “Maquillaje”, “Farol” y “Chau no va más”, en cuya letra incorporó palabras inéditas para la tradición tanguera como “dialéctica”. Su repertorio se codeó con cierto surrealismo poético a través de una utilización magnífica de las metáforas, del uso de lenguaje literario y del juego con la rima interna.
En una suerte de reconversión en Mister Hyde, los Expósito lograron surfear la crisis de popularidad que se abatió sobre el tango desde fines de los años 50 con éxitos nuevaoleros como “Eso, eso, eso”, la adaptación en español de “Pity, Pity”, de Paul Anka, en la voz de Billy Cafaro, y “Mi primera novia”, escrito junto con Palito Ortega. También en estos ritmos dejaron su huella.
El himno de Cuba
La precuela de “Vete de mí” se podría ubicar en la Buenos Aires de los años 40, cuando los jóvenes hermanos Expósito asisten a la confitería Richmond, de la calle Suipacha, para presenciar el concierto del cubano Bola de Nieve, una figura tan admirada por ellos que ni siquiera se animan a ir a camarines para saludarlo. No importa: de alguna forma, ambos tendrán su redención con el pequeño gigante de la canción.
La siguiente escena de esta trama sucede algunos años después, cuando ya consagrados como uno de los binomios más inspirados del tango, reciben un pedido especial del cantante Daniel Riolobos, a punto de embarcarse rumbo a Cuba: un bolero. Ellos le entregan “Vete de mí”, una canción que les generó dudas: no estaban seguros de que fuera a funcionar en la patria de los ritmos románticos.
Los primeros versos, insuperables, están a la altura de las canciones invencibles de amor: “Tú que llenas todo de alegría y juventud/y ves fantasmas en la luna de trasluz/y oyes el canto perfumado del azul/vete de mí.../No te detengas a mirar/las ramas viejas del rosal/que se marchitan sin dar flor / mira el paisaje del amor / que es la razón para soñar / y amar”.
En buena medida, la temática es deudora del lamento del tango: una historia de amor que se corta cuando uno de los amantes decide terminar la relación para no herir a la otra persona. Toda una paradoja. “Vete de mí.../Seré en tu vida lo mejor/de la neblina del ayer/cuando me llegues a olvidar/como es mejor el verso aquel/que no podemos recordar”.
Las dudas de los hermanos sobre la repercusión de la canción en la isla se esfumaron de inmediato: “Vete de mí” se convirtió en un fenómeno único. Según recordó Virgilio Expósito: “Cuando Daniel Riolobos toma la canción y se va a Cuba, me escribe una carta y me dice: ‘Yo no sé lo que pasa, ¡tu bolero es un despelote!´. Yo decía: ¿Qué va a pasar? Los tipos se dieron cuenta de que no es bolero. Pero la carta seguía: ‘No sabés el éxito que tiene. ¡Compusiste el himno de Cuba! Acá no hay nadie que cante, que no lo haga´”.
Este testimonio de Virgilio integra el notable cortometraje Vete de mí (una de pasiones), del cineasta Alberto Ponce, que registra el periplo del bolerazo de Argentina a Cuba y de allí a todas partes. También muestra cómo esta obra sigue presente en el sonido de la calle de La Habana, donde los cubanos, jóvenes y veteranos, conocen la canción e improvisan su letra.
De Bola de Nieve a Caetano Veloso
En el recorrido del bolero fue fundamental la versión de Bola de Nieve. El héroe de la canción sentimental escuchó el tema, lo hizo suyo y lo reconfiguró como una de sus composiciones fetiche. En cierta forma, parecería escrito para él, como si los versos desolados de Homero tuvieran una profunda conexión con su conmovedora interpretación, como si ambas instancias fueran indisolubles en su manejo teatral de los énfasis y las pausas.
Con Bola de Nieve como médium, la fiebre por el bolero se acentuó. Entre las versiones, se destacaron las de la enorme Olga Guillot acompañada por big band, Francisco Céspedes junto al pianista Gonzalo Rubalcaba o el icónico Armando Manzanero. Pero la lista va mucho más allá: también incluye a Tania Libertad, Enrique Bunbury, Pedro Guerra, Dyango, Pasión Vega y, en nuestro país a María Graña, Lorena Astudillo, Raúl Lavié, Julia Zenko o al propio Virgilio Expósito, y siguen las firmas.
En las últimas décadas, dos grabaciones le dieron una dimensión planetaria a “Vete de mí”. En 1994, el bahiano Caetano Veloso la incluyó en su disco de homenaje a la canción latinoamericana Fina estampa con los arreglos de cuerdas de Jaques Morelenbaum y, en 2003, el cantaor flamenco Diego El Cigala hizo una versión confesional acompañado por el pianista Bebo Valdés para el disco Lágrimas negras.
Siguiendo la fabulosa travesía, hace unos meses, en un video que grabó Fito Páez para acompañar la edición del disco EADDA9223, aportó un dato revelador: la melodía de “Tumbas de la gloria” tiene un link que conduce al bolero de los Expósito. “Las cosas que uno escucha en la infancia aparecen siempre de las formas más insólitas. Me he encontrado con que ‘Tumbas de la gloria´ es hija, también, de ‘Vete de mí’. Hay algo en la lluvia de notas heredada de nuestro hermoso Virgilio Expósito”. Como un dulce remolino, la fuerza suave de “Vete de mí” ya trasciende música y letra para convertirse en parte del aire. Solo un ejemplo mínimo de su ubicuidad: el célebre escritor cubano Leonardo Padura se inspiró en un verso del bolero para titular a su novela La neblina del ayer.
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