Ventas record y un fenómeno que llegó para quedarse: qué hay detrás de la vuelta ¿definitiva? de los vinilos
Del Reino Unido a la Argentina, el formato que era exclusivo de melómanos tiene cada vez más llegada entre los jóvenes
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¿Cómo es que un formato introducido en 1948 en la industria musical sobrevive? ¿Cómo es que no solo aguanta el paso del tiempo sino que, además, 73 años después, se convierte en el soporte preferido para escuchar y producir música? Paradojas de una época híper tecnológica donde los discos de vinilo rompen todos los cálculos y algoritmos. El último informe de la industria fonográfica británica (British Phonographic Industry) indica que la producción y venta de discos de vinilos llegaron a su nivel más alto en 30 años. Esto quiere decir que se vendieron más de 5 millones de copias en los últimos doce meses en el Reino Unido, y que representa un incremento sostenido durante los últimos 14 años.
En la Argentina, si bien los números del último año se conocerán en febrero o marzo próximos, en el mercado de música que se comercializa en formato físico, los vinilos crecieron en facturación del 15% (en 2018) al 57,9% (en 2020), según la estadística de ingresos calculados en pesos por la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif). De este modo, arrasan en el segmento físico y superan los ingresos aportados por los CD (aunque no la cantidad de unidades).
“El crecimiento de la fabricación y venta de vinilos definitivamente es más que una moda pasajera -asegura Diego Zapico, presidente de Capif-. Desde hace unos diez años viene creciendo su participación y creo que a partir de la pandemia ese fenómeno se potenció, no solo en nuestro país, sino a nivel global. Hay múltiples razones que intentan explicarlo: desde el audio analógico y profundo, las carátulas grandes, casi pictóricas, los detalles más visibles en sus fichas técnicas, el incremento y consolidación de las compras online durante 2020, el rito de la escucha más atenta y la nostalgia, entre otras. Seguramente hay un poco de todo eso. Lo cierto es que es un soporte hermoso, muy noble.”
Además, el ejecutivo de la industria explica que excedió el umbral que divide a las audiencias elitistas del público que apunta a lo masivo. Incluso, las barreras generacionales. “Traspasó el nicho de los melómanos viendo que hay una nueva generación que se acerca al formato vinilo y lo busca incluso en las novedades, no solo en las reediciones de catálogo. Ya no es exclusivamente un fenómeno de coleccionistas. En las nuevas generaciones conviven de manera natural la escucha en plataformas digitales con la compra de algunos vinilos. La música permite que la experiencia de escucharla y disfrutarla se haga desde distintos lugares, contextos y formatos”.
En las bateas
“Obviamente, la pandemia hizo estragos con las ventas en general, pero, por otro lado, en lo que sucede específicamente con el disco, mucha gente joven se empezó a meter en el mundo del vinilo”, desliza Nacho, detrás del mostrador de Eureka, una disquería de San Telmo que abrió sus puertas hace dos décadas. No es una rareza que a ese mostrador se asome gente que esté buscando en vinilo el último álbum de Taylor Swift o el de Harry Styles. En general, este local trabaja un noventa por ciento de material usado y el diez restante con copias nuevas de ediciones nacionales. La variedad es amplia, tanto como el precio que puede ir desde los 100 a los 4000 pesos o más si se trata de ediciones muy exclusivas. “El fuerte nuestro es el disco de época. Si preguntás por algo que no tenemos, te invitamos a que revuelvas la batea y descubras. Si te metiste en el vinilo, el camino recién empieza. Tratamos de que la gente pare la oreja. Llevo 15 años acá y sigo descubriendo bandas”, resume.
En el segmento de lo nuevo, se pueden encontrar ediciones nacionales e importadas. Con más de 900 títulos disponibles, Insomnio es una tienda online. “No somos una disquería, somos dealers de música”. Ese es su eslogan. “De nuestros 20 años que llevamos de trabajo, la pandemia nos potenció. El crecimiento de cuatro años se produjo en uno, dentro de un negocio integrado por un 60 por ciento en vinilo y cuarenta por ciento en CD”, explica el dueño de la firma, Ezequiel Insomnio. “
“Para el público, aunque para nosotros son un dolor de cabeza, salieron al mercado bandejas baratas, como las chinas plásticas, que le permiten a una persona entrar a un mercado de moda con un producto que prácticamente tiene el mismo valor que su primer vinilo -agrega Ezequiel-. El 80 por ciento de la gente que entra al mercado del vinilo y que aparece por fuera, es decir, sin que los vinilos hayan sido una herencia de familia, llega con toda la ilusión y, a la vez, con desilusión. Porque si la bandeja es muy barata el disco comienza a saltar a las pocas reproducciones. Entró mucha gente al mercado pero no se mantuvo. Claramente se manifiesta una masividad que veremos si se sostiene con el tiempo. Hoy es notorio que un sello discográfico haga una tirada y se agote rápido. Por otro lado, de un lanzamiento de Soda Stereo o de Spinetta podemos vender 200 o 300 unidades, que es mucho para este tipo de producto”.
De España, Holanda y especialmente de Estados Unidos llega buena parte de los productos importados que se consumen en la Argentina. “Un lanzamiento en los Estados Unidos anuncia su preventa tres meses antes del estreno y en la Argentina también se puede “pre-ordenar” con esa antelación. Claro que aunque el precio quede fijado en dólares, al momento de la llegada del LP, la traducción a pesos puede variar sustancialmente. “En la primera semana de preventa se agotan todos los lanzamientos grandes, por eso los tenemos que encargar en ese momento. De otro modo, el disco nos llega tres meses después de la salida. Además, el mercado se mantiene con la gente más chica, incluso el CD. Es algo raro, por un lado, porque hoy una tienda de electrodomésticos no sé si te vende compacteras, pero nosotros, de una reedición de Taylor Swift, por ejemplo, vendimos 240 CD”, aclara.
El vinilo de catálogo funciona, dicen los especialistas. A pesar de que la novedad (o incluso la reedición de un viejo álbum de la blonda Taylor Swift) se venda como pan caliente apenas anunciada su salida, un clásico de Queen se puede importar con los ojos cerrados, porque se sabe que con el tiempo se terminará vendiendo el lote de copias. “Eso sucede con títulos internacionales -sostiene Ezequiel-. Entre las reediciones nacionales hay al menos 15 que también se van a vender. No pasa con otros, porque en la Argentina no hay estudio de mercado. Por eso se celebra tanto las dos reediciones que Pedro Aznar hizo de los discos de Serú Girán. Se nota el trabajo que se hizo. Que un músico se involucre en esa remasterización es muy importante. Estamos trabajando con músicos locales para sacar la discografía de algunos grupos. Eso la gente también lo quiere. Por otro lado, estamos esperando más de los sellos argentinos. Voy a ser crítico con esto, lamentablemente. Estamos esperando los últimos discos de Fito Páez, que ganó el Grammy el año pasado, y no están en CD ni en vinilo”.
En cuanto a precios, hay bastante variedad. Incluso se habla de ciertos desfasajes. “A veces hay discos importados de buena calidad que podés conseguir a 5000 pesos, lo mismo que uno local de menor calidad -señala Ezequiel-. Lo bueno es que con la pandemia recuperamos clientes que habían quedado excluidos. Hay personas que redujeron sus gastos con la cuarentena y quizá les quedó un dinero para comprar uno o dos discos baratos. Y tal vez hoy están comprando al menos un vinilo por mes. El promedio hoy es de dos discos y medio por cada comprador”.
Pronósticos alentadores
Un año y medio atrás, en una nota de LA NACION, Lionel Rodríguez fue apodado “El señor de los vinilos”. ¿Por qué? Porque tanto Lionel como Marisol Urueña son hijos de dos de los fundadores de Laser Disc, empresa líder en la producción de fonogramas. Con la decadencia del CD como formato, estos socios reencontraron en el vinilo un nuevo plan de negocios. “Estamos produciendo 150.000 vinilos por mes -asegura Lionel-. Estamos esperando dos nuevas máquinas para marzo y otras dos para el año siguiente. Nuestro objetivo es poder fabricar 500 o 600 mil unidades mensuales, pero no para el mercado local sino para el exterior”, proyecta.
“Al principio comenzamos a importar bandejas y vinilos y hoy somos fabricantes y desarrolladores del negocio. Porque estamos convencidos de que donde está la oferta se genera la demanda. Tratamos de ubicar al vinilo en lugares de alto tránsito y así generar una necesidad. Que pase a ser una opción. En Chile vendemos más de 30 mil bandejas de vinilo por año en los supermercados. Acá hacemos un acuerdo con LA NACION para sacar vinilos a 2500 pesos (actualmente a 2000, con la oferta de 20 % de descuento), cuando hoy el precio es de 5000 o 6000. Tratamos de masificarlo. Y el crecimiento se ve en la Argentina. Apostamos mucho al negocio. Traemos máquinas, abrimos canales”, sostiene Lionel.
Por el lado de los artistas también creció el interés. “Creo que para el músico también es una buena alternativa saber que por 500 pesos puede tener su vinilo”, señala Lionel. Y en cuanto al mercado local, la empresa apuesta a que para el año que viene aumenten considerablemente las cifras de fabricación de unidades, que en la actualidad rondan las 50 mil mensuales. “Sin contar lo que sucede con los vinilos usados, si hoy acá se venden unas 500 o 600 mil unidades nuevas por año, y si el dato que llega de Inglaterra es que allá están vendiendo 5 millones, no estaría mal si para el año que viene en la Argentina se llega a vender 1.000.000 en doce meses”, proyecta.
Además, el público aumenta en rango etario. Hay un público joven que quiere a Wos en vinilo. “Sí, de Wos fabricamos 1500 vinilos. María Becerra también editó vinilos y tuvo que hacer una reposición. Hoy no te podría definir bien el público del vinilo. Pero sabemos que la gente quiere tener esa relación con el producto físico. Palparlo, escucharlo entero. Se convive con la música digital al mismo tiempo que mucha gente joven se está comprando bandejas y discos. Va de a poco, pero va avanzando. Y nos damos cuenta por los títulos que nos piden del exterior”.
Curva ascendente
En los número finales de BPI, en el Reino Unido se compraron más de 14 millones de CD, 5,3 millones de LP de vinilo, 185.000 cassettes y se realizaron 4,6 millones de descargas de álbumes. Por supuesto, el streaming se impone, acaparando el 83 por ciento del consumo de música.
Sin embargo, la suba interanual del vinilo fue del 8 por ciento (respecto de 2020) y actualmente representa el 23 por ciento de la venta de música en formato físico. Eso quiere decir que está en su nivel más alto desde 1990, época en la que se imponían long plays como But Seriously, de Phil Collins. En el Reino Unido fueron más de 100 álbumes los que superaron la barrera de las 5000 copias en los últimos doce meses. Y algunos descollaron, como Voyage, de ABBA, que alcanzó las 29.891 copias. En la tendencia de 2021 se ve que entre los más vendidos del año están los LP de catálogo, como Back To Black, de Amy Winehouse (recientemente reeditado) o Rumors, de Fleetwood Mac, pero también lanzamientos recientes como 30, de Adele; =, de Ed Sheeran; y Blue Weekend, de Wolf Alice.
“Es un gran momento para ser un fanático de la música, con una oferta más amplia que nunca respaldada por un gran valor -contó entusiasmado Geoff Taylor, Director Ejecutivo de BPI, días antes de que 2021 llegara a su fin-. Gracias a la inversión de sellos discográficos en nueva música y talentos, los fanáticos pueden comprar y recopilar la música que más les gusta en vinilo, CD e incluso cassette, mientras disfrutan del acceso a más de 70 millones de canciones para transmitir al instante cuando y con la frecuencia que deseen“.
El destino del CD
Por otra parte, en el mercado británico la curva descendente que marca la venta de CD sigue siendo notoria. La tendencia viene en baja durante los últimos 17 años, ya que desde ese tiempo se produce una migración al formato digital de descarga o streaming que es cada vez más acentuada. La caída en las ventas de CD se ha reducido del 27% anual entre 2018 y 2020. En 2021, aunque las cifras finales todavía no están contabilizadas se estima que sería del 12 por ciento, pero esto gracias a estrenos de artistas mundialmente famosos, como los ya mencionados Adele, ABBA y Sheeran, que no dejaron que la brecha aumentara.
En la Argentina, la tendencia es similar, mientras que en 2018 atraía para la industria de la música el 82,7 por ciento de los ingresos del segmento (formato físico, ese que incluye al vinilo, al DVD y al cassette), en 2020 cayó al 40,4 por ciento, equivalente a 121millones de pesos (contra los 173 millones que trajo el vinilo; 58 por ciento, ese mismo año). Aún así, si el análisis se traslada a la cantidad de copias vendidas, en la Argentina sucede lo mismo que en el Reino Unido. Hay más circulación de CD que de vinilo. Pero su facturación es menor y esto se debe a que si un álbum en CD cuesta 1000 o 2000 pesos, su versión vinilo puede costar 5000.
Las proporciones son similares a las de los costos de fabricación. Si hacer un CD cuesta 100 pesos, crear un vinilo costará 500. “Aumentaron las materias primas. Tanto el PVC para fabricar el vinilo como el policarbonato para el CD son comodities que aumentaron mucho y eso va a estar reflejado en los próximos meses en las bateas -dice Rodríguez-. Cuando mi viejo dejó de producir vinilos, en el 89, en ese momento se vendían discos de cumbia de 90 gramos a 1 dólar. Después vino todo este revival. Volvió como producto de culto, de valor percibido alto. Con el CD siento que va a pasar lo mismo. El CD todavía tiene gente que lo consume. Nosotros fabricamos unas 150 mil unidades todos los meses. Hay una lucecita que no se apaga. Por eso no quiero pasar por la experiencia de mi papá. El tenía 30 prensas de vinilo. Hoy el precio de cada una no baja de los 400.000 dólares. Imaginate si las hubiéramos conservado. Por eso, a las máquinas de CD las tenemos que tratar como aparatos de cirugía cardiovascular. Porque estoy convencido de que, en el futuro va a pasar con el CD lo mismo que pasa hoy con el vinilo”.
El cassette vuelve a la escena
Por ahora, los números de venta de CD caen sin freno, a casi cuatro décadas de su debut en el mercado de consumo hogareño. En cambio, el cassette sigue dando sorpresas. Aunque las cifras no son de verdadero impacto en el mercado, vale señalar que la venta de copias creció por noveno año consecutivo. Incluso, varios artistas de fama internacional los están publicando casi al mismo tiempo que lanzan sus ediciones en plataformas digitales, en CD y vinilo. Quizás el dato más curioso de este fenómeno es que atraviesa a varias generaciones. Porque entre los estrenos más llamativos en formato cassette se encuentra Sour, el álbum de la nueva estrella pop Olivia Rodrigo. También se editaron en cassette los álbumes reciente del rapero Dave (We’re all Alone In This Together), Coldplay (Music of the Spheres) y Lana del Rey (Chemtrails Over The Country Club).
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