
Una clausura brillante
Los Piojos entregaron una de las mejores noches del festival
COSQUIN.- La noche tumultuosa del sábado había quedado atrás y, como cierre de esta cuarta edición del Festival Cosquín Rock, Los Piojos transformaron la plaza Próspero Molina en un gran coro. En ninguna otra de las presentaciones de estos cuatro días fue tal la respuesta del público, que cantó o acompañó a Ciro Martínez en gran parte del set de la banda. La elección del repertorio, con muchos clásicos y algunos temas de su último disco, sirvió para que todo se transformara en un gran festejo para las casi 25 mil personas presentes, que así olvidaron el mal trago de la noche anterior. A la banda se sumó Omar Mollo, para la acelerada versión de "Yira yira" (que ya había interpretado, más temprano, con su grupo, pero en su forma original y tanguera) y, luego, Germán Daffunchio con otro invitado: el tema "Shine"
Ya para el final, y tras tocar "Como Alí", el tema nuevo que se ha vuelto caballito de batalla con su "rebotín, rebotán", comenzaron con "El farolito". Pero entonces el cantante cayó al piso. Su rodilla, que había llevado vendada durante todo el show, le jugó una mala pasada, mientras corría por el escenario tras una enorme pelota inflable con el logo del grupo. Tras unos minutos, con el resto de los músicos encargados de concluir el tema, reapareció cojeando para cumplir con el ritual habitual: leer la procedencia de los cientos de banderas que se desplegaban a la espera de ser nombradas. En la enumeración, Fiorito fue mencionada, y de allí a tocar "Maradona" hubo un solo paso. Entonces, sí, los fuegos artificiales anunciaron el final del show y del festival.
Una jornada festiva
En esta cuarta jornada, los horarios no se corrieron en forma delirante, como el día anterior. En parte, seguramente, porque la cantidad de bandas que se presentaron anteayer fue sensiblemente menor a la del sábado (once contra dieciséis), lo que permitió que el sonido se mantuviera dentro de lo esperable para un festival tan extenso.
Fue, también, un día extraño por la irrupción del tango en el encuentro roquero. Primero fue la mencionada actuación de Mollo que, con el sol todavía pegando fuerte, subió al escenario acompañado de violín, bajo, piano y bandoneón. Tras "Garúa", "Barrio de tango", "Naranjo en flor" y "Yira yira" -con Fernando Samalea a cargo de percusiones o segundo bandoneón-, el cantante preguntó si querían pasar al rock o seguir con más tango. Inesperadamente, incluso para los músicos que ya habían comenzado a retirarse, la gente pidió tango. Y tuvo, entonces, "Sur", para pasar luego a la electricidad, con la formación MAM, que hizo convivir temas de ahora con otros compuestos 25 años atrás.
Más tarde fue Daniel Melingo el que volvió al género con sus tangos reos cantados de manera casi teatral. El ex Abuelos debía presentarse a continuación de Mollo, pero el retraso en la llegada de un contrabajo demoró su presentación que, así, fue de noche y no a plena luz del día.
Antes de él había actuado Luis Alberto Spinetta, y todo el público bendijo la prolijidad de su búsqueda musical. "Disculpen si estoy siempre en esta situación, pero lo que quiero es tocar", dijo, posiblemente sin pensar que esa aseveración retumbaría y haría contraste con la actitud de García del día anterior. Eligió, acorde con un festival, los temas más roqueros de su repertorio: "Despiértate nena", "Agua de la miseria", "Ana no duerme" y "Hombre de lata", entre otros, además de su ya habitual versión del tema de Páez "Las cosas tienen movimiento".
Gieco, en la mejor noche
Quedaba aún, antes de Los Piojos, la presentación de Gieco, que volvía a Cosquín pocos días después de su actuación en el festival folklórico. León comenzó, a capella, con "Cinco siglos igual" y luego, ya con toda la banda, recorrió su historia, desde "El fantasma de Canterville" y "La mamá de Jimmy" hasta las más recientes "Bandidos rurales" y "De igual a igual". Entre medio, "La rata Laly", "Pensar en nada" y "Los salieris de Charly", entre otros, antes de finalizar con "Sólo le pido a Dios". Gieco no hizo mención a los sucesos del día anterior, pero sí llevó, durante todo el show, el brazalete de Say No More.
Ecos de Charly
Es que el tema García estuvo circulando durante todo el día. Los organizadores del evento realizaron una conferencia de prensa en la que asumieron cierta responsabilidad, pero también delegaron buena parte de ella en BA Live Show, la empresa encargada del sonido. Entretanto, por los pasillos corrían rumores: que Charly quería tocar, que iba a subir como invitado de Los Piojos, que tocaría en Córdoba capital esa misma noche. Finalmente lo hizo, pero en la discoteca Keops de Carlos Paz (ver recuadro).
Lo cierto es que tanto runrún opacó las otras cosas que sucedieron la noche del sábado. Como la actuación de los Auténticos Decadentes, que presentaron varios temas de su reciente disco, en un show que alegró los espíritus. Disfrazados y con máscaras, comenzaron con "Sigue tu camino" y continuaron en su particular estilo festivo, con cambios de cantantes, Juanchi Baleirón de invitado, y temas que todo el mundo conoce y corea ("La guitarra", "Vení Raquel", y otros más sutiles como "Un osito de peluche de Taiwan". Para el final, carnavalesco, brotaron de los costados del escenario chorros de pompas de jabón y el Francés, percusionista de la banda, disfrazado de fumigador, arrojaba agua a la gente que, apiñada y acalorada, debe de haber agradecido el inesperado refresco.
También actuó Fito Páez que, aunque con problemas de sonido, capeó el temporal para entregar una seguidilla de clásicos como "11 y 6", "El chico de la tapa", "Circo beat" y "Ciudad de pobres corazones", entre otros.
Y hubo más: Pappo y su guitarra que es sinónimo de rock; Los Pericos y su reggae haciendo bailar a la gente y la Pequeña Orquesta Reincidentes adaptando su sonido introspectivo para el gran escenario.
La cuarta edición del festival terminó. Queda ahora la reflexión sobre qué aspectos será posible mejorar. Porque el sonido fue un problema para muchos de los grupos que se presentaron. Debería encontrase la forma de evitar esos inconvenientes o, tal vez, limitar la cantidad de grupos para que cada día no se convierta en una jornada maratónica para el público y difícil de manejar para los operadores de sonido y los organizadores.
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