Un pianista en tránsito por la obra de Piazzolla

Presentación del pianista Mario Parmisano . Espectáculo homenaje a Astor Piazzolla. Con Luciano Jungman (bandoneón), Jorge Oss (bajo), Lucas Canel (batería) y el Octeto de Cuerdas Martín Lorenzo: Pablo San Giorgio, Analía Toledo, Juan Pablo Goyo y Claudio Keller (violines), Laura Oliva y Juan Schirno (violas), Martín Lorenzo y Daniela Marczewski (violonchelos). El viernes, en el teatro Metropolitan.
Nuestra opinión: muy bueno

Más o menos hace un año el pianista Mario Parmisano presentó en vivo en Buenos Aires su última producción discográfica. Esta vez, en otro concierto grande, realizó un tributo a Astor Piazzolla. Incluso, no se quedó sólo con la idea de tocar temas del homenajeado. También le entregó una placa de reconocimiento a Laura Escalada, compañera del genial músico e impulsora de la Fundación Piazzolla.

Parmisano no fue para nada original con la idea de hacer un homenaje a Piazzolla. Tampoco fue lo mejor entregar el reconocimiento en medio del concierto, porque cortó el buen clima que había generado con la música.

Sin embargo, tuvo la originalidad de hacer un tributo a su manera, de darle su toque. Y eso ya es decir bastante. Como el trabajo de este pianista está tan ligado al jazz, casi nunca faltan los solos en versiones que hace de temas como "Verano porteño". Pero no lleva las composiciones al formato de standard, con la exposición del tema y una cantidad determinada de compases para la improvisación que queda repartida entre sus músicos. No: su trabajo es más delicado porque, en general, el tango no es una música fácil para lanzarse al vacío con solos inesperados.

La labor de Parmisano es desarmar la estructuras o entrar y salir de los temas. Esto último lo hace con bastante facilidad y naturalidad, y hay que mencionarlo como una virtud propia, más allá de que, dentro de las formas conocidas del tango, la música de Piazzolla es una de las más maleables. También hay que decir que Parmisano elige un repertorio que no es el más transitado y que desde su piano los solos orbitan con elegancia e intensidad los motivos de cada tema.

En el concierto que dio en el teatro Metropolitan (donde, además, interpretó títulos que le pertenecen) presentó una formación de cuarteto (piano, bandoneón, bajo y batería) con el agregado, en ocasiones, de un octeto de cuerdas.

Variedad y matices

Esto le permitió desplegar variedad de matices tímbricos. Se escucharon composiciones con piano, bandoneón y orquesta de cuerdas, y otras con un furioso formato de power trio de jazz rock o jazz fusión (piano, batería y bajo). Y, por supuesto, hubo momentos de piano solo, con gran lucimiento del protagonista.

A pesar de que dio un muy buen concierto, esa variedad no siempre llegó al público de la mejor manera. En los momentos de mucho volumen, la sección de cuerdas apenas se escuchaba. Estaba casi sepultada detrás de la batería y el bajo. Y tal vez hubiera sido mejor prescindir del piano Steinway de concierto para esos mismos momentos y utilizar un teclado con mayor ganancia, apta para un sonido eléctrico.

Cuando era el turno del piano, el bandoneón y la cuerda, el soplido de los parlantes molestaba bastante. Seguramente la amplificación era necesaria para que tanto los plateístas de las primeras filas como los de las últimas pudieran escuchar. Pero en otras circunstancias (o en otra sala) una amplificación leve habría ayudado. Incluso, habría sido una invitación a un trabajo más elaborado para la orquesta de arcos, que en este homenaje tuvo una participación discreta y escasa posibilidad de trabajar la dinámica. En general fue el acompañamiento para el grupo de Parmisano.

De todos modos, la música de Piazzolla y la de Parmisano lograron imponerse.

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