Un gran cierre para el ciclo Piazzolla 100: brillaron Jairo, Lavié, Amelita Baltar, Escalandrum y Elena Roger
En el Luna Park se llevó a cabo el concierto final de un extenso ciclo que homenajeó a Astor Piazzolla en el centenario de su nacimiento
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Cierre del ciclo Piazzolla 100. Artistas: Escalandrum, Elena Roger, Raúl Lavié, Quinteto Revolucionario, Julia Zenko, Jairo, Amelita Baltar, Orquesta Piazzolla 100 dirigida por Gustavo Fontana, Horacio Romo y Pablo Agri. Presentación: Lalo Mir. Sala: Luna Park. Nuestra opinión: muy bueno.
Por una vez, un artista argentino recibió el tributo que merecía. El 11 de marzo del año pasado, se hubieran cumplido 100 años desde que Astor Piazzolla llegó a este mundo en la ciudad de Mar del Plata (recordemos que falleció en Buenos Aires el 4 de julio de 1992 después de una muy larga agonía). Ya desde finales de 2019, aún con las dificultades que significaban la pandemia y las restricciones, su música empezó a sonar en todas partes del mundo, al punto de convertirlo en uno de los más escuchados del planeta y, afortunadamente, nuestro país no fue la excepción. Hubo cientos de conciertos de toda índole tanto en el ámbito académico como en el popular, se publicaron montones de discos conmemorativos cantados e instrumentales, se hicieron sonar muchas obras que estaban algo escondidas y se adaptaron sus composiciones a las formaciones más diversas. El eje central de las celebraciones estuvieron en una fundación que lleva el nombre del gran artista, que conduce su última esposa, Laura Escalada y que viene sosteniendo una tarea de rescate y difusión de tal monumental legado desde hace más de dos décadas.
Cuando faltan pocos días para el 101° cumpleaños del homenajeado, el Luna Park fue el escenario elegido para poner el broche de oro al ciclo. Y ocurrió con un concierto de acceso gratuito que mostró un fragmento bien sabroso de lo mejor que ha venido sucediendo alrededor de la obra del bandoneonista marplatense en los últimos años. Un estadio lleno, financiado por el programa de Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires y algunos patrocinadores privados, fue el excelente marco para escuchar a Escalandrum, al Quinteto Revolucionario y a una orquesta sinfónica armada para la ocasión, más una nutrida lista de cantantes invitados.
Nicolás Guerschberg en piano y arreglos, Mariano Sívori en contrabajo, Martín Pantyrer en clarinete bajo, Damián Fogiel en saxo tenor, Gustavo Musso en saxo soprano y Daniel “Pipi” Piazzolla en liderazgo y batería son los miembros de Escalandrum, un sexteto que nació para hacer jazz, que ha sumado distintas músicas a su repertorio –de Mozart y Ginastera a Charly García y Los Redonditos de Ricota-, que se ha consolidado al punto de la excelencia y que se ha convertido en una de las más importantes voces cantantes para la música de Astor con adaptaciones para esta formación muy poco convencional. Por eso y por la inteligencia en los arreglos de Guerschberg, siempre es un mayor placer escucharlos solos. Y esta vez eso sucedió con una excelente y original adaptación de “Primavera porteña” en el arranque de lo que sería un largo concierto y con “La muralla china” –con solo de batería del Pipi incluido- en el cierre de su set, una poco recordada composición con letra de Geraldo Carneiro que fuera grabada y estrenada por Piazzolla junto al cantante José Ángel Trelles. Pero en el medio de los instrumentales pasaron Elena Roger, a la que es siempre un placer escuchar, para “Los pájaros perdidos” y “Vuelvo al sur”, y el cada vez más grande Raúl Lavié, que dio cátedra de tango, voz impecable y manejo de escenario y enloqueció al público con “La bicicleta blanca” y, sobre todo, con “Balada para mi muerte”.
Después fue el turno del potente Quinteto Revolucionario, una aplanadora, como los llamó con razón el presentador Lalo Mir. Creado a imagen y semejanza de los quintetos piazzolleanos – sin dudarlo, el mejor “instrumento” por el que transitó Astor varias veces en su vida-, está integrado por Sebastián Prusak en violín, Sergio Rivas en contrabajo, Cristian Zárate en piano, Lautaro Greco en bandoneón y Esteban Falabella en guitarra eléctrica. También a ellos se los disfruta en plenitud en su versión solo instrumental con los arreglos originales; y en este caso, eso ocurrió con “Fracanapa” y la maravillosa “Muerte del ángel”. Pero además, ocuparon el papel de acompañantes para Julia Zenko en “Yo soy María” y “Preludio para el año 3001″; para Jairo en “Chiquilín de Bachín” y “Milonga del trovador” -escrita por Piazzolla y Ferrer especialmente para él- y para la siempre necesaria Amelita Baltar en “Balada para un loco”, que trajo la segunda gran ovación de la noche.
El cierre, literalmente, fue a toda orquesta. Este organismo sinfónico armado para la ocasión tuvo dos buenos puntales en la batuta de Gustavo Fontana y, especialmente, en el bandoneón de Horacio Romo para “Aconcagua”. “Concierto para bandoneón, orquesta de cuerdas y percusión”, una de las obras “de concierto” más logradas de Piazzolla. De estructura clásica con sus tres movimientos – Allegro marcato, Moderato y Presto- está pensada, por supuesto, para el despliegue solista del bandoneón, lugar que el propio Piazzolla ocupó en las primeras interpretaciones. Pero además, la obra muestra un muy interesante desarrollo y un diálogo con la orquesta en el que juegan papeles fundamentales el arpa, el piano, la percusión académica y el concertino, en este caso en las manos virtuosas de Pablo Agri.
Para placer de una platea muy festiva, el final llegó con sendas adaptaciones orquestales de “Adiós Nonino” y “Libertango”, otra vez con el bandoneonista Horacio Romo demostrando que es uno de los mayores exponentes actuales de ese instrumento.
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