Un circo que se nutre del rock clásico para lograr algo nuevo
Los japoneses Acid Mother Temple hicieron temblar Niceto
Hay una tendencia en el rock japonés que es ir a matar o morir, sin importar demasiado los protocolos ni los arreglos musicales. Y el sábado último esa faceta la cumplió a rajatabla Acid Mothers Temple & The Melting Paraiso U.F.O., la banda liderada por Makoto Kawabata que pisó por primera vez Buenos Aires. La fecha en Niceto fue una velada de gala para los amantes de altos decibeles. No acababa de irse la sordera por el set apertura de Reynols, el legendario grupo under argentino que se reunía (sin su baterista original) luego de 13 años, cuando un big bang explotó tras el telón y allí aparecieron Kawabata, Hiroshi Higashi, el bajista Wolf, el baterista Nani Satoshima y la guitarrista Mitsuru Tabata, cargando con un riff grande como el escenario.
Más allá del impacto sónico, los Acid Mothers generan un impacto visual con su inoxidable circo ambulante: Makoto con su cabellera enrulada y sus freakouts a la Hendrix; Hiroshi sacudiendo su largo pelo blanco, pulsando su sintetizador y pavoneándose como un yeti en celo; la excéntrica Tabata, con su carré rubio, portaligas y botas blancas, revoleando las piernas como una bailarina de can can; Satoshima y su jopo yakuza, repartiendo palos incansable, una máquina de golpear la batería.
"The Wizard", el tema apertura, tuvo a Hiroshi alternando entre el sintetizador y la armónica, como un rock blusero del primer Jethro Tull recargado de energía cósmica, que Kawabata pulverizó al final con un implosivo solo de guitarra. En todos sus temas los Mothers tiran citas musicales por doquier al panteón del rock clásico, y desde allí se transportan a jams interminables, improvisaciones grupales donde el motivo inicial se va deshilachando hasta quedar reducido a la nada. Con "Flying Teapot", Hiroshi emuló los ostinatos del tecladista Tim Blake, de Gong, que fueron acelerados a 78 RPM y volumen en 11, para concluir con los sobrenaturales sonidos de su theremin digital. Entre el circo de cotillón y la voracidad de su sonido, los Acid Mothers Temple hacen un show único, que se monta en los vestigios del rock clásico para montar algo nuevo e imperecedero.
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