Un 2012 soñado para la batuta de Carlos Bertazza
Con 33 años, el director asistente de la Filarmónica de Buenos Aires consolida una carrera que se vislumbra sin techo
Bertazza no aleja la mirada del que es, según confiesa, su principal objetivo: ser cada día mejor en lo que hace. Su pasión por la música fue sin duda el motor que lo llevó a los 18 años, hacia fines de los años 90, a estudiar en forma paralela las carreras de piano y composición en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla, la licenciatura en arte con orientación en música en la UBA y dirección orquestal con los Mario Benzecry, Pedro Ignacio Calderón y Enrique Arturo Diemecke.
El 2012 fue un año muy fructífero para él, ya que, como director asistente de la Filarmónica de Buenos Aires, tuvo a su cargo (y volverá a tener el año próximo) la dirección de singulares conciertos como el realizado en Parque Centenario en marzo dedicado a compositores rusos; el llamado "Con sangre latinoamericana" en el Teatro Colón en agosto junto con el bandoneonista Néstor Marconi, y otro con música de Brahms en el Teatro 25 de Mayo en noviembre último. También dirigió a la Estable del Colón para la Tri logía neoclásica II en octubre y a la Sinfónica del Festival Internacional de Ushuaia junto con el bandoneonista Rodolfo Mederos, también en noviembre.
-¿Cómo decidiste ser director de orquesta?
-Siempre me gustó la música orquestal; en la facultad trabajé mucho ese repertorio y cuando un maestro me dijo que el piano es una reducción de la orquesta quise probar y ver de qué se trataba.
-Al ser un director joven, ¿cómo te sentís a la hora de dirigir a personas mayores que vos?
-No he tenido mayor complejidad más allá de las que pueda tener cualquier grupo humano de trabajo del que uno como director forma parte aunque cumpla otra función. Sé que es una carrera en la cual el tiempo es un factor fundamental porque te da solidez y las herramientas para manejar situaciones que uno tiene que enfrentar. La responsabilidad de uno es tener la fortaleza para ser cada día mejor.
-De los conciertos que dirigiste este año, ¿cuál fue el que más disfrutaste?
-Todos tienen su parte linda. Me encanta tocar en Parque Centenario porque hay muchas familias que quizás asisten por primera vez a un concierto. Lo que me gustó del que dirigí en el Colón fue que eran obras latinoamericanas desconocidas, y de tocar para el Ballet con la Estable, que es un trabajo en equipo. Son maneras distintas de dirigir.
-¿Qué te aporta tu profesión como profesor a tu rol como director?
-Dar clase implica una constante revisión de tus propias ideas por los planteos que te hacen los alumnos, y es importante eso, no cerrarse, sobre todo en la dirección orquestal, que es tan personal. Vos escuchás versiones de la misma obra con la misma orquesta y le cambiás el director y es otra obra, suena distinto, y eso es lo lindo.
-Sin embargo se tiende a pensar que la música clásica es rígida.
-Hay que erradicar esa idea porque la música clásica no es estricta desde el punto de vista de interpretación. Hay que cambiar el chip de escucha que tiene el oyente, entrenarlo así sabe lo que va a escuchar, pero se deja sorprender al mismo tiempo. En esta época hay un nivel de insensibilidad total y creo que la música es un factor extraordinario para volver a ser realmente humanos. Estoy convencido de que una excelente versión musical engendra otras cosas.
Por estos días Bertazza es jurado de los concursos que por primera vez en 10 años se hacen para cubrir cargos en la Filarmónica. "Se trata, en su mayoría, de jóvenes brillantes", asegura. Cualquier semejanza con su director ¿es pura coincidencia?
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