Tweety González, el “debutante” más experimentado de nuestra música
Tiene casi 40 años de carrera y un enorme prestigio construido como productor y músico de Gustavo Cerati, Soda Stereo, Fito Páez y una larga lista; empezó a sacar temas como solista, con artistas invitados, que formarán parte de un compilado que saldrá el próximo año: Twitin Club
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En 39 años ininterrumpidos, Tweety González mantuvo una carrera más que destacable como músico, arreglador y productor. En esas casi cuatro décadas pasó de debutar como tecladista de Celeste Carballo en “Mi voz renacerá” a hacer lo propio como parte de la banda de Fito Páez en Giros, en 1985, un rol que repetiría ocho años más tarde en El amor después del amor. Pero además, entre 1990 y 1997, Tweety fue músico de Soda Stereo, lo que posteriormente devino en una sociedad artística con Gustavo Cerati, a quien produjo en Ahí vamos, y con quien compartió rol de productor de Shakira, en dos temas de Oral Fixation Vol. 2.
Con el paso de los años años, los nombres propios y los discos se aglomeran: Emmanuel Horvilleur, Zero Kill, Usted Señálemelo, Illya Kuryaki & The Valderramas, Ximeña Sariñana, Sponsors, Adicta y Luis Alberto Spinetta aparecen en un currículum más que envidiable, en el que también figura Ácida, el proyecto que formó junto a Alina Gandini en Los Ángeles, y Twitin Records, el sello discográfico con el que edita (y produce) a los artistas que logran conmoverlo, sin limitaciones de géneros.
Lo que González nunca había hecho en todo este tiempo era llevar a cabo una carrera solista, algo que se rompió recién en agosto de este año, con el lanzamiento de “Jazzypop”, una canción instrumental que Tweety firmó con su nombre y apellido, y que se volvió el primer single de Twitin Club, un compilado (no un disco, como ya explicará más adelante) que ya tuvo sendos adelantos con la participación de Lisandro Aristimuño y Maia Tarcic, quien también canta en el single más reciente, “Pudre”.
“Fue una suma de cosas. Un poco por la falta de tiempo, otro la falta de inspiración, la no necesidad, y sobre todo, muchísima autocrítica cada vez que me ponía hacer algo”; dice González para explicar su demorado debut como solista. “Creo que trabajo un poquito de hacer crítica constructiva cuando produzco, y cuando me tengo que criticar a mí mismo soy mucho más duro que con los demás. Me pego mucho y recién ahora me doy cuenta que también lo hacía porque me comparaba con tipos muy grosos con los que trabajé, entonces era asimétrica la comparación; siempre”, completa.
-¿Y en qué momento se pudo dejar todo eso de lado?
-El año pasado tuve el estudio cuatro meses parado. Empecé a retomar un montón de experimentos musicales o proto canciones que venía guardando hacía dos o tres años, no mucho más, y las empecé a desarrollar más fuerte. Después, cuando pude volver a mi estudio, vi que necesitaba socios para la mayoría de los temas, salvo el primero,“Jazzypop”, que es un instrumental homenaje a (la mítica sala de la calle Paraná) Jazz & Pop , y a la que el título le llegó cinco minutos antes de tener que subirlo, y me cerró por todos lados. Después vino la etapa de las colaboraciones, que eran como trajes que a esta persona le podían quedar bien. El segundo tema fue con Lisandro Aristimuño. Con los años nos hicimos muy amigos, al toque dijo que sí, puso una letra hermosa, cantó y tocó algunas violas.
-¿Los invitados se sumaron complementando los temas?
-Sí. En la composición de esa canción también está Tuten Mapu, un artista nuevo de Córdoba que tengo en el sello. Y el tercer tema que salió, que se llama “Flasheando una cualquiera”, es con una artista nueva que firmé, Maia Tarcic. Ella no viene de la música, viene de la poesía y la actuación, de hacer cortos; tiene dos libros de poesía publicados. No es del palo exacto de la música, pero me gustaron las cosas que empecé a leerle y un día le dije: “Che, ¿te venís a hacer unas letras?”, y me di cuenta que aparte cantaba muy lindo, así que empezamos a hacer temas y ya tenemos siete ya terminados. Es muy distinta la experiencia de trabajar y producir con alguien que pela la letra en el momento, es muy inspirador eso. Con la única persona que me pasó así fue con Fito, y te cambia toda la perspectiva eso, es muy distinto el proceso. Por lo general, las letras llegan a la mitad o al final y tenerlas desde el principio te obliga a apurarte con el tema y tenerlo redondeado porque tenés que trabajar más la música o la melodía. Ella además tiene mucho humor para escribir, con algún hook literario en vez de musical, y eso me inspira bastante para componer.
-La idea es que estos temas sean parte de un compilado y no de un disco.
-Sí, se va a llamar Twitin Club, y eso va a ser también un show, que va a ser tocar ese compilado. Cuando era niño me crié escuchando compilados, como el de Sótano Beat, el programa de Fernado Bravo y Liliana Caldini, que era la contra de Música en Libertad, que era una grasada. Eeste era mucho más cool. Yo tenía los de los dos, pero mi preferido era el de Sótano Beat. Ahí estaba Almendra, Los Gatos, pero también estaba Banana, que no me gustaba ni un poco. Lo del compilado me parece que es una forma de agrupar canciones sin llamarlo álbum, porque para mí el álbum tiene que tener una cosa un poquito más conceptual, más de paquete cerrado. Las canciones dependen del orden, de si hay mucho de esto o de lo otro. Al ser con muchos colaboradores y amigos era raro ponerle álbum, me parecía que un compilado estaba piola. Además, el hecho de ser un club me permite cambiar de jugadores o socios, se va agrandando. En el volumen 2 serán otros, aunque no fue tan pensado. Se fue dando así, me parece que me sirve el concepto para no tener que atarme a una cosa tan estática.
-Hace casi una década fundaste Twitin Records, tu sello propio. ¿Cuál es su criterio de selección?
-La curaduría es muy amplia. Hoy por hoy estamos full digital porque no tiene sentido editar discos, pero tuvimos una época de tener discos físicos editados y de hecho tengo algunos cientos en el estudio todavía. Básicamente la curaduría es música que a mí me gusta, de un Leo Genovese, que es lo más jazzero del mundo, a Gimena Álvarez Cela, que es una chica que viene sesionando hace mucho pero tiene unos temas super lindos y toca la guitarra fenómeno y se la está jugando. Ahora están Maia, que salió de la galera; Tuten Mapu, que mezcla folklore con música electrónica de taquito muy bien, y en el pasado estuvieron Darío Jalfin, Hernán Jacinto, Audia Valdez, un montón de gente. En cualquier momento cumplimos diez años con el sello y obviamente que el catálogo se va agrandando y los artistas van rotando.
-¿Cómo se construye la identidad de un sello que no tiene soporte físico?
-Es bastante complicado, porque tenés que apoyarte todo en Internet, y es bastante cansador, tiene muchos lados. Vos podés tener un video con unos números lindos, y después en Spotify no pasa nada, y al revés también. También es difícil manejar la ansiedad de los artistas, pero esta vez, al ser yo artista de mi propio sello, la vivo un poco de los dos lados del mostrador. Al principio me asusté, pero ahora me empezó a gustar, es como ser mi propio conejillo de Indias, y si funciona para mí, ver si funciona para otros o no. Es más responsabilidad aún, pero es un buen momento el que está pasando la música argentina. No solo creativamente, sino que hay un público nuevo muy abierto, y eso me alienta, cosa que hace cinco años no veías ni en pedo. Hoy hay una generación nueva que no tiene prejuicios con la música, que puede combinar estilos, sobre todo en Buenos Aires, que en general es más snob que el resto del país.
-En el último tiempo ocurrieron dos fenómenos casi simultáneos: uno es la federalización de la música, sin depender de Buenos Aires, y el otro es el desplazamiento del rock y la llegada de la música urbana. ¿Cómo los ves?
-Eso de que el rock murió me parece una exageración y una pavada, no sé a quién se le ocurrió hablar de estilos muertos cuando por algo existen las grabaciones. Me parece que no nos damos cuenta, pero los discos y las grabaciones que hagamos hoy son los papiros digitales para dentro de mil años. Nosotros no tenemos la oportunidad de escuchar a Bach, pero la gente del futuro sí va a escuchar lo que se hacía hoy, y digo esto porque me parece que el rock cumple años como también cumple años su público. Me parece que la mayoría de los papás de los chicos que escuchan y hacen música urbana vienen del rock, y es normal que a vos no te guste la música que hacían o escuchaban tus papás. Pero a la vez, a toda cultura hay una contracultura, una resistencia, y hay bandas muy pendejas de rock que la rompen y son como el contra movimiento al mainstream urbano. Y ojo que para mí la música urbana argentina es la más fina de Latinoamérica. Es la más jugada, es la menos preseteada. Yo viajo mucho, voy mucho a comités de Grammy donde te pasás dos días escuchando música y salgo con el pecho hinchado porque la verdad nos llevamos puestos a todos. No quiero ser fanfa, pero a nivel calidad... después los números son otra cosa porque es industria, y la industria en ese tipo de mainstream el 51% es mérito del manager y 49% el artista.
-También hay otro cambio que trajo la música urbana heredado del hip hop, que es hacer prevalecer el rol del productor, como es el caso de Bizarrap.
-Ahí hay un error de interpretación. Ellos se hacen llamar productores, pero son compositores también. Me parece que es más importante la parte compositiva que la producción, porque la producción es mainstream. Biza quiere sonar como suenan todos, y siempre está un paso adelante. Elige bien los feat, pero el pibe se compone unos buenos hooks. La sabe hacer a la canción, no es producción nada más. Ninguno de los que va a trabajar con Bizarrap lleva la música hecha. Al contrario: él le dice “No traigas nada”, por algo tiene el control de todo. Yo le admiro eso, no tengo nada contra el género, al contrario. Como todo género, tiene exponentes que te gustan mucho y otros que no te interesan. A mí me parece que el Biza hace cosas que son muy piolas, no todo, y dentro de esa camada, aunque no me gusta meterlo pero como todo el mundo lo mete lo voy a nombrar, es Ca7riel. Lo que pasa es que Ca7riel viene de otro lado: viene de una escuela de música, de tocar metal y jazz, es alto violero y tiene como otra autoridad musical e intelectual dentro de ese palo. Sería como el universitario dentro de todos esos pibes que están en el secundario.
-En tus 40 años de oficio, ¿llegaste a ver si existen las fórmulas?
-Para mí son un mito, nunca las vi, por lo menos con la gente con la que trabajé. Después puede ser que con el tiempo se empiezan a repetir un poquito, pero un tipo como Gustavo no lo hacía. ¿Viste como en las películas que agarran un papelito y se lo tragan? Bueno, eso mismo hacía él. “Qué bueno que funcionó esto, ahora hagamos otra cosa”, no “hagamos lo mismo”, que es lo que haría el 99 por ciento de las personas. Hay una frase que tienen los estadounidenses de que si algo funciona no lo arreglemos, con Gustavo era al revés: “Si algo funciona, rompámoslo y hagamos algo nuevo, por lo menos por diez años”. Para mí el arte se trata de eso. Me parece que lo más lindo de la música es descubrir cosas nuevas. Yo sigo gozando de descubrir un artista nuevo como cuando descubrí a Serú o a Spinetta. Me da la misma alegría, porque es como tener un familiar nuevo.
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