Turandot: el testamento de Puccini que llegó primero a Buenos Aires
En China, país en el cual se inspiró Giacomo Puccini para desarrollar la historia de la fría y malvada Turandot, hubo una prohibición para escenificarla que estuvo en vigencia por más de setenta años. No fue sino hasta 1998 cuando finalmente pudo vérsela en una inmensa producción al aire libre en la Ciudad Prohibida de Pekín, con régie del cineasta Zhang Yimou y la dirección musical de Zubin Mehta. Hasta ese momento, las autoridades consideraban que esa fábula mostraba al país bajo una perspectiva negativa, en la que la crueldad de la princesa reflejaba el peor de lo prejuicios contra la cultura china y en cambio quien la desafía y termina venciéndola al ser extranjero, simbolizaba la superioridad de la cultura occidental. En la Argentina la historia fue muy diferente, ya apenas pasados solo dos meses de su estreno en la Scala de Milán, la obra póstuma del compositor italiano llegaba a Buenos Aires y subía a escena en el Teatro Colón el 25 de junio de 1926.
En el programa de la temporada oficial de ese año, además de las más de veinte óperas de repertorio anunciadas, se destacaba como "novedad" el estreno de Turandot. "En la obra que se estrenó anoche, Puccini sacrificó en parte su don más personal: la vena melódica, la célebre idea "pucciniana" que muchos tratan de imitar. Difícil resulta vaticinar si esta ópera tendrá el éxito duradero y popular de sus hermanas mayores (Manon Lescaut, Madama Butterfly y Boheme)", se decía en la crítica aparecida al día siguiente en el diario La Prensa. El tiempo demostró que sí lo tuvo, y para ello basta repasar las diferentes producciones que se realizaron a partir de esa fecha que contó con la célebre Claudia Muzio como protagonista: 1929, 1932, 1939, 1940, 1949, 1958, 1961, 1964, 1965, 1969, 1977, 1993, 1994, 2006 (Luna Park) y la que ahora está por estrenarse.
Con la lectura de todos esos programas que se encuentran archivados en la biblioteca del primer coliseo se puede viajar a través del tiempo repasando elencos y producciones. En varias oportunidades, Turandot fue el título seleccionado para la conmemoración de fechas patrias y en esas ocasiones especiales antes de la representación, se cantaba el Himno Nacional. Rosa Raisa, la soprano que estrenó la obra en Milán, hizo de nuevo el papel de la princesa en 1929. Luego en 1949 aparecen los nombres de Maria Callas y Mario Del Mónaco como protagonistas y en 1965 Birgit Nilsson como Turandot y haciendo el papel de la esclava Liú, la gran cantante fallecida este año, Montserrat Caballé . No menos conocidos son los nombres de quienes estuvieron al frente de la orquesta: Gino Marinuzzi, Héctor Panizza, Ferruccio Calusio, Tulio Serafin, Fernando Previtali, Mario Perusso, Julius Rudel, entre otros. Toda una lista interminable de talentos que pasaron dejando testimonio en el teatro.
Los últimos cuatro años de su vida, Puccini los dedicó en exclusiva a componer su Turandot. El libreto se lo encargó a Giuseppe Adami y Renato Simoni quienes se basaron en la tragicomedia escrita en 1762 por Carlo Gozzi y fueron quienes terminaron delineando la historia que hoy más se conoce sobre esa princesa y su terrible aversión a los hombres. El compositor les dio muchos problemas a sus libretistas, desesperado por tener la historia completa y poder terminar la música sabiéndose ya muy enfermo, algo que no fue posible. "Pienso hora tras hora, minuto tras minuto, en Turandot, y toda mi música hasta ahora me parece otra cosa ¿Será esto buena señal? Creo que sí", escribía. Víctima de un cáncer de garganta, murióantes de concluir la obra, que tuvo que completar Franco Alfano. El día de su estreno en la Scala, Toscanini bajó la batuta justo en el momento de la muerte de Liú, que fue hasta donde compuso Puccini. Solo en la función siguiente es que se pudo conocer el final con el que hoy mayormente se la presenta. Otros dos finales más han sido compuestos a lo largo de estos años: en 2002 por otro italiano, Luciano Berio, y luego en 2008, cuando el compositor chino Hao Weiya también cambió el destino de la princesa redimida.
Esta producción, que se estrenará mañana, tendrá nueve funciones y es la misma que realizó Roberto Oswald para la temporada de 1993 en colaboración con Aníbal Lápiz. Una producción que tuvo gran éxito y que se repitió la temporada siguiente y luego en 2006 en el Luna Park. Fue con esta la primera vez que el Teatro Colón viajó con una producción completa de ópera al exterior. Ahora, la revisión de la puesta está a cargo de Matías Cambiasso y colaborando con él y a cargo del vestuario está Lápiz nuevamente. Son tres elencos, con María Guleghina, Nina Warren y Monica Ferracani interpretando a Turandot. Como Calaf, el único hombre que pudo ser capaz de resolver los tres enigmas sin morir en el intento, están Kristian Benedikt, Arnold Rawls y Enrique Folger. La dulce y maravillosa Liú, quien sacrifica su propia vida para que su amor secreto no muera, estará interpretada por Verónica Cangemi, Jaquelina Livieri y Marina Silva.
"La ópera como expresión de arte alcanza su culminación cuando trata de expresar lo indecible y lo irreal, para llegar a una sublimación de la realidad. El escenario presenta un decorado que sólo pretende indicar, insinuar el marco para lo esencial: las diversas maneras de expresión del hombre por medio de la música", así describía Ernst Poettgen quien tuvo a su cargo varias de las producciones de Turandot en la década del 60, lo que para el significaba la puesta en escena de una ópera.
Christian Badea es el director musical invitado y frente a la Orquesta Estable interpretarán la obra para cuya composición Puccini se documentó sobre diversos instrumentos y figuraciones de la música china. Su amigo el Barón Fassini había residido varios años en Oriente como cónsul italiano y tenía entre sus recuerdos un carrillón chino que tocaba el Himno Imperial, fascinado por esta melodía el compositor la utilizó en el segundo acto. Hay también momentos corales magníficos, de una monumentalidad impresionante, pero solo bastan los primeros acordes de la obertura para saber que estamos situados en medio de un régimen de terror.
María Guleghina:"Es a Puccini a quien más fuerte siento en estos días"
Mundialmente aclamada por sus papeles verdianos, la soprano rusa está de vuelta en el Colón para interpretar a la princesa Turandot a la vez que prepara otros roles del gran compositor italiano
Su recital en el Colón con arias íntegramente de Verdi en 2005 fue algo inolvidable. Tanto para quienes estuvieron presentes como para la propia cantante que lo recuerda con mucha emoción. "Yo estoy acostumbrada a esa sensación de éxito y de calidez del público, pero lo de aquí fue como una tormenta que me arrasó. Era mi primera vez acá y la gente me gritaba que por favor volviera pronto. Después de haber cantado 9 de las arias más importantes de Verdi, canté las dos que tenía preparadas como bis con la orquesta, pero no me dejaban marchar y tuve que repetir las cabalettas varias veces. Algo mágico. Después de Turandot quiero volver con un recital acompañada del piano y traeré muchas partituras para los bises, me comprometo," dice.
Los críticos han afirmado que por las venas de Maria Guleghina corre sangre de Verdi, aunque ella manifieste que no le ha sido posible comprobarlo. "En estos momentos a quien más siento fluyendo conmigo es a Puccini. Estoy preparando finalmente a La Fanciulla del West, un título que durante muchos años me negué a hacer. Fijate que con 24 años cuando apenas comenzaba le dije que no a una producción del Covent Garden. ¡Fui arriesgada! Pero yo sabía que con ese rol podía arruinarme la voz. Y es que la voz es como el vino, el cognac y el buen queso, requiere de un proceso de maduración para revelarse en su esplendor. Y con Turandot, un rol que desde que lo debuté marcó mi carrera, sucedió algo parecido. A ella solo comencé a cantarla desde el 2009 y fui muy inteligente en haber esperado. Amo todo en ella, me resulta interesante demostrar que también es capaz de ser flexible y el gran reto que tiene hacerla está en los cambios tan pronunciados que experimenta su voz," explica.
Después de una carrera de más de treinta años, cantando en los mejores teatros, bajo los directores más reconocidos y en las producciones más espectaculares, Guleghina dice tener todavía roles pendientes. "Me encantaría hacer Gioconda, Brunhilde, Ortrud y de repente Marschallin. Además, sigo con mi repertorio italiano, solo le he dicho adiós a Il Trovatore y a Norma porque resulta difícil poder mantener la voz en esa posición de coloratura. Especialmente porque ahora los managers musicales buscan voces que sean más ligeras, aunque yo sigo pensando que un diamante grande es mejor que uno pequeño."
Ha protagonizado producciones memorables de Turandot y aunque de cada una guarda recuerdos maravillosos, tiene muy cerca de su corazón la primera vez que cantó a la princesa. "El director de escena fue Chen Kai-Ge, quien al ser chino me aportó una mirada única para el rol. También hice dos producciones con Zefirelli, la del Met y la de la Arena de Verona. Fiel a su convicción de que la ópera hay que representarla tal cual fue compuesta quería terminar la de Verona con la muerte de Liú, hasta donde la había escrito Puccini. Pero no lo dejaron, los italianos querían escuchar el dueto entre Turandot y Calaf, así que hubo que hacerla completa –afirma– pero la más interesante de todas las que he hecho fue con Nuria Espert en Barcelona. Ella es mujer y muy inteligente y le parecía muy poco creíble que después de haber visto como Calaf traicionaba a su gran amor, ella pudiese seguir feliz y plena con él. Así que decidió que Turandot debía de suicidarse. Hubo mucho simbolismo en el acto, fue con el mismo cuchillo con el que Liú se había matado, y la sangre de la esclava corría por la mano de Turandot mientras su voz se iba haciendo cada vez más parecida a la de ella. Apenas dice: «su nombre es amo»r, allí se mata. Yo este final lo amé, porque siento que es muy cierto. Cuando cantan por la eternidad en ese sentido es la verdad porque la eternidad no está en esta tierra, sino en la vida después".
Encantada con esta producción, el día anterior había tenido prueba de vestuario y le gustaron todos sus trajes. "A mí me gusta la variedad, por eso puedo trabajar por igual con una producción clásica y con una moderna. No tengo nada en contra de las escenografías minimalistas y el vestuario simple que solo resalte la figura. Pero si odio cuando en estas nuevas óperas sacan a la cantante en negligé, yo ni en mi casa me estoy paseando así. Tampoco me gusta cuando se transforma el sentido de la ópera. Yo puedo hacer lo que sea en escena, pero solo si es para darle profundidad a lo que represento. Resulta estimulante cuando un director te da una idea que no habías imaginado y con ella haces que el personaje crezca", dice.
Muchas cosas se han escrito sobre esta cantante y en todas se resaltan la seguridad y determinación de su carácter. Rasgos que se comprueban cuando se expresa con tanta pasión sobre lo que hace y a la vez con la generosidad con la que cuenta aspectos de su vida. "Esta es mi vida, he sido siempre una apasionada. Yo no nací en las mejores condiciones (tuvo graves problemas en una pierna y a la vez en el corazón) pero mi madre siempre me impulsó a no amilanarme. Solo ahora es cuando he comenzado a contar esta historia, porque quiero dejar un mensaje a todas las mujeres que tienen niños con problemas. No hay que dejar que las cosas se queden así, hay que trabajar y superarlo. Y es por eso mi compromiso con el Comité Paralímpico Internacional y con Unicef," concluye.
Turandot. Ópera en tres actos de Giacomo Puccini con libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni. Fue completada por Franco Alfano. Teatro Colón, Libertad 621. Funciones: martes, miércoles, viernes y sábado a las 20, domingo, a las 17 y martes 2, viernes 5 y sábado 6, a las 20 y domingo 7, a las 17. Entradas, desde 250 pesos.
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