La banda de Mataderos sigue con la serie histórica de recitales en Parque Patricios, su vuelta a Capital Federal después de casi 10 años
“Estamos rockeando esta ciudad que está un poco dormida”, dijo Chizzo en Huracán. “Y más un miércoles.” Ayer por la noche, La Renga concretó la segunda fecha de su histórico regreso a Capital Federal después de diez años. Otra vez con el estadio repleto, la banda de Mataderos modificó la lista de temas que había tocado el sábado 29 de julio. El orden no fue el mismo y dejó de lado algunas canciones (“Panic show”, por ejemplo) para incluir otras como “Paja brava” de Despedazado por mil partes. A continuación, tres momentos de la segunda noche de La Renga en Parque Patricios:
1.Corte de sonido y revancha con más decibeles
La segunda vuelta de “En el baldío” después del estribillo estaba arrancando todavía con más poder que la primera parte de la canción de La esquina del infinito (2001), cuando un corte abrupto de sonido dejó al estadio en silencio. Ni los monitores del escenario funcionaban; sólo las luces estaban prendidas, y Chizzo, Tete y Tanque miraban para el costado, tratando de entender qué pasaba. Casi 10 minutos más tarde, pudo escucharse de fondo la guitarra, mientras todos retomaban sus lugares. Hubo que esperar un poco más para que funcionara todo con normalidad y el trío retome el tema donde había quedado, pero con el volumen más alto.
2. El cuelgue en “Paja brava”
El track de Despedazado por mil partes fue una de las novedades del setlist de ayer respecto al que La Renga interpretó en la primera fecha en Huracán. “Hace poco fue el día de la Madre Tierra. Nosotros tenemos una bagualita dedicada a ella”, dijo el guitarrista antes de tocarla y como si hubieran probado alguna de las plantas y sustancias psicoactivas de uso frecuente en el chamanismo que menciona la letra, en el Tomás A. Ducó “Paja brava” sonó en una versión volada, con Manu Varela tocando primero la quena y luego surfeando con su saxo sobre la guitarra de Chizzo, un mano a mano que se repitió a lo largo del recital.
3. El cierre
La espera para los bises fue eterna. Ya habían pasado 30 minutos del miércoles 3 y el parate por desperfectos técnicos de “En el baldío”, por un momento, hizo pensar que no iba a haber una segunda parte. Pero hubo. Arrancó con un viaje a los orígenes de la banda, “El rito de los corazones sangrando” de A donde me lleva la vida (editado en cassette en 1993 y al año siguiente en CD) –un regalo para los seguidores más fieles y antiguos–, “En los brazos del sol” de Detonador de sueños (2004), un rock pesado hecho para sonar en estadios, y “El final es en donde partí” de su obra cumbre, Despedazado… (1996), el álbum con mayor presencia en la noche. El telón se bajó con el clásico “Hablando de la libertad” y un pedido especial de Chizzo al público para que siga habiendo más “banquetes”: “Salgan en paz. ¡Tengan cuidado!”