Tras el Oscar por Soul: quién es Jon Batiste, el gran candidato de los premios Grammy que desafía con su música a las estrellas del pop
Saltó a la fama con la película de Pixar; en enero de 2022 competirá en once categorías del mayor premio que entrega la música y es el favorito, superando a grandes estrellas pop como Justin Bieber, Billie Eilish y Olivia Rodrigo
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Cada tanto, los Grammy ofrecen sorpresas. Si la banda de música country Lady Antebellum consiguió once nominaciones en una década y ganó cinco de sus estatuillas en sus primeros años, cuando era un incipiente proyecto surgido en Tennessee, no debe sorprender que el ascendente cantante y pianista Jon Batiste (con un Oscar en su haber) se imponga en once ternas de los premios, que se entregarán en 2022. Quizá haya una lectura, puertas adentro, que indique que es saludable correrse a veces de los lugares comunes y la premiación a la masividad, como gesto embanderado detrás de los nombres de los artistas más populares. Batiste es cada vez más conocido en los Estados Unidos, aunque para muchos eso no signifique demasiado. Pero allí está hoy, en boca de todos, porque con las ocho nominaciones que recibió por su disco We Are y las tres por su participación en la banda de sonido de la película de Pixar Soul es el favorito, por encima de nombres de mucho peso, como Justin Bieber, Doja Cat y H.E.R (con ocho nominaciones cada uno) y Billie Eilish y Olivia Rodrigo (con siete). Los niños y las niñas mimadas de la escena del pop mundial siguen estando allí, pero un paso más atrás que este músico afroamericano, cantante, pianista y compositor, que se mueve fuera de las tendencias pero que, en definitiva, termina siendo una de ellas.
Cantidad no hace calidad; si así lo hiciera, los premios ni siquiera necesitarían votos para ser entregados. Suficientes serían los números para decir que si la canción más escuchada y el video más visto de Jon Batiste (”I Need You”) alcanzan las 13 millones de reproducciones en YouTube y 2.6 millones en Spotify no le llegan ni a los talones a las 108 millones de reproducciones en YouTube de “Happier Than Ever”, de Billie Eilish. Eso sería el voto cantado para determinar quién debe llevarse el apartado canción del año.
Jon Batiste, con sus 11 nominaciones, todavía no ha ganado y la tendencia que hoy lo muestra como favorito se podría revertir el 31 de enero próximo, en la gala de la 64° entrega de Grammy Awards, en favor de los tanques del pop mundial. Pero también es cierto que tiene grandes logros obtenidos en el mundo del cine para sostenerlo como favorito y su disco We Are, de donde se desprende más de dos tercios de sus nominaciones, es un álbum distinto a lo que se escucha últimamente, aunque su música no sea necesariamente nueva ni original. En Batiste hay, sin duda, un combo de elementos que le abren las puertas de un público masivo sin que haya elegido los andariveles más convencionales para lograrlo. No es una luminaria salida del gueto del nuevo jazz; tampoco se destaca por tener una voz cautivante, pero sobresale desde un soul actualizado con pequeños códigos del siglo XXI. Hay una pulsión por sonar a sí mismo. Y eso es lo que, probablemente, exponga desde una sinceridad aplicada en los momentos precisos.
Ya desde el arte de tapa del álbum parece una especie de predicador, con su túnica roja. En realidad, es un guiño al coral gospel. Libertad y religión son conceptos que atraviesan este disco. De hecho, el tema que le da título se enlaza con las protestas del movimiento Black Lives Matter. El soul de los setenta, el R&B y el prerock de los 50 están mixturados en ese trayecto de trece canciones que van de la épica de “We Are” hasta el piano de un minuto, con percusiones afrolatinas y gente que habla como una entrelínea de fondo, en el cierre de la producción. Hay muchos gestos o guiños, como los 20 segundos que funcionan como preludio del tema “Freedom”, en el track llamado “Mavis” y en donde la legendaria cantante Mavis Staples recita: ”Soy una niña rezando. De ahí es de donde obtengo mi libertad. Te diré: la libertad para mí es la capacidad de hombres y mujeres, todos creados iguales, de hablar, pensar y hacer o no hacer lo que quieran”.
Y al promediar el álbum aparecen temas como “Adult Hood” con el que, por tres de sus acordes, nos conecta el oído con el “People Get Ready” de Curtis Mayfield. Al mismo tiempo, por la estética sonora del tema, nos lleva a algunos momentos del unplugged de Arrested Development de los 90, hasta alcanzar un final imprevisto, con la potencia de Hot 8 Brass Band. Nada de lo que Jon Batiste hace en este disco es absolutamente novedoso, pero el secreto para que lo ubiquen en la pole position de los 64° Grammy seguramente tengan que ver con su talento para mixturar tantos elementos.
We Are (el disco) es el presente de Batiste que se traduce en una maduración artística y, al mismo tiempo, una radiografía de época, de cortocircuitos políticos y sociales enmarcados en la inesperada pandemia. We are es una fotografía a contraluz de este afroamericano nacido hace 35 años como Jonathan Batiste, en Metairie, conurbano de Nueva Orleans, en el estado de Louisiana, y en el seno de un clan absolutamente musical, con varios artistas profesionales surgidos de una familia católica. Talentoso, canchero y con facilidad para caer simpático, sin duda, hoy Jon es el que más lejos ha llegado. Tiene, desde 2015, un lugar de privilegio que supo capitalizar para su propia producción: es el líder de la banda Stay Human, que aparece cada noche en los hogares norteamericanos desde el late night show de Stephen Colbert.
Se formó en una de las escuelas de música más prestigiosas del mundo, la Academia Juilliard. Tocó en festivales de jazz, como el clásico Newport, en premiaciones como el Grammy (por sus anteriores nominaciones), y en eventos deportivos del tenis y la NBA. Hasta participó en los Kennedy Center Honors. Y no se pierde ninguna oportunidad que se cruce en su camino, como la de festejar el Día de Acción de Gracias, que en los Estados Unidos volvió a la presencialidad, con un desfile. Se anotó en una carroza con forma de cocodrilo para celebrar la música, la comida y la cultura de su región, Luisiana.
Su discografía comienza en 2005 con Times in New Orleans pero su catálogo no está conformado por producciones directamente realizadas para grandes casas disqueras o de gran prestigio. Solo la última y la antepenúltima fueron editadas por el sello de jazz Verve. En la próxima entrega de premios Grammy Batiste competirá en algunas de las principales categorías, como Grabación y Álbum del Año, pero también en otras, como Mejor Composición clásica-contemporánea. Un mosaico realmente variado.
En marzo de este año, a días de la salida de su último disco, comentó durante una entrevista con Reuters: “El álbum es algo que no he escuchado en la música popular, que desafía la construcción del género, que creo que ha encasillado a muchos artistas. No hay género de persona. Y, por lo tanto, no hay géneros de música. Cuando tratamos de encajar la música en estos pequeños cubículos, limitamos la humanidad que puede expresarse a través de la música, y es lo que sucede cuando intentamos limitar a la gente a estos géneros de negro, blanco, mujer y todas esas cosas. Así que esta música es casi una alegoría total para mostrar (...) que estamos conectados de maneras que son mucho más grandes que las cosas a las que damos tanto crédito en la superficie”.
El empujón del Oscar
Con We are como base de su éxito, el empujón que consiguió para llegar como favorito a los premios de enero se lo ha dado la banda de sonido de la película Soul, de Pixar, que compuso con el Nine Inch Nails Trent Reznor y su socio en varios proyectos Atticus Ross. La virtuosa conjunción como trío creativo les ha permitido acceder a un premio de la Academia y a un Globo de Oro como mejor banda de sonido original, por Soul.
A principios de este año, con la estatuilla del Oscar en sus manos, Batiste dijo: “Lo profundo es que Dios nos dio doce notas. Son las mismas doce notas que tenían Duke Ellington, Bach y Nina Simone. Estoy agradecido con Dios por esas doce notas. Esto es la culminación de una serie de milagros”. No hay que restarle mérito a su comentario. Pero las decisiones personales también habrán tenido mucho peso en el inventario que hoy tiene su presente. Entre muchas actuaciones de Batiste que circulan en redes, se puede ver una del 12 de junio de 2020, en las puertas del Barclays Center de Brooklyn, durante un acto del movimiento Black Lives Matter. En un paneo de la cámara se ve en una de las paredes la frase de Martin Luther King que dice: “The time is always right to do what is right” (Siempre es el momento adecuado para hacer lo correcto). Llevado al plano personal, Jon Batiste parece estar dando los pasos correctos para su carrera artística.
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