Toquinho: "Ningún éxito popular tiene fórmula, solo se puede medir su dimensión tiempo después"
Este año se cumplió medio siglo de la grabación del espectáculo de Vinícius de Moraes, con Maria Creuza y Toquinho en La Fusa, aquél LP que hoy, en nuevos formatos, continúa en catálogo y se sigue vendiendo en muchas partes del mundo. Existe gracias a la intuición de un productor discográfico -Alfredo Radoszynski- que vio al trío en el club de música La Fusa de Buenos Aires y les propuso a estos artistas recrear eso mismo que sucedía cada noche, en un estudio de grabación. El resto fue obra del gran Vinícius y de dos jóvenes que estaban comenzando su carrera, la cantante María Creuza y el guitarrista Toquinho.
Gracias a aquel disco la Argentina conoció a ese guitarrista que hoy es un músico ineludible al momento de armar un coro con las grandes figuras de la Música Popular Brasileña (MPB) del último medio siglo. Habrá que insistir con la palabra guitarrista porque él, ante todo, así se considera. Toquinho es el hombre y su violão; el que tuvo a João Gilberto y a Baden Powell de gran inspiración. Sin embargo, no se puede dejar de lado su trabajo armónico ni, mucho menos, su labor como melodista. Difícilmente los versos de "Tarde en Itapuá" y "Aquarela" hubieran tenido la misma trascendencia de no haber contado con las melodías de Toquinho. Son, apenas por dar dos ejemplos, la síntesis de esa MPB mestiza, esa que es nativa, afroamericana y europea.
Tal vez el año que viene Toquinho pueda volver a festejar ese medio siglo de La Fusa. Hoy la pandemia de coronavirus no se lo permite. Tampoco tocar en su país. Por eso prepara para este sábado un show vía streaming, desde un estudio de San Pablo, acompañado por la cantante Camilla Faustino. El Sábado, a las 21.30. (entradas en TicketHoy Live)
"Nadie hubiera imaginado lo que estamos viviendo. Tampoco haciendo streaming; hace algunos años hubiera sido inimaginable. Pero es lo que tenemos. El ser humano tiene un poder de adaptación muy grande. Voy a hacer un concierto de guitarra y voz con Camilla como invitada, nada más. Que tenga una sensación casera pero hecho desde un estudio de grabación, donde trabajé muchas veces. Ahí la situación será mejor, por el sonido y también por las cámaras. También voy a explicar, para el que no me conozca tanto, por qué estoy acá, el lugar en la música brasileña. Esa es mi idea, de manera intimista, que es lo que pide la situación actual".
Para mayo de este año, Toquinho y Creuza tenían agendado un show en el Gran Rex para celebrar los 50 años de La Fusa. ¿Habrá revancha el año que viene? "Claro que sí –dice, optimista-. Somos grandes amigos con María pero nos vemos poco. Nos vemos cuando vamos a la Argentina. Tengo 55 años de trabajo profesional y es increíble como ese disco brasileño-argentino, después de medio siglo, se consiga en Francia o Japón. Mucha gente conoció nuestro trabajo a partir de ese disco increíble, lleno de imperfecciones y, por eso mismo, tan verdadero y humano. Fue el inicio de mi trabajo con Vinícius. Por eso en el sentido histórico fue tan importante.
-¿Lo vivieron así en ese momento o tomaron consciencia del valor de esas reuniones y del disco mucho tiempo después?
-No teníamos ni la mínima idea. El disco fue solo el documento de algo de ese momento, de un espectáculo en un café concert, en 1970. Fuimos al estudio y grabamos. Por eso mismo creo que tiene tantos fans. Tiene algo muy despojado y humano. Luego tuvo una importancia que ni soñamos. Incluso después grabamos otro con María Bethania, pero no fue lo mismo. El disco con Creuza tiene un carisma especial que no se puede explicar. Ningún éxito popular tiene fórmula, solo se puede medir su dimensión tiempo después.
-Al ser Vinícius 30 años mayor que ustedes, ¿lo veían como un padre artístico o como un hermano mayor?
-De tres maneras. Como hermano mayor, como papá artístico y como hijo [larga una carcajada]. Porque en muchos sentidos era más joven que yo y que María Creuza. Con Vinícius trabajé diez años. Siempre digo que él era el cosmonauta y yo el hilo-tierra. El volaba. En ese sentido era mucho más dulcemente irresponsable.
-¿Cuál es el hilo a la tierra que mantiene con su origen paulista, con su infancia y el fanatismo por Corinthians?
-Viví una infancia "infantil", no como los chicos de ahora que nacen con un teléfono, una tablet o una computadora, con jueguitos para matar gente. Yo jugaba al fútbol con una pelota hecha con medias. Tuve ese privilegio, en una barrio de clase media simple, con gente que por la noche se sentaba con sus sillas en la vereda. Y el fútbol… lo amo. Tengo una cancha en mi casa, un espacio cerrado de 1200 metros cuadrados. Muchos exjugadores de fútbol vinieron a jugar. Un día casi vino Maradona a jugar. Porque cerca de aquí estaba la casa de Careca [el jugador de la selección brasileña que compartió con Maradona la delantera del Nápoli]. Maradona cuando venía a San Pablo se hospedaba en la casa de Careca y un día casi vienen a la mía. Me encanta el fútbol. Fui comentarista, estuve en el Mundial del 90. Actualmente no voy a las canchas, pero lo veo en televisión. El fútbol tiene una dimensión muy europea. No se ve con mucha esperanza el fútbol sudamericano. Tiene mucha técnica por los jugadores, pero se pierde en la parte táctica. Mirá una final francesa-germana [la de la Champions League, entre PSG y Bayern Múnich]. Nosotros estamos debajo de eso. En algún momento, especialmente Argentina y Brasil, estuvimos arriba. Hoy no hay rivalidad entre Argentina y Brasil. Todos los jugadores juegan afuera y son amigos, como Messi y Neymar. Nosotros no tenemos afinidad con los jugadores de la selección brasileña, casi todos están en el extranjero. Antes eran los jugadores de tu club los que jugaban en la selección. Ahora llegan todos millonarios y la camiseta no tiene el mismo peso emocional. No tengo problema con que ganen mucho dinero, digo que no se viste la camiseta del país como se vestía antes. Son más profesionales. Mejor para ellos pero no para los hinchas. A mí me gustaba la rivalidad natural y los chistes. Perdimos la cosa infantil del fútbol, su lado lúdico.
Yo jugaba al fútbol con una pelota hecha con medias. Tuve ese privilegio, en una barrio de clase media simple, con gente que por la noche se sentaba con sus sillas en la vereda
-Y como "profesional" o como artista, ¿se considera compositor, especialmente melodista o, ante todo, guitarrista?
-Soy básicamente un guitarrista que es lo que más me gusta. Después vino el autor, tengo más de 500 canciones. Y el intérprete vino como consecuencia. La canciones que más me gustan son las que, cuando las escuchas, sientes que las conocen. La simplicidad cuesta mucho trabajo. El estudio que tuve, la curiosidad. La guitarra fue base de todo.
-¿Todavía se reconoce en ese joven que escribió con Chico Buarque "Lua Cheia"?
-Sí, me reconozco totalmente. Me veo como la persona que me estructuró para ser lo que soy hoy. Es todo una unidad. Veo los varios jóvenes que fui. Hoy me veo de una manera más elaborada, madura, humana, con menos defectos. Creo que soy mejor de lo que fui, aunque los toquinhos que fui están conmigo.
-Con su medio siglo de carrera publicó Minha História em 20 Canções. ¿Qué hay en esas 20 canciones?
-Un poco de todo. Repito esa frase de Paulinho Da Viola: "yo no vivo en el pasado, el pasado vive en mí". Los viejos tiempos se fueron y me gusta mirar para adelante. Creo que esas canciones tenían historias para ser contadas. Ese proyecto tuvo que ver con eso. Contar la historia de la canción, cantarla y explicar cómo se toca. Ahí hay un poco de cada época, creo que con consistencia histórica. Obviamente que al cantarlas me acuerdo de esos tiempos, pero sin nostalgia ni tristeza. Tiene certezas.
-¿Qué le queda pendiente?
-Todo. La vida comienza hoy, a las ocho de la noche. Lo de ayer ya pasó. Hay que ser feliz en cada momento, no pensar en la felicidad futura. Eso no existe. Una vez un alumno le dijo a Andrés Segovia: "Maestro, no puedo estudiar la guitarra ocho horas por día. Solo puedo dos". Y Segovia le dijo: "Estudie esas dos horas como si fuera las dos primeras de las ocho y nada más".
-"Tarde en Itapuá" y "Aquarela" parecen una gran síntesis de muchos elementos que tiene la MPB. ¿Usted lo siente así desde su lugar de paulista?
-Yo soy ese paulista de formación brasileña general. Soy de una generación privilegiada y creativa. Caetano, Gil, Chico Buarque, Paulinho Da Viola, Djavan, Simone, Gal Costa, María Bethania. Venimos de un Brasil brasileño. "Itapúa" es una canción muy brasileña, muy bien hecha en el sentido armónico y melódico, con un poema bello de Vinícius. "Aquarela" no tiene mucha explicación. La última vez que estuve en España, allá eligieron las 20 canciones más importantes del siglo pasado. Como "Imagine" o "New York" por ejemplo. De Brasil fueron tres: "Garota de Ipanema", "Aquarela do Brasil" y la mía "Aquarela". Es extraño porque tiene palabras largas, habla de algo medio fatalista. Pero tiene una identificación popular que nunca entendí. Quizás por el comienzo, que tiene algo lúdico. Es más universal que "Tarde en Itapuá", que tiene algo urbano y bahiano. ["Tarde..."] une el Brasil de Bahía con el de Río y San Pablo. Porque hay varios "brasiles".
-¿Cuáles son las características de esos varios "brasiles"?
-Básicamente, creo que donde los negros llegaron dejaron una cultura fantástica. Ellos son los responsables. Ese fue un regalo que tuvimos. En el Sur, en cambio, es una canción más fronteriza, con influencia argentina y uruguaya. Mi generación bebió de varias fuentes y por eso hoy hacemos una música diversificada.
Mirada sobre la pandemia
Toquinhoestá muy atento a lo que sucede con la pandemia. "Quizá el presidente no estaba tan equivocado. Por suerte la cantidad de muertes por Covid-19 está bajando, el 35 por ciento de lo que había veinte días atrás. Los tratamientos dan mejores resultados con la combinación de anticoagulantes, antiinflamatorios y antibióticos. Porque lo que está matando a las personas no es el coronavirus en sí sino complicaciones en la coagulación. Los médicos no sabían nada al principio y muchas cosas se transformaron en disputas políticas. Ese fue el escenario. Incluso con quién saca primero la vacuna. Creo que en la apertura hecha con responsabilidad y protocolos rígidos, uno se siente seguro. Deberíamos usar barbijos por mucho tiempo más. La primera vez que fui a Japón vi gente en la calle con barbijos. Pregunté por qué. Me dijeron que por respeto a los demás, que era gente que estaría engripada. Y nosotros recién estamos aprendiendo a lavarnos las manos, a usar alcohol, a no tocarnos la cara. Por otro lado, la medicina no sabía nada de coronavirus y fue a lo más seguro: 'todos a casa'. Me parece que era la única solución. Pero creo en la apertura gradual que se va haciendo con protección. Mesas a dos metros de distancia, cubiertos esterilizados. Saborear la libertad con todo el respeto y la atención. Hay que estar serenos en la exigencia de cuidado para los otros. Todavía no hay espectáculos, que es lo último que llegará. Solo hay shows en auto, cuatro personas por auto. Recién con vacunas el panorama será mejor".
Toquinho en streaming. Este sábado 26 de septiembre, a las 21.30. Entradas a la venta en
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