Antología de un impulso que cambió la historia del rock
1. Ramones - Ramones (1976)
Cuando los Ramones grabaron su primer disco por 6.400 dólares en febrero de 1976, el plan era simple: "Eliminar lo innecesario y concentrarse en la sustancia", según contó Tommy en 1999. Pero el brillo del disco más influyente y duradero del punk –el modo en que cuatro marginales dispares del mainstream adolescente crearon una furia tan original y concentrada– sigue siendo difícil de definir. Joey, su cantante con aspecto de cigüeña, era un niño pop que cantaba "Hey ho, let’s go!" al principio de "Blitzkrieg Bop". El guitarrista Johnny reducía al mínimo a Dick Dale y Bo Diddley en el staccato carente de todo blues de "Beat on the Brat" y "Loudmouth". El bajista y principal letrista Dee Dee escribía sobre lo que conocía (drogas, desesperación, prostitución) con un ingenio telegramático. Y el baterista Tommy, un ex ingeniero en sesiones con Hendrix, co-produjo Ramones cuidando su brevedad y pureza. "Pensamos que podíamos ser el grupo más grande del mundo", recordó Johnny. De algún modo lo serían. Aquí fue donde empezó.
2. The Clash - The Clash (1977)
El 3 de abril de 1976, un combinado de pub-rock londinense, The 101’ers, tocó con un maravilloso grupo de jóvenes pobres, los Sex Pistols. El futuro "estaba frente a mí", recordó el cantante y guitarrista de los 101’ers, Joe Strummer. Un año después, Strummer era la voz herida de The Clash, y entraba en el Top 20 británico con el explosivo debut, una descarga crispada de ira politizada y voces callejeras que transformó el punk inglés, que pasó de ser el disturbio de unos adolescentes pendencieros a ser un arma social dinámica en canciones como "White Riot", "London’s Burning" y "I’m So Bored With the U.S.A.". Strummer y su co-compositor, el guitarrista Mick Jones, no habían nacido para debatir; fue el manager Bernie Rhodes quien los presionó para que hablaran de la actualidad. Pero el efecto –impulsado por el bajista Paul Simonon y el baterista original Terry Chimes– fue crucial. CBS, en Estados Unidos, no editó el disco hasta 1979, añadiendo singles posteriores. El original sigue siendo el sonido de una revuelta naciente.
3. Never Mind the Bollocks Here’s the Sex Pistols - The Sex Pistols (1977)
"Si las sesiones hubieran salido como yo quería, habría sido inescuchable para la mayoría de la gente", dijo el cantante de los Sex Pistols, Johnny Rotten. Para millones, lo fue. Pero cuando el único disco oficial de los Sex Pistols asaltó de frente los rankings de pop en el Reino Unido, las letras rugidas por Rotten acerca del aborto y la anarquía aterraron a una nación. El resultado sigue siendo el Sermón del Monte del punk rock, y su eco se oye en todas partes.
4. Funhouse - The Stooges (1970)
"Los Stooges eran la encarnación perfecta de lo que la música debía ser", dijo Thurston Moore de Sonic Youth. En el segundo disco del grupo de Detroit (producido por el tecladista de los Kingsmen, Don Gallucci), esto quería decir un caos garagero primal, casi diez años adelantado a su época. El guitarrista Ron Asheton machacaba la menor cantidad de acordes posible ("T.V. Eye" sólo tiene uno), mientras Iggy Pop invocaba la psicodelia de un mal viaje y un R&B metálico en explosiones hormonales que inspiraron a generaciones de diablillos noise.
5. Entertainment! - Gang of Four (1979)
Fusionando a James Brown y el primer hip-hop con el minimalismo de Ramones, los Gang of Four eran una fuerza revolucionaria en busca de justicia para la clase obrera. El cuarteto de Leeds ató su crítica marxista en forma de cicatrices de funk furioso y síncopas vengativas de música disco, dirigidas por la esgrima del guitarrista Andy Gill.
6. Pink Flag - Wire (1977)
Ningún disco resumió mejor las posibilidades infinitas del punk que este debut de 21 canciones en 35 minutos. R.E.M., Spoon y Minor Threat son algunos de los que versionaron temas de Pink Flag, que va del hardcore de "12 X U" hasta la pesadilla sensacionalista de 28 segundos de "Field Day for the Sundays" o "Fragile", la primera canción de amor bonita del punk. "Un disco perfecto", dijo Henry Rollins.
7. Double Nickels on the Dime - Minutemen (1984)
Tres muchachos de clase trabajadora de la ciudad portuaria de San Pedro, California, con ninguna pretensión y un placer hilarante por el análisis político frontal como en "The Roar of the Masses Could Be Farts" (El rugido de las masas podrían ser pedos). A lo largo de todo este álbum expansivo, de 45 canciones en dos discos, el guitarrista D. Boon y el bajista Mike Watt charlan sobre una vida de amistad, basada en valores punk compartidos. También se meten en improvisaciones de jazz y rasgueos folk, con covers de Creedence, Steely Dan y Van Halen. El eclecticismo explosivo tendría un impacto en grupos como Red Hot Chili Peppers y Pavement. Pero justo cuando empezaban a recibir algo de atención, Boon murió en un accidente de auto en 1985, justo después de que saliera el último disco de la banda.
8. Damaged - Black Flag (1981)
"¡Estamos cansados! ¡De tu abuso! ¡Intenten detenernos! ¡Es inútil!" Los Black Flag hacían lo que decían, y perfeccionaron el hardcore de L.A. con las guitarras dementes de Greg Ginn y la ira musculosa de Henry Rollins. Damaged les trajo problemas con un sello grande, que se negó a editarlo y lo denunció como "un disco anti-padres". Y es eso, como también antipolicía, antitelevisión, anticerveza y... ¿qué más?
9. Los Angeles - X (1980)
Los X eran demasiado arty para la escena hardcore de L.A. El matrimonio de John Doe y Exene Cervenka cantaba sobre L.A. como una pesadilla surrealista plagada de freaks psicópatas y directores de Hollywood quemados, junto a las guitarras rockabilly de segunda mano de Billy Zoom. Su productor era Ray Manzarek, de los Doors; los homenajearon con una versión de "Soul Kitchen" que habría hecho que Jim Morrison huyera espantado de la ciudad.
10. Nevermind - Nirvana (1991)
"El punk implica libertad", dijo Kurt Cobain mientras se transformaba en el mesías autoanulado del rock alternativo. Aunque lo avergonzaba su sonido pulido, Nevermind salió como una granada al mainstream, y transformó los bailes de secundarias en fiestas con mosh. La encarnación del sueño de Cobain de un punk rock que pudiera gustarles a los metaleros con los que se crio en los suburbios.
LA NACION