David Fricke repasa los últimos días de vida del líder de los Heartbreakers y su carrera
El 25 de septiembre, Tom Petty and The Heartbreakers tocaron el último concierto de una serie de tres noches en el Hollywood Bowl de Los Angeles. También era el clímax de su 40th Anniversary Tour, una celebración de 53 fechas de la ininterrumpida carrera del cantante y guitarrista con su banda, como uno de los grupos en vivo más grandes, más comprometidos y mejores del rock & roll. ¶ Treinta minutos antes de subir al escenario, Petty invitó a la cantante y compositora Lucinda Williams a su camarín. “Tenía una sonrisa enorme, y estaba poniéndose unas gotas para calmar la tos en la boca”, dice Williams, una antigua amiga que acababa de terminar su show como telonera. “No quería quedarme demasiado, para no molestar. Se estaba acercando la hora del show. Le dije: ‘Tom, el público está rockeando. Están listos para recibirte. Los preparé para vos’. Me miró y me dijo: ‘No tengo dudas de que lo hiciste’, con esos ojos resplandecientes y su hermoso rostro.” Se abrazaron; se sacaron una foto. Fue, dice ella, “la última vez que lo vi”.
Seis días después, la tarde del primero de octubre, Petty sufrió un paro cardíaco en su casa de Malibú, y fue llevado al Centro Médico de la UCLA en Santa Mónica. Murió a las 8:40 p.m. de la noche siguiente, luego de una larga vigilia de su familia, sus amigos más cercanos y sus compañeros de banda. Faltaban menos de tres semanas para su cumpleaños número 67.
“Recibí la llamada telefónica y les comuniqué la noticia a los muchachos en casa”, dice Bruce Springsteen, recordando el súbito y shockeante impacto de la noticia. “Hubo aullidos de dolor. No lo podíamos creer. Tom y nosotros éramos de la misma generación de rockeros. Empezamos más o menos en la misma época y él tenía muchas de las mismas influencias que nosotros. Además, cuando yo viví en California, llegué a conocerlo bien. Era un tipo realmente adorable, al que le encantaba tocar rock & roll por sobre todas las cosas, y al que le había costado mucho llegar.”
La última noche en el Bowl, en su ciudad adoptiva, Petty, nacido en Florida, abarcó cada instancia de su carrera con una fuerza alegre y determinada: su odisea creativa como compositor; el éxito comercial que lo siguió continuamente; los juicios con compañías discográficas que vinieron como una consecuencia de eso; y su eterno vínculo de grupo de amigos en un garaje con los Heartbreakers (el guitarrista principal Mike Campbell, el tecladista Benmont Tench, el bajista Ron Blair, el multi-instrumentista Scott Thurston y el baterista Steve Ferrone). “Esta noche queremos tirar un par de discos al aire y vamos a ver dónde caen”, le dijo Petty al público –que había agotado las entradas– con su voz arenosa y lenta, al principio de un recital en el que ofreció más de dos horas de su legado, que de hecho había sido elegido cuidadosamente y luego pulido a lo largo de la gira.
Estuvo el clásico iniciático “American Girl”, de su debut de estudio, Tom Petty and the Heartbreakers, de 1976, y el perfeccionismo legendario de “Refugee” –un tema del que existen más de 100 tomas de estudio, según dijo el propio Petty–, hit de su explosión mutiplatino de 1979, Damn the Torpedoes. Gran parte del show se enfocó en recorridos de las baladas meticulosas y las reflexiones de los aclamados discos solistas de Petty, Full Moon Fever, de 1989, y Wildflowers, de 1999, con un brillo profundo y la energía característica de los Heartbreakers. Además, Petty subrayó obras recientes sólidas, como el heavy-blues enojado de “I Should Have Known It”, de Mojo, de 2010. “La gira tuvo el balance que él estaba buscando”, dice Campbell sobre los shows del 40th Anniversary Tour. “Esa era la versión de su historia que él quería contar.”
Muy poca gente, además del círculo íntimo de los Heartbreakers, sabía que Petty estaba sufriendo, en cada recital, por una pequeña fractura en la cadera, con la que él planeaba lidiar después de la gira. “No sé cómo pasó”, dice su manager durante muchos años, Tony Dimitriades. “Creo que ni él sabe cómo pasó.” En un punto, Dimitriades le dijo a Petty: “No podés salir de gira así”. El cantante contestó: “¿Por qué no? Si lo tengo que hacer en una silla, lo hago”.
"Nunca tuve miedo de agarrar el teléfono y explicarle una situación a él", dice Stevie Nicks. "Siempre me tranquilizaba."
Petty pospuso dos recitales a fines de agosto por una laringitis. Más allá de eso, estaba en plena forma, como un guerrero de la ruta, según Peter Wolf, el cantante de J. Geils Band, quien vio a Petty en su esplendor cuando él y los Heartbreakers abrían shows para Geils Band en 1977. Este verano, Wolf y su grupo solista le devolvieron los honores a Petty en algunos conciertos. “Estaba sufriendo mucho dolor” de cadera, pero “ofrecía unos recitales largos y estelares”, dice Wolf. “Yo lo veía cuando bajaba del escenario. Tenía una fuerza interna que lo guiaba.”
“La estaba rompiendo”, dice Tench sobre Petty, “y, como banda, habíamos llegado a un nuevo nivel en vivo. Había una profundidad de alma”. Ambos hablaron brevemente después del show del 25 de septiembre en el Bowl, entusiasmados. “Pensé que en uno o dos meses me iban a llamar para decirme: ‘Ey, Tom quiere juntarse a zapar algo’.”
“Era mágico, espiritual”, afirma Campbell. “Todo el mundo estaba contento, especialmente Tom, a quien podías ver siempre lleno de gloria y esperanza.” El guitarrista estuvo particularmente contento cuando Pettty propuso que tocaran “Breakdown” –una joya del primer disco, que sólo habían tocado dos veces antes de esta gira– en el set de la última noche, con unas armonizaciones agudas de Charley y Hattie Webb.
“Estoy tan triste”, dice Campbell, “de pensar que no voy a tocar más esas canciones”.
“No veo una efusividad así desde que se murió mi papá”, dice Dhani Harrison, un par de días después de la muerte de Petty. Dhani –que es el hijo del amigo de Petty, el fallecido Beatle George Harrison– recuerda una anécdota del día en que murió su padre, en 2001. “Alguien dijo: ‘Nunca vi a tantos hombres grandes llorando’”, dice. “Y creo que lo mismo se puede aplicar a esto.”
Los tributos aparecieron inmediatamente después del fallecimiento de Petty. El 3 de octubre, Springsteen dedicó la primera representación de su residencia en Broadway a Petty. Wilco, Red Hot Chili Peppers, Coldplay, Fleet Foxes y The War on Drugs están entre los grupos que versionaron canciones de Petty en vivo días después de su muerte. U2 tocó partes de “Free Fallin’” y “Learning to Fly” durante “Beautiful Day”.
“Yo tenía a Tom en un pedestal”, dijo Bob Dylan, quien contrató a Petty and the Heartbreakers como su grupo de acompañamiento en 1986, y luego se convirtió en compañero de grupo de Petty –con Harrison, la leyenda de la vieja escuela del rock & roll Roy Orbison, y Jeff Lynne, de Electric Light Orchestra– en un supergroupo, The Traveling Wilburys. “Era un gran intérprete, lleno de luz, un amigo”, dijo Dylan sobre Petty, “y jamás lo voy a olvidar”.
En reconocimiento dramático del sufrimiento que había en Estados Unidos esa semana por el fallecimiento de Petty y por las víctimas de la masacre del primero de octubre en un festival de música country en Las Vegas, el cantante de country Jason Aldean –que estaba en el escenario cuando empezó el tiroteo– abrió el episodio del 7 de octubre de Saturday Night Live con “I Won’t Back Down”, el himno de Petty en el que elogia la voluntad férrea y las certezas morales.
“Cuando la compuse, me desconcertó”, dijo Petty sobre esa canción en una entrevista en 2009 para Rolling Stone, una de las muchas conversaciones que tuve con él durante la última década, tanto para la revista como para su canal de SiriusXM, Tom Petty Radio. “Es tan austera, no hay ninguna ambigüedad. Ahí no hay otra cosa que verdad.” Pero, admitió, “ése era mi pensamiento: voy a sobrevivir. Voy a seguir”.
“Tom nunca se quedaba contento con nada excepto con lo mejor, en cualquier nivel”, dice Campbell, socio musical de Petty desde 1970, cuando se sumó al primer grupo del cantante en Florida, Mudcrutch. “Esa era una de las mejores cosas de él. No se conformaba con estar sólo OK.”
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Petty entró al último año de su vida con confianza y orgullo. En diciembre de 2016, durante una entrevista radial en la que anunció el 40th Anniversary Tour, describió un ensayo reciente con los Heartbreakers, el primero en dos años. “Pusimos los amplificadores a todo volumen”, me dijo Petty con una risotada de placer. Tocaron blues y covers: “Smokestack Lightning”, “Kansas City”, “Black Magic Woman”, de Fleetwood Mac. “La banda suena fantástica”, dijo Petty. “Estamos muy ajustados.”
Después, el 10 de febrero de 2017, Petty fue homenajeado por MusiCares, la organización caritativa por la salud de los músicos, que lo declaró Persona del Año en una cena y un show tributo. Para cuando Petty and the Heartbreakers cerraron su propio show, un gran cuerpo de estrellas y discípulos, incluyendo a Williams, Foo Fighters, Don Henley, Regina Spektor, The Bangles y Cage the Elephant tocaron canciones de todo el canon de Petty.
Randy Newman abrió la noche, tocando “Refugee” solo al piano. “Sus melodías, sus títulos... cuando los canta, es sólido como una roca”, dice Newman, vinculando a Petty, “de manera remota, extraña”, con el legendario compositor de pop Burt Bacharach, “quien parece estar en cualquier lado. Pero cuando llega a la melodía principal, bum, ahí está. Petty no divagaba. Pero las melodías y los títulos son memorables”.
Stevie Nicks repitió su dueto con Petty, “Stop Draggin’ My Heart Around”, un éxito del Top 5 en 1981. La cantante de Fleetwood Mac atribuye la extraña habilidad de Petty para componer para y acerca de mujeres –las peleas de esa canción y de “Listen to Her Heart”, de 1978; la soñadora incesante de “American Girl”; el ideal romántico de “Wildflowers”– a “las mujeres fuertes” que hubo alrededor de Petty: su primera esposa, Jane; sus dos hijas, Adria y AnnaKim; y su segunda esposa, Dana, con quien se casó en 2001.
“Tom tenía una personalidad completamente masculina”, dice Nicks, “pero esa capacidad de acercarse a grandes mujeres lo suavizaba, y lo hacía más comprensivo”. Nicks, quien conoció a Petty en 1978, dice que nunca tuvo miedo de levantar el teléfono para contarle algún problema y pedirle un consejo a él. “Y él siempre me tranquilizaba.”
En MusiCares, Cage the Elephant ofreció una interpretación potente y acústica del éxito de Petty de 1993 “Mary Jane’s Last Dance”, un folk-blues engañoso acerca de aferrarse decididamente a una pasión huidiza. Matt Shultz, el cantante de Cage, sostiene que, como David Bowie, Petty “le ganó a la creencia popular de que la creatividad se muere con los años”, especialmente en el rock & roll. “Cuanto más experiencia tuvo, mayor era su habilidad. Se volvía más fuerte.”
“Nadie podría entender el ritmo al que me muevo”, me dijo Petty en nuestra entrevista radial. “Mi familia se queja porque nunca me tomo suficiente tiempo libre.” Ese mismo año, Petty había producido un disco, Bidin’ My Time, para un ídolo: Chris Hillman, el cantante y bajista de los Byrds, y miembro fundador de los Flying Burrito Brothers. Además, Petty estaba muy entusiasmado con trabajar en el siguiente disco de los que él consideraba sus protegidos, The Shelters. “Entre su casa y el estudio había una caminata corta, 20 metros”, dice Dimitriades. “Iba todos los días.”
Uno de los proyectos que quedaron en suspenso cuando Petty falleció era una reedición expandida de Wildflowers –que incluyera todos los temas del disco doble más canciones adicionales inéditas– que también hubiera estado seguida de una gira por Estados Unidos para mostrar las reveladoras composiciones de Petty para ese disco. “Habría sido algo a una escala más pequeña, sin tantos hits”, dice Campbell. Pero “los planes para eso de alguna manera se transformaron en: ‘Son 40 años. Hagamos esta gira primero’”.
En una conversación con Rolling Stone en 2014, Petty recordó la especial génesis de Wildflowers, y llamó la atención sobre un día en el que su coproductor Rick Rubin le mostró los demos de los Beatles para su disco doble de 1968, The Beatles. “Me impactó lo fuertes que eran todas las canciones”, dijo Petty, “solamente con un par de guitarras acústicas. Así que intenté componer de la misma forma, y empecé a escuchar algo totalmente diferente saliendo de mí”.
A Petty lo halagó que Hillman le preguntara si podía grabar su propia versión del tema que da título a Wildflowers para Bidin’ My Time. “Es una canción de amor puro, Agape”, dice Hillman, empleando la palabra en griego antiguo. “Y encima, cuando la mirás ahora... es casi una profecía: ‘Tarde o temprano, pertenecés a esa casa’. La mayoría de las cosas de Tom podrían ser consideradas minimalistas. Pero menos es más.”
Petty volvió al proyecto de Wildflowers antes de que terminara la maratón del 40th Anniversary. “Me pidió que llamara a algunas personas”, dice Dimitriades, “para ver si podían venir a tocar con él. Una –que aceptó inmediatamente– fue Norah Jones”.
“Es difícil aceptar que pasó”, dice Dhani Harrison sobre la muerte de Petty. Se acuerda, cuando era chico, de una Navidad en Los Angeles con las familias Petty y Harrison, con Dhani y Adria jugando al Nintendo con sus padres rockeros. Y también estuvo el día en el que llegó una copia de adelanto de Full Moon Fever a Friar Park, la hacienda de los Harrison en Inglaterra. George lo puso en su rockola, dice Dhani, “y lo dejó en repeat”.
Este año, Dhani pasó una tarde por la casa de Petty para mostrarle algo de la música nueva que había estado haciendo: se trataba del primer disco solista de Dhani, In///Parallel. “Puso el disco en su estudio, apoyó la cabeza en las manos y lo escuchó de principio a fin”, recuerda Dhani. Al final, “me miró con una sonrisa grande y luminosa, y me dijo: ‘Parece que encontraste tu público’.”
“Estaba tan orgulloso, como un padre”, dice Dhani. “Estoy seguro de que pensar en eso en el futuro me va a volver loco. ¿Qué podría ser más cool en todo el mundo que tu público sea Tom Petty?”
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En el tema que da título a su disco de 1985, Southern Accents, Petty dedicó un pasaje a caracterizar sus orígenes y ambiciones así: “Tengo mi propia forma de hablar/Pero todo se hace con un Acento Sureño”. Nació con el nombre de Thomas Earl Petty el 20 de octubre de 1950, en Gainesville, Florida; y en 1958, nació un hermano, Bruce. Su madre, Kitty, “era una persona muy amable y buena”, dijo Tom en 2009. Su padre, Earl, “era Jerry Lee Lewis pero sin tocar el piano. Daba miedo, era violento. Me cagaba a palos”.
En 1961, un tío que trabajaba en el set de filmación de una película de Elvis Presley, Follow that Dream, consiguió que Petty y algunos familiares pudieran ver la filmación y conocer a la estrella. “Ya había conocido a mi tía”, recordó Petty. “Ella le dijo: ‘Elvis, éstos son mis sobrinos’. Y él dijo: ‘Hola, ¿cómo están?’, y se fue directo a su camarín.” En ese momento, dijo Petty, Presley “me cambió la vida”. Más allá de algunos extraños trabajos en su juventud –en una tienda de instrumentos de Gainesville, como encargado en la Universidad de Florida, un par de períodos cortos en un restaurante de barbacoa y en una casa fúnebre–, para ganarse la vida, Petty solamente tocó, compuso y grabó música, hasta el día de su muerte.
Hubo otra epifanía en 1965, cuando Petty –que en ese entonces era miembro de un combinado local llamado Sundowners– fue a Jacksonville para dar su primer recital, que encabezaban los Beach Boys y tenía dos grupos soporte de la Invasión Británica, The Zombies y The Searchers, quienes serían influencias cruciales para la energía de jangle pop y las composiciones enérgicas de Petty con los Heartbreakers. Más tarde, Petty descubrió que Campbell, quien se crio en Jacksonville, también había ido a ese recital.
Los dos se conocieron finalmente en Gainesville, donde Campbell supuestamente debía ir a la universidad, pero en su lugar terminó tocando con Petty en Mudcrutch. “Conectamos instantáneamente, como si ya nos conociéramos de antes”, dice el guitarrista sobre esa época. También había “una cosa que nos separaba del resto de los músicos de la ciudad: nuestro deseo de componer nuestras propias canciones”.
Para 1974, el futuro núcleo central de los Heartbreakers –Petty, Campbell y Tench, otro nativo de Gainesville– ya había tocado en el single debut de Mudcrutch, “Depot Street”. Lanzado el año siguiente, fue un fracaso comercial absoluto en Shelter Records, lo que finalmente motivó que el grupo se separara. Más tarde, Petty recibió una oferta para ser solista con Shelter, pero, una vez más, se acercó a sus amigos Campbell y Tench para formar una banda, con el nombre de Petty primero, y tocando sus canciones. “Mike y Benmont son buena gente y, sobre todo, son inteligentes”, dijo Petty en 2014. “Desde el primer momento no tuvieron problemas con eso.” Tom Petty and the Heartbreakers –con Blair y Stan Lynch, el baterista original, ambos de Gainesville– lanzaron su debut en noviembre de 1976, y salieron de gira con decisión.
“Las influencias eran obvias, los Byrds, muchas cosas de Merseybeat”, dice Wolf acerca de los primeros sets de Petty y los Heartbreakers teloneando a J. Geils Band en 1977. “Pero Tom cerraba el recital con ‘Shout’. Es una canción desafiante, si ya escuchaste la versión de los Isley Brothers. Siempre me sorprendió cómo la hacían a su manera. Y todas las noches les pedían varios bises.”
Con Damn the Torpedoes, Petty and the Heartbreakers se transformó en ese raro fenómeno del rock: un grupo aclamado críticamente y que también agota las entradas de sus recitales, vende discos a nivel platino –incluyendo el álbum conceptual y experimental de 1985, Southern Accents– y edita singles desafiantes y populares en la radio Top 40, en radios FM de rock y también en MTV (la amenaza bizarra de “You Got Lucky”; el vaho electro-psicodélico de “Don’t Come Around Here No More”). “Tom era un clasicista genial”, dice Springsteen, “y los Heartbreakers eran un grupo de guitarras de verdad. La música estaba compuesta hermosamente, y construida hermosamente. Pero la actitud y la personalidad de Tom le daban una onda moderna”.
Tench cree que, como compositor, Petty “se movía en una extraña penumbra, alternando permanentemente entre la luz y la sombra”. “Free Fallin’”, el single de Petty de Full Moon Fever que entró en el Top 10, “tiene un estribillo pegajoso”, dice Tench. “Pero hay una historia y un dolor detrás de eso que se despliegan de manera brillante.”
El lado oscuro de Petty –manifestado por momentos con un temperamento explosivo; pero en general canalizado en una voluntad de lanzarse a una guerra a todo o nada con la industria de la música para preservar su integridad y recibir una compensación justa– era un drama que se desarrolló en paralelo a su éxito. Es conocido que se fracturó la mano izquierda cuando golpeó una pared durante una controvertida sesión de mezcla para Southern Accents. Petty se declaró en bancarrota cuando hacía Damn the Torpedoes para acceder a un mejor contrato discográfico.
“Ciertamente no soy un resentido”, me dijo en 2014. “Sólo estaba tratando de hacer mi mejor trabajo.” Aun así, Petty confirmó con sumo placer una historia acerca de una reunión de renegociación de un contrato durante la cual se sacó una navaja de adentro de la bota y empezó a limpiarse las uñas. “Yo era así”, dijo. “Y esas reuniones eran muy aburridas.” Pero, insistió: “La verdad es que nunca hubiera lastimado a nadie”.
Las tensiones cada vez mayores con los Heartbreakers por el control creativo que tenía Petty finalmente culminaron con la partida de Lynch en 1994. El bajista Howie Epstein, quien se sumó en 1982 cuando Blair decidió dejar las giras, fue despedido en 2002 por su adicción a la heroína. (Blair volvió; Epstein murió de sobredosis en 2003.) Petty tuvo su propia fase de abuso de drogas en los 90, mientras atravesaba un difícil divorcio y una maldición –musical, comercial, emocional– con los Heartbreakers. “No fue el mejor momento de mi vida”, confesó Petty en 2006. “Pero ya pasó. Salí bien parado.”
Nicks reconoce que Campbell fue una fuerza vital y un equilibrio en la vida de Petty. “Michael tiene un alma generosa”, dice. “Michael y Tom pudieron atravesar muchas cosas porque eran como el yin y el yang.” Petty “no era la persona más fácil para tratar. Michael era un factor de tranquilidad”.
Petty, por su parte, se tomaba en serio tanto la naturaleza como los beneficios de su liderazgo. “No era Tom Petty y los Heartbreakers, sino Tom Petty en los Heartbreakers”, dice Ferrone, un sesionista nacido en Inglaterra, y antiguo miembro de Average White Band, que tocó la batería en Wildflowers antes de convertirse en un Heartbreaker. Antes de unos bises, en la primera gira de Ferrone con Petty en 1995, el cantante le preguntó si se sabía “Breakdown”. El baterista le dijo que no; no estaba en la lista de las canciones que se suponía que se tenía que aprender.
Ferrone recuerda la respuesta de Petty: “Tom dijo: ‘OK, vas a hacer esto. Tocás esta base [Ferrone imita la característica base de la canción]. El público se va a volver loco. Vos seguime’. Ese fue el ensayo. Y lo más importante es que él no tenía mucho ego. No era: ‘¿No te sabés mi canción más famosa?’. Eso no pasaba jamás”.
Petty era “muy inteligente”, dice Campbell, al igual que “una de las personas más graciosas que yo haya conocido. Y tenía un gran corazón”. El guitarrista recuerda un punto “hace varias giras” en el que estaba teniendo “problemas personales graves. Yo hacía mi trabajo, pero me costaba mantener la energía”. Una noche, en medio de una canción, Petty se acercó a Campbell: “Se paró al lado mío, y me dice: ‘Acordate, acá arriba, nadie nos puede tocar’”.
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Springsteen lo llama “la deuda”. Se trata de aprovechar la oportunidad, si llega, de honrar a un maestro crucial y devolver ese regalo de inspiración. “Uno tiene que reconocer que sin ese tipo y sin ese otro tipo, uno mismo no existiría.”
Petty pasó gran parte de su estrellato honrando a sus mayores en el rock & roll. Además de tocar con Dylan en vivo y hacer dos discos con los Traveling Wilburys, en 1981 Petty produjo un disco de regreso del cantante de rock & roll de principios de los 60 Del Shannon, Drop Down and Get Me; tocó con Johnny Cash, con los Heartbreakers, en el disco del titán del country de 1996, Unchained; y apareció como cantante y cocompositor en un disco de 1991 de Roger McGuinn, de los Byrds. Petty también se hizo un tiempo para volver a lanzar Mudcrutch –con el guitarrista original Tom Leadon y el baterista Randall Marsh– para dos discos de estudio y una gira alrededor del país, aventuras de las que nunca habían llegado a disfrutar durante su primera etapa.
Ese trabajo le trajo grandes amistades, especialmente con Dylan y George Harrison. “Yo nunca busqué a estas personas”, dijo Petty cuando le pregunté, en 2009, acerca de por qué se llevaba tan bien con leyendas de ese calibre. “Ellos vinieron a mí. Obviamente, les gustaba algo que habíamos hecho con los Heartbreakers. Por momentos, creo que estaban buscando ayuda, tipo: ‘Bueno, necesito armar una banda’. Nosotros teníamos una unidad. Bob decía: ‘Estos tipos se comunican sin hablar’. Le gustaba eso.”
Petty “tenía un gran detector de boludeces: no aguantaba a los tontos, igual que mi papá”, dice Dhani Harrison. Si bien Petty y George Harrison “eran tipos un poco suaves, también tenían esa aspereza. Te rompían el culo. Pero les gustaban las mismas cosas: ukeleles, carreras de auto. Iban a las carreras de Fórmula Uno juntos”.
George “se sentía muy tranquilo con Tom”, dice Dhani, “porque era como tener otro yo al lado tuyo. Más ojos para cuidarte”.
Dhani relata una historia que una vez le contó Petty sobre la gira de los Heartbreakers con Dylan, una historia que “lo dice todo acerca de la manera en la que Tom interactuaba con la gente: honesto, pero también descarado”. Una noche, sobre el escenario, Dylan no paraba de quejarse de que las luces del escenario eran demasiado fuertes, y amenazaba con irse si no las bajaban. Finalmente, Dylan se fue, obligando a Petty a convencerlo de que volviera, mientras los Heartbreakers seguían arriba del escenario tocando.
Fuera del escenario, dice Dhani, “Dylan decía: ‘Qué luces de mierda. No voy a volver. Parece Disney esa mierda’. Y Tom le dice a Bob: ‘Nunca fuiste a Disney’. Bob empezó a reírse. Tom lo cagó ahí, directamente. Volvieron y siguieron tocando”.
Con la muerte de Petty, tres de los cinco Wilburys ya no están (Orbison murió en 1988), y los Heartbreakers perdieron a su voz y su líder. Pero, dice Tench, “No quiero que se piense en este tipo como: ‘OK, lo archivamos, ya está’. Porque él resuena. Hay una razón por la que estuvo en los Wilburys con Bob, Roy y un Beatle. Era un grande”. Cuando Petty cantaba “una canción de Jimmie Rodgers, Merle Haggard o The Searchers”, insiste Tench, “no era un diletante, intentando algo raro. Lo hacía de verdad”.
La última vez que Campbell habló con Petty fue después del recital del grupo en San Diego, el 17 de septiembre, en un vuelo hacia Los Angeles antes de los recitales del Hollywood Bowl. “Tom se levantó de su asiento y dio un pequeño discurso”, dice el guitarrista, “algo así como: ‘Esta fue la mejor gira. Estuvieron geniales. No vamos a hacer más giras largas así, pero tenemos muchas cosas que hacer, porque la banda nunca estuvo mejor’”.
“Cuando pasó al lado mío”, sigue Campbell, “yo saqué el brazo, y lo agarré y le dije: ‘Estoy muy orgulloso de vos. Yo sé que te está matando el dolor de pierna. Fuiste un soldado, man’. Nos abrazamos y nos dijimos que nos amábamos.” Después de eso, en el Bowl, “fueron charlas de camarín, como ‘¿Cómo estás?’, unas palmadas entre canciones”.
“Es triste que se haya ido”, dice Springsteen sobre Petty, “pero fue lindo haber vivido en su época”. Y la obra sigue. “Las canciones buenas siguen ahí. Los discos buenos siguen ahí. Están siempre cargados con la promesa y la esperanza y la esencia de la vida de su creador.”
“Tom hizo un montón de música genial”, señala Springsteen, “la suficiente como para que la gente siga adelante”.