The Town: cómo es el nuevo encuentro de música que lleva a Brasil a Foo Fighters y Maroon 5 y que quiere impulsar el turismo festivalero
Los creadores de Rock in Rio fundaron un nuevo festival con sede en San Pablo y con la idea de promover el turismo festivalero al estilo europeo
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Como toda persona que toma las riendas de un negocio familiar, la brasileña Roberta Medina es la encargada no solo de mantener el proyecto en pie, sino también de buscar expandirlo y ponerlo en diálogo con su propio presente. Hija de Roberto Medina, el fundador de Rock in Rio, Roberta es actualmente la CBRO (Chief Brand Reputation Officer) de Rock World, la productora que creó el icónico festival que se expandió a Europa y Estados Unidos y que ahora tiene un nuevo “hermano” en San Pablo: The Town, un evento que a lo largo de cinco días (empezó el 2 de septiembre y terminará el 10 de este mes)) congrega en el Autódromo de Interlagos a más de 500.000 espectadores con una programación en la que conviven nombres internacionales como Bruno Mars, Foo Fighters, Post Malone, Queens of the Stone Age y Maroon 5 con una amplia oferta que buscará dar un pantallazo lo más diverso posible de todos los matices de la música brasileña.
“Desde que Rock In Rio nació en 1985 existía el pedido de hacerlo en San Pablo, que es efectivamente la ciudad más grande que tenemos, con mucho poder económico. No veíamos que hubiera mercado, pero después de que llevamos el festival a Europa y volvimos a Brasil con una edición cada dos años, vimos que el poder adquisitivo de los brasileños había subido y evaluamos la capacidad de hacer más festivales en Brasil”, explica Medina sobre su nuevo emprendimiento. Y si bien Rock In Rio había pasado ya por Lisboa, Madrid y Las Vegas, llevarlo a otra ciudad dentro de su mismo país no convencía del todo a sus organizadores. “Es una marca que tiene una conexión histórica con Río tan grande que no tenía sentido para nosotros hacer algo así. Además, seguimos creyendo que el tiempo entre una edición y otra es bueno para el festival, deja a la gente con ganas y es lo suficiente para que no se olviden de él. Hacerlo todos los años no tenía sentido”, asegura Roberta Medina.
Locación nueva, identidad nueva. Al momento de decidir montar un festival en San Pablo, sus creadores buscaron no solo que tuviera otro nombre, sino también que fuera un reflejo de su entorno. “Queríamos que fuera una imagen de la ciudad para el mundo. Si mirás a los escenarios y todo lo que los rodea, todo habla de San Pablo y te lo hace sentir”, explica Medina. Pero no solo de geografía se trata, sino también de sonidos, y por eso asegura que The Town contará con una diversidad de espacios que den cuenta de los sonidos de la ciudad. “Tenemos un día que tiene más rock, otro que es más pop y vamos seleccionando el público por estilo a lo largo de los días, pero dentro de una misma jornada tenés distintas atracciones. Hay un escenario de jazz, que va a ser uno de los puntos más altos, que apunta al público adulto, pero también va a presentarle el género a mucha gente que no está acostumbrada a consumirlo. También va a haber uno de cultura urbana, que es muy fuerte en San Pablo y otro de electrónica, pero hecho con las fiestas que acontecen en la ciudad”, explica.
Y aunque la pluralidad de géneros puede aparecer como un diferencial, para Medina el fuerte de The Town sigue siendo el mismo que el de su hermano mayor: la elección de los headliners. “Para un festival como este no es muy difícil porque nosotros trabajamos con lo más top de la música”, dice con orgullo y recuerda que su primera participación con Rock World fue en el armado de la edición 2001 de Rock In Rio, que tuvo como plato fuerte al primer show masivo de Guns N’ Roses en ocho años. “Ese trabajo fue muy fácil porque en esa época todavía nadie bajaba a Brasil, pero ahora quieren venir todos”. Lo que cambió en todo este tiempo, dice, es la actitud de los artistas más vendedores respecto a este tipo de eventos. “Si antes le preguntabas al público qué artistas quería ver, siempre respondían con nombres como Madonna, U2 y The Rolling Stones, que no eran artistas que fueran a tocar en festivales. Lo que empezamos a ver ahora es que eso cambió. Los más grandes quieren participar y eso hace que las propuestas sean más agresivas. Estamos viviendo ahora mismo un cambio de cómo se comporta el mercado”, detalla Roberta.
Con los festivales convertidos ya en una costumbre del verano en Europa y Estados Unidos, por más de que la agenda de visitas a la región sea cada vez más abultada, para Medina todavía no hay un denominador común aplicable a Latinoamérica como plaza de conciertos. “Cada país tiene su gusto y un artista que es grande en Europa no necesariamente lo va a ser acá, y si lo es en Brasil puede que no lo sea en Argentina. Pero la diferencia más grande que veo es que la dimensión del mercado en Latinoamérica empieza a crecer, mientras que en Europa ya está todo ocupado”, explica. Este fenómeno va de la mano de otro ya no solo exclusivo de la realidad argentina: una demanda de entradas que no conoce de crisis económicas. Al respecto, Medina sostiene: “los conciertos traen la esperanza, la energía y la alegría que nos faltan día a día y por eso pagamos lo que podemos para asistir, y pasa a ser una opción con una necesidad más grande de lo que sería si estuviera todo bien alrededor”.
Y aunque Rock In Rio ya desembarcó en España, Portugal y Estados Unidos (y estuvo a punto de hacerlo en Buenos Aires en más de una ocasión), por el momento The Town no se moverá de su lugar de origen. “La verdad es que no estamos pensando en la expansión de The Town, es la carta de presentación de San Pablo”, ensaya Medina y antepone su impacto en el turismo como uno de sus principales valores agregados, al punto que el festival destinará una cantidad de tickets para ser comprados exclusivamente desde el extranjero. La intención a futuro, afirma, es crear una suerte de ruta recitalera como la que puede vivirse entre junio y julio en el Viejo Continente: “mirando a Europa, lo que sería muy bueno para Latinoamérica sería crear la misma cultura de los festivaleros que viajan de un país al otro. Estaría muy bueno que gente que le gusta la música pueda ir de Brasil a la Argentina, de ahí a Chile, para crear una cultura de viaje por la música. Es algo que queremos incentivar”.
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