The Smiths y los 30 años de The Queen is Dead: el disco que cambió el destino de los años 80
Hoy se cumple el trigésimo aniversario de las salida de este álbum, obra fundamental de Morrisey, Marr y compañía
Cualquier disco que tenga dos canciones como "There is a Light That Never Goes Out" y "The Boy With the Thorn in His Side" ya justifica su edición e incluso se perfila como obra maestra. Pero The Queen is Dead también tiene "Bigmouth Strikes Again". Demasiado para ser real.
Con este disco extraordinario, los Smiths marcaron una época, tal como ambiciosamente deseaba Morrissey , cantante inimitable y cerebro lúcido de la banda. En la época en la que apareció, el 16 de junio de 1986, hace exactamente treinta años, el pop británico buscaba denodadamente un atisbo de credibilidad. Dejar de ser catalogado como vehículo de consumo y entretenimiento para transformarse en la filosofía de vida de una generación decidida a enfrentarse con la precedente. El escenario era lúgubre: la Inglaterra conservadora y antipática de Margaret Thatcher ; los hijos del baby boom de los 60, enfrentados a la primera gran recesión industrial. El día a día de los Smiths también estaba plagado de inconvenientes: un enfrentamiento agrio con Rough Trade, el sello discográfico con el que el grupo siempre tuvo una relación tensa; el estrés de Johnny Marr, sobrecargado de trabajo durante la etapa de la producción del álbum; la adicción a la heroína de Andy Rourke, el bajista de la banda, expulsado y reincoporado en apenas unos días...
En mayo del '86 apareció el primer single del disco, "Bigmouth Strikes Again", una canción cargada de sarcasmo y cinismo en la que Morrissey se autoproclama como una nueva Juana de Arco y se esconde astutamente detrás del falso crédito de una vocalista invitada ("Ann Coates", un juego de palabras referido a Ancoats, un distrito de Manchester, la ciudad de los Smiths), cuando en realidad los coros agudos del tema se consiguieron grabando su propia voz a mayor velocidad. El tema llegó hasta el puesto 26 de los charts británicos, una desilusión inesperada que empeoró las cosas con Rough Trade, cuyos responsables ni siquiera sospechaban que estaban frente a una obra maestra que consagraría a Moz como uno de los compositores más importantes de su generación: cáustico, virulento, provocador, hábil para transformarse en genio de la sátira o romántico introspectivo en cuestión de segundos, apuntó sus dardos contra la monarquía y condenó a la belicosa Margaret a la guillotina (de hecho, el disco iba a llamarse primero Margaret on a Guillotine). Inspirado por la increíble historia de Michael Fagan, un perturbado que logró burlar la guardia nocturna del Palacio de Buckingham y terminó charlando con la reina Isabel II en su lujoso dormitorio, imaginó su propia cita, un tenso encuentro para hablar del amor y la política que concluía ácidamente: "La vida es muy larga cuando estás solo".
The Queen is Dead puede leerse enteramente como agresiva burla a los héroes canonizados y manifestación radical del deseo de darles una oportunidad a los perdedores de siempre. El disco conserva el ahogo, el dramatismo y el pesimismo idiosincrático de los Smiths, sí. Pero también deja espacio para la hipérbole idealista del melodrama: en "There is a Light That Never Goes Out", con esa línea de bajo cuya invención merece todo un tratado, Moz suplica primero que lo lleven a un lugar con "gente joven y viva" y sueña después con un final de un romanticismo inaudito: "Y si un autobús de dos pisos se estrella contra nosotros / Morir a tu lado es una manera tan celestial de morir / Y si un camión de diez toneladas nos mata / Morir a tu lado... Bueno, el placer y el privilegio es mío".
Todo lo que se considera esencial en el pop (personalidad, literatura, buenas canciones) se sublima en este disco, que cierra con una cita a una de las películas favoritas de Morrissey, Carry On Cleo, en "Some Girls Are Bigger Than Others". Es otro de los recursos favoritos del cantante: la apelación a la tradición letrada (la alusión a Antonio y Cleopatra, famosa tragedia en cinco actos de Shakespeare), pero filtrada por la cultura pop. Y no es la única cita cinematográfica del álbum: el hombre agonizante de la foto de la portada no es otro que Alain Delon en L'Insoumis, un polémico film noir de los 60. Es evidente que la pluma afiladísima de Moz encontró un complemento perfecto en la magia de Marr con sus policromáticas guitarras. Capaz de desafíos como aplicarle una steel puramente country a la vocalización inocultablemente inglesa del cantante en "Vicar In a Tutu", Marr fue también ideólogo crucial de un álbum que ya anticipaba su explosión como arreglador en Strangeways, Here We Come (1987), el hermoso canto del cisne de los Smiths. Y que también evocaba el espíritu de Oscar Wilde, William Butler Yeats, John Keats y Edith Piaf con rabia, impotencia, humor y melancolía. Todo junto en un solo disco. Sí, demasiado para ser real.
TRES MUSICOS FANS DEL DISCO
- SERGIO ROTMAN (Los Fabulosos Cadillacs, Cienfuegos, Mimi Maura, El Siempreterno): "The Queen Is Dead no es de este tiempo. No es de este siglo. Eso es lo primero que pasa al escucharlo. Y luego, enseguida, las letras... No se puede escribir así y meterlo en una canción de rock. El disco debería venir con un sticker que diga «Cuidado. Letras demasiado buenas». Extrañamente no es mi disco favorito de los Smiths, que para mí son una banda de singles. Por eso mi favorito es Hatful of Hollow. Pero The Queen Is Dead es intenso, es brutal, es divertido. Y, básicamente, si no llorás con 'I Know It's Over', no llorás con nada. Ah, y tiene 'There Is a Light That Never Goes Out'. Esa podría haber sido mi respuesta a la pregunta sobre lo que opino de este disco, y hubiera sido suficiente. ¿Qué significó este disco en la época de su lanzamiento en Argentina? En Fire y en Freedom sonaba todas las noches".
- HERNÁN ESPEJO (Compañero Asma, musicalizador de Nacional Rock FM 93.7): "Me acuerdo que grabé de la radio ´'Bigmouth Strikes Again, el único single del disco. Me parecía rarísimo el efecto de los coros con harmonizer. Tenía 15 años, hablaba muy poco inglés y no tenía la menor idea de todo el peso específico que tenían Moz y su gang. Cuando les llegaba algún cassette que no les gustaba, algunos compañeros de colegio me los regalaban. Así tuve la suerte de llegar a los Dead Kennedys y a Sonic Youth con bastante sincronía. Con los Smiths me pasó lo mismo: me regalaron una versión brasileña de Hatful of Hollow que escuché un montón en esos años y después borré para grabar alguna banda thrash de cuarta en los duros años de hiperinflación post secundaria. Recién volví a sintonizar con Morrissey con Your Arsenal. Es el cierre de la trilogía de discos perfectos que empezó con The Smiths. Strangeways, Here We Come ya es desparejo y cierra la carrera con amargura y rencor. Como suele suceder con las grandes bandas".
- FLOPA LESTANI (solista): "De entre todas las bandas del mundo, los Smiths siempre me provocaron una emoción única. The Queen Is Dead es el disco que marcó el fin de mi infancia. Tenía 12 cuando se lo pedí a mi abuelo para el día del niño en el año del Diego, el '86. Fue mi primer cassette propio, y lo gasté. Me lo acuerdo como un primer beso. Y más objetivamente, creo que es el disco más prolijo, parejo y acabado de los Smiths. Diez temas sensibles y poderosos, en el orden que quieras, en el mejor momento de la banda".
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