The One y la música ideal para encontrar el amor verdadero
La exitosa serie de Netflix cuenta con una banda de sonido cargada de pop, dance y perlitas para musicalizar un futuro cercano, muy cercano
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Como si fuera un episodio perdido de Black Mirror, la primera temporada de The One es ciencia ficción para pasado mañana y desde su estreno el 12 de marzo captó la atención de la audiencia de streaming hasta ubicarse en el top ten de Netflix.
La idea de una app genética que lleva al paroxismo la idea del match (el no-romance de la era Tinder) vertebra una historia que consagra a un nuevo personaje femenino de perfil complejo. La genetista Rebeca Webb (Hannah Ware) deviene CEO de una compañía que se vuelve omnipresente en la vida y los sentimientos de los londinenses. El soundtrack por detrás de The One está en un segundo plano, unas pocas escenas musicalizadas, sonido ambiente en bares o canciones que se van con los títulos. En todos los casos voces femeninas que completan la pulsión ambiciosa de Rebeca Webb y le arman un coro muy contemporáneo sin lugar para el efecto retro. Así, la música de The One sirve también para introducir novedades de baja rotación entre consagradas como la omnipresente Dua Lipa.
“Milkshake” (Kelis, 2003). Cuando en 1999, el New Musical Express de Londres puso en tapa a Kelis como una nueva afrodita de rizos flúo electrificados consagraba a una sucedánea de Missy Elliot en ese soul 2.0 a pura percusión y ronroneo digital. La energía full contact de su debut Kaleidoscope justificaba semejante espaldarazo que además anticipaba con enjundia las demandas feministas por venir. “Milkshake”, de su tercer álbum Tasty, bien puede ser el último exponente de esa irrupción. Un esqueleto de beat sincopado y trenzas electrónicas que resignificaba el afro beat como escudo para una artista que fue perdiendo filo conforme avanzaba su discografía.
“Make me Feel” (Janelle Monáe, 2018). Con “Make me Feel”, la fantástica diva del soul futurista Janelle Monáe rehace a Prince y lo señala como el mejor de los futuros pasados. El álbum donde se escucha este funk hiperkinético es una joya más en una discografía notable que se remonta a la versión hip hop de Metropolis que grabó en 2008. Todo lo que canta es oro y en Dirty Computer se la escucha en duetos con Brian Wilson, Zöe Kravitz y Pharrell Williams. De las voces más sofisticadas y distinguidas que dio la música negra en el siglo XXI. Más cerca de Grace Jones que de Beyoncé.
“Life worth Living” (Laurel, 2018). Laurel Arnell-Cullen (1994) es una cantautora inglesa en la huella de Anna Calvi que consiguió atención por sus canciones intimistas grabadas, claro, en el dormitorio de su casa. Ejecutante de todos los instrumentos, su inclusión es la excepción de un soundtrack que oscila entre el hip hop y el dance o el pop mainstream atravesado por estos géneros. El segundo plano que tiene la música en la serie se compensa con una apuesta por lo nuevo que elude el extendido cliché del contraste vintage entre imágenes y sonido. Anótese como la única canción en The One con una guitarra eléctrica al frente. Clima de época.
“Masterpiece” (NONONO, 2018). Siguiendo con la apuesta a artistas contemporáneos, la banda de sonido de la serie presenta a los suecos NONONO, en activo desde 2012 con un significativo protagonismo en Escandinavia. “Masterpiece” se escucha como una evolución del estilo de (los vecinos daneses) The Cardigans. Una suerte de music hall para la era dance, toda la atención se centra en la voz de la cantante Stina Wäpling. Entraron en las radios de Estados Unidos con “Pumpin’ Blood” pero son toda una novedad a oídos argentinos.
“Levitating” (Dua Lipa, 2020). La presencia de Dua Lipa, la definitiva pop star de la segunda década del siglo XXI, es todo un señalamiento en una serie que plantea que el futuro es hoy o pasado mañana. Por cierto, el dance pop de “Levitating” forma parte de Future Nostalgia, el álbum más acabado de Dua Lipa, cuyo título es también una potente declaración de principios para una cultura pop obsesionada con su pasado.
“Calion” (Anne Meredith, 2020). Otra sorpresa es la aparición de esta compositora británica con raíces en la música clásica atravesadas por la experimentación pop y la electrónica. “Calion” resulta algo así como la emulación del software primitivo de Jean Michel Jarre o Tangerine Dream. Electro-cosmos no sería una definición desorbitada para esta extensa panorámica de sintetizadores en fuga. Otro nombre para descubrir que pasa inadvertido como puente sonoro entre escenas.
“About Work the Dancefloor” (Georgia, 2020). Otra joven compositora londinense que la serie pone en streaming de alta rotación. Multiinstrumentista y productora, Georgia editó su primer disco en 2015 y para el segundo (Seeking Thrills, 2020) la BBC la incluyó en la lista de lo mejor del año. Lo suyo es el dance-canción con mucha influencia del house de Chicago de los 80 y una sensibilidad aguda para el estribillo. En lo que va de 2021 ya subió dos nuevos singles a las plataformas digitales.
“International Woman of Leisure” (La Roux, 2020). Qué bueno que la serie nos recuerde a una solista electrónica como La Roux (Elly Jackson), cuyo debut en 2009 resultó una de las mayores sorpresas de la década: el renacimiento del synth-pop en 12 canciones perfectas. The One rescata una canción de su tercer álbum (La Roux se toma tiempo entre cada álbum), Supervision, donde se la escucha en un registro más funk cercano al Beck de Midnite Vultures pero en el grado cero de la ironía. Una buena oportunidad para volver sobre su discografía.
“Meentiendes” (Sofi de la Torre, 2020). Nacida en Canarias en 1991, Sofi de la Torre reside en Londres donde grabó su único álbum, Another. Not me. I’m done y una miríada de sencillos en inglés y español que la ubican en un espectro que va de un microgénero como el chillwave a esa entelequia llamada “música urbana” donde confluyen el R&B, el trap, el hip hop y esquirlas del dance. “Mentiendes”, lanzado en 2020, la muestra como una alternativa a la rumba digital de Rosalía a fuerza de autotune y low motion (golpes de baja frecuencia al plexo).
“Malibu” (Kim Petras, 2020). Con más de 17 millones de clicks, el pop-disco de “Malibu” está entre las cinco canciones más escuchadas de Kim Petras (Alemania, 1992), una superstar de las plataformas que no solo captó la atención de los usuarios de Spotify con su canción “I Don’t Want it all” sino que la misma global tech sueca la contrató y la llevó directo al chart-dance de Billboard. “Malibu” está montada sobre la musculatura disco funk del Michael Jackson producido por Quincy Jones y el personaje glamoroso de Petras parece el resultado de una cuidada combinación de las solistas en la intersección del dance y el electro pop de Kate Perry a Dua Lipa.
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