"The Logical Song": el guiño de McCartney, una pregunta existencial y los 40 años de un clásico bien añejado
Un hit contra la anestesia de la educación formal terminaba por hacer de Plaza Sésamo pop y en 1979 disponía un catálogo de adjetivos como para alfabetizar a través de la radio y la discoteca. "Beatiful, magical, logical, sensible, responsable, practical, dependable, clinical, intelectual, cynical, radical, liberal, fanatical, criminal, aceptable, respectable, presentable" (bello, mágico, lógico, sensible, responsable, práctico, confiable, clínico, intelectual, cínico, radical, liberal, fanático, criminal, aceptable, respetable, presentable), todas esas palabras se acomodaban en el scrabble de "The Logical Song", una estampida de piano eléctrico que proyectó a Supertramp de segunda marca del rock progresivo inglés a ser una de las sensaciones del mainstream pop en la bisagra de los 70 y 80.
El caso de "The Logical Song" es que, a diferencia de lo que sucedió con otros artistas ingleses, la llegada masiva no dependió de adaptaciones rocker de la música disco. De hecho, el éxito de "The Logical Song" es bastante ilógico. Sonaba en las discotecas pero no era del todo bailable (no como "Another Bite the Dust" o "Miss You", por ejemplo) ni tampoco una balada perfecta para el segmento de lentos (Bee Gees). Fue la consumación del estilo del grupo (¿Un Genesis diluído en el humor musical de Les Luthiers?) que llegó en tiempo y forma y nunca más volvió a repetirse.
Paul McCartney la eligió canción del año y legitimó en 1979 a la dupla que formaban Roger Hogdson y Rick Davies, que trabajaba en Supertramp del mismo modo en que Lennon y McCartney lo habían hecho en The Beatles. Aunque en este caso el crédito es completo para Hodgson, que empezó garabateando la introducción (que es el punctum, como Roland Barthes diría de una fotografía, de la canción) en un piano Wurlitzer en Los Ángeles y, obsesivo, extendió la mezcla por dos semanas.
El formidable éxito que Supertramp tuvo luego con el álbum "Breakfast in America" (editado como "Desayuno en América" en Argentina) le daría la razón a tanto ensimismamiento. Hogdson escribió todas las partes instrumentales y volcó retazos de autobiografía en esa letra cuya crítica al sistema educativo ya había esbozado en "School" (1974) y que lo ponía en la misma veta existencial-humanística del Roger Waters de The Wall, aunque Supertramp carecía del culto y el prestigio crítico que Pink Floyd sí tenía.
Sus padres se habían divorciado cuando tenía 12 años, en 1962, y terminaría pupilo en un internado. De ahí que su reflexión pase de narrar una infancia idílica ("cuando era chico la vida entera parecía maravillosa, un milagro, bella, mágica") al traumático período de escolarización ("pero entonces me mandaron lejos para aprender a ser sensible, lógico, responsable, práctico") y la incertidumbre posterior ("hay momentos cuando el mundo duerme en el que las preguntas se vuelven muy profundas para ser apenas un hombre/sé que suena absurdo, qué hemos aprendido, por favor díganme quién soy"). Ese "Who I am" largado al vacío casi en falsete se volvió uno de los versos más coreados del 79 y, acaso, en la sustancia universal de la pregunta, hecha por un grupo surgido de las cenizas de la psicodelia, esté el secreto de la fórmula imperecedera por detrás de "The Logical Song". ¿Quién no ha estado cantado eso alguna vez?
Demasiado existencial para ser un hit, demasiado adictiva para no serlo, "The Logical Song" tiene indicios de obra maestra desde el principio. La intro de ocho segundos en los que las notas del piano eléctrico son atravesadas por un chasquido de castañuelas españolas, el rumor amenazante de un bajo y una inadvertida respiración podrían configurar un loop perfecto para un assemblage de hip hop o música electrónica.
De hecho, "The Logical song" tuvo una segunda vida en 2001 cuando los alemanes Scooter usaron la primera estrofa (acelerada hasta alcanzar agudos de ardillita) y convirtieron la melodía en un rampante leit motiv digital apto para la euforia del Love Parade. "Ramp! (The Logical Song)" apropió la música soft de Supertramp en un contexto de hi-energy tecno, rave and roll, MDMA (éxtasis) y se despojó de todas las incertidumbres de Hogdson para musicalizar con desparpajo el "vive rápido muere joven" del nuevo siglo. Acaso este destino ya estaba cifrado en la versión original donde Hogdson decidió incluir como efecto especial el sonido de un juego electrónico, la prehistoria de los juegos digitales en red de hoy, usado por Rick Davies en los descansos de la grabación del álbum. Del mismo modo, el humor del que los Supertramp hacían gala en vivo (sobre todo el saxofonista John Helliwell) se les volvió un boomerang. "The Logical Song" tuvo dos parodias. Una fue inmediata y la hizo el grupo de humor inglés The Barron Knights renombrándola "The Topical Song" y la otra a cargo de los australianos Hee Bee Gees apareció en 1984 como "The Scatological Song".
A caballo de "The Logical Song", que fue top ten en Reino Unido y Estados Unidos, el álbum Breakfast in America (publicado el 29 de marzo) fue uno de los discos más exitosos de 1979. Estuvo seis semanas primero en el Billboard 100 y terminó vendiendo 6 millones de discos en Estados Unidos a pesar de los elementos satíricos hacia la cultura popular estadounidense que se hacían evidentes ya en la cubierta (siguiendo a The Kinks y anticipando a Blur), y en algunas canciones como "Gone Hollywood" y el aire de music hall de "Breakfast in America". Fue número uno además en países como Noruega, Austria, Canadá, España y Francia, donde Supertramp mantiene un récord ¿lógico?: "Breakfast…" sigue siendo el disco más vendido de un artista inglés en tierra gala. Así, no resultó extraño que el siguiente paso del grupo fuera grabar un disco en vivo en…París. De allí en más nunca volverían a picar tan alto.
En Argentina el simple fue editado por EMI (que manejaba los derechos de la subsidiaria A&M) en una cubierta genérica de color rojo con "Simplemente otro colapso nervioso" ("Just Another Nervous Wreck" en la cara B). El grupo ya se había hecho un lugar en el nicho soft-pop (Peter Frampton, ABBA) con "Give a Little Bit" (1977) del álbum "Aún en los momentos más tranquilos" y la llegada de "The Logical Song" los proyectó por un rato a la dimensión que podía tener entonces aquí Queen.
Roger Hodgson, convertido en un acto de nostalgia, sigue dando la vuelta al mundo con la canción encendida por las notas prístinas del piano Wurlitzer y su voz aguda insiste con la pregunta existencial ("Who I am?") en el carrousell de la radio de clásicos. Bastante lógico, por cierto.
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