The Last Internationale: un trío de rock clásico que no ahorró clichés para la tribuna
The Last Internationale / Músicos: Delila Paz (voz y bajo), Edgey Pires (guitarra) y Brad Wilk (batería) / Lugar: Niceto Club / Nuestra opinión: regular
Enquistada entre dos semanas de intensa agitación social y política, la fecha de una banda llamada The Last Internationale no podía pasar inadvertida. Minutos antes de salir a escena, en los altavoces de Niceto Club sonaba "The Revolution Will Not Be Televised", el cerebral rapeo de Gil Scott-Heron sobre el divorcio entre las manifestaciones y los medios. Y cuando el extenso clásico sufrió un fade salió a escena el power trío norteamericano, la cantante y bajista Delila Paz, el guitarrista Edgey Pires y el baterista Brad Wilk, agitando y batiendo con un ritmo tribal parecido al "We Will Rock You" del Queen más rebelde.
The Last Internationale está en las antípodas de ser una banda novedosa. Con casi diez años de existencia, los neoyorquinos tienen apenas tres álbumes y un EP -y un cuarto álbum anunciado para 2018- donde cultivan un rock clásico poderoso, que se manifiesta más bien en sus actuaciones en vivo; allí, echan mano a un sinnúmero de clichés, fácilmente identificables, pero que en conjunto no son asimilables a ningún ícono del rock. Para decirlo de otra forma, el trío no es clon de nadie.
Con el rostro de Mohammed Ali impreso en un paño junto al set de batería, el show arrancó con "Killing Fields", Pires sosteniendo la canción con un rabioso riff a la Hendrix mientras Paz y Wilk lo sostenían con una base sólida, para terminar con un extenso solo de wah wah. Al momento llegó "Life, Liberty and The Pursuit Of Indian Blood", lo más cercano a un hit de la banda; un tema contundente, pegadizo, con buen solo zeppeliniano de Pires y un poderoso despliegue en la batería, pero allí empezó a notarse lo opaca que sonaba la voz de Paz, quizá la carta ganadora más importante de TLI. Siguió "Fire", otro hit menor, con bombos tribales y Edgey Pires saltando con la guitarra dos metros bajo el cuello, revoleando los brazos, haciendo poses de guitar hero. "Mind Ain't Free" cedió espacio a Delila Paz, contorsionándose al filo del escenario y tensando las cuerdas vocales, al estilo hard soul de Tina Turner en "River Deep, Mountain High".
Por esos instantes, el trío tuvo su mejor momento. "Wanted Man" siguió la temática de lobo solitario: Pires pidiendo las palmas del público para densificar un ritmo de C&W, reminiscente del "Get Back" beatle, y entonces Delila Paz se colgó una acústica al cuello para cantar "El derecho de vivir", de Víctor Jara, aclarando antes que sufría una disfonía vocal. Al público poco pareció importarle; en "Hard Times" la vocalista bajó y se desplazó entre la gente, cantando sin micrófono, y en "Hit The With the Blues" hubo una explosión, acoples en el monitor y un baile escénico de Paz que terminó en una extenso freak out.
Empezaba el show escénico y se percibía que el trío estaba compensando las falencias de Paz con gestos no musicales. El punk rock de "1968" fue acompañado por imágenes en pantalla de la agitada jornada del jueves pasado en las afueras del Congreso, y para "Change Gonna Come" el guitarrista pidió hacer espacio frente al escenario para hacer pogo. La efervescencia terminó con un integrante del círculo rojo de fans subido al escenario, tomando el bajo de Paz y recibiendo instrucciones de la norteamericana para tocar el tema. ¿Democratización total del rock o antiprofesionalismo? ¿O ambas cosas? El final pareció un regreso a los desmanes de Cemento o el Parakultural, sin la frescura de aquellos. La revolución no será televisada. El show de The Last Internationale tampoco.
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