En diez temas cargados de alusiones sin eufemismos ni alegorías, Gustavo Cordera ofrece la versión de su estado de ánimo y hasta esgrime un contraataque artístico mientras enfrenta una causa por "incitación a la violencia colectiva". Luego de un largo silencio, Entre las cuerdas (que en un comienzo iba a llamarse "Desechos humanos") se impone como la respuesta a la fuerte condena social que derivó en cancelación de shows y otras complicaciones. Ni las repetidas disculpas del ex cantante de la Bersuit atenuaron los decibeles del escándalo producido el 10 de agosto de 2016 en el marco de una entrevista pública frente a estudiantes de periodismo: "hay mujeres que necesitan ser violadas, porque psicológicamente lo necesitan y porque tienen culpa y no quieren tener sexo libremente... Es una aberración de la ley que si una pendeja de 16 años con la concha caliente quiere coger con vos, vos no te la puedas coger", dijo Cordera entonces. Tras los dichos y las denuncias, el fiscal que lleva adelante la causa calificó la declaración como "una grave violación al derecho a la dignidad intrínseca de las personas".
El viaje sin retorno ahora tiene un alegato formado por canciones despojadas en donde se mezcla el arrepentimiento y la arrogancia, y un particular uso del monólogo interior para abordar temas delicados como la culpa y el castigo. Lo nuevo de Cordera no guarda conexión con los ritmos latinos de sus producciones anteriores. Rockero, directo y por momentos agotador en su discurso, Entre las cuerdas cuenta con la producción de Oscar Righi, que deja su marca en las guitarras y las orquestaciones. A la espera del juicio oral, el cantante lanza un singular alegato teñido de sincericidio. Acá una primera aproximación a las canciones.
1. "Un abuso"
"Todas las mentiras se exponen al sol, todas las mentiras se iluminan, se revelan", canta Cordera en el final del tema que marca el comienzo del disco. La canción con título polémico invierte el sentido del abuso y acusa a diestra y siniestra: "Nos envenenan con la comida y la medicina/ recetan sexo con su receta de moralina/ porque ellos temen que despertemos tanta energía"
2. "Ese mundo"
Una base electrónica pega el tema de apertura con la segunda canción, el ritmo repetitivo sigue en la misma línea que "Un abuso". Sobre esa marca, el cantante arriesga un rap para enumerar en tono confesional señas de identidad: "fui melodía de una nueva canción, pero el viejo mundo es resistente a la creación". Y esa búsqueda autorreferencial llega aún más lejos cuando dice: "fui temerario y resistente como todo un líder de la revolución".
3. "Lo verdadero"
El ritmo no varía y "Lo verdadero" aparece como el tercer fragmento de una misma canción. Gracias a la base, casi una cinta transportadora de frases que, en este caso, admite otro tipo de revelaciones: "yo luché porque sentía que no me querían/ y por defenderme estoy lleno de heridas/ no fui amoroso, ni fui solidario, fui intransigente y totalitario".
4. "Ya no quiero castigo"
Una voz robótica casi imperceptible dice "yo soy" y conduce al cierre de esta especie de mini-opera de cuatro movimientos para una estrella de rock prisionera de la ignominia. Aquí, Cordera observa su niñez y esboza una retrospectiva hasta encontrar el síntoma: "Nadie puede darme lo que no me doy/ Y me obstiné, reclamando amor/ Esa fue mi cruz, me victimicé/ Y en la culpa jamás pude encontrar la redención", dice la letra mientras Righi sostiene la canción con un efectivo solo de guitarra para alcanzar un final épico.
5. "Tras tus ojos"
Casi un oasis después de tantas frases en plan catártico, "Tras tus ojos" es una balada de piano y voz cercana a "Mi caramelo" (Bersuit) en su intención romántica, aunque la melodía recuerde a Erik Satie y la letra incluya algunas espinas. La voz relajada de Cordera es otro punto destacable para un disco tensionado y repleto de descargos.
6. "Redención"
Un pedido de paz interior bajo la cadencia suave de una base mid-tempo, la canción es un lamento en primera persona y la letra habla de "osadía ingenua". Sobre el final se escuchan voces interiores suplicando "redención".
7. "Soy campeón"
Por primera vez en el disco, Cordera suena divertido para cargarse un rock ligero con reminiscencias beat y una lírica menos afligida: "Soy campeón porque doy la cara y, aunque me corten las piernas, sigo con el alma", dice la letra en una clara alusión maradoniana. El tema incluye la participación de Gustavo Santaolalla al frente de la parte vocal que dice "ser campeón es confiar en nuestros pies, teniendo el alma pisoteada".
8. "Mi basura interior"
En otra exposición rockera con sustancia de punk-rock cervezal y una pregunta en el estribillo: "¿Quién se hará cargo de mi basura interior?". En los instantes finales del tema, el cantante dobla la apuesta: "Ya no quiero que me en ensucien más/ No encuentro a nadie que quiera llevar tanta basura, la haré culpable, de modo, a toda la nación".
9. "No nos culpen más"
La canción avanza como una traducción criolla de "Kashmir" (Led Zeppelin), Cordera elabora un manual de supervivencia para los tiempos de la grieta, por momentos rapea sobre su realidad cuestionada y expone una explicación: "el miedo mata con frío programado/ viaja derecho con los ojos bien cerrados". Y luego trata de "cobardes" y "caretas" a quienes lo condenan.
10. "Devolución"
Las guitarras bien pesadas de Oscar Righi, en la misma sintonía que el primer Black Sabbath, cierran la exposición de Cordera en plan freestyler, pero aquí no hay improvisación y el discurso de león herido se vuelve extenuante: "Cuando el amor poco se muestra y no responde/ Solo la conciencia puede mostrar lo que la mentira esconde", es la frase final del descargo de Cordera.
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