"Los primeros cuatro años de mi trabajo, en cada lugar del país al que fuimos, escuché la frase ‘sos la primera sonidista que vi en la vida’. Acto seguido las reacciones que surgían las puedo catalogar de tres formas: ‘¡qué bueno!’, ‘qué raro’, y ‘¿cómo puede ser que haya una mina haciendo sonido?’", dice Marina Bello (35) y se ríe a carcajadas. Fue sonidista de Miranda! durante 10 años hasta 2013, y en todo ese tiempo supo solo de una o dos mujeres más que hacían ese trabajo, todos los demás eran varones. Ahora es jefa de técnica de la sala Xirgu Espacio Untref y su equipo se completa con Selene Pascuzzi (25), la primera mujer que se recibirá de ingeniera de sonido en el país.
La historia de esta dupla de sonidistas comenzó cuando Eve Vega ingresó a programar contenidos en la sala colonial de San Telmo en 2015, contratada por la Universidad Tres de Febrero (Untref). Su labor era la de desarrollar el área de música en la sala (hasta el momento sólo funcionaba como teatro) y cambiar el perfil para atraer a un público más joven. Eve se encontró con un staff de técnicos muy hostiles: "Se burlaban de lo que yo programaba, se reían ante los músicos, todo muy primitivo", cuenta Eve. Como era la única mujer le propuso al coordinador incorporar a una técnica y entrevistaron a Marina, a la que había conocido cuando Potra fue a tocar al Xirgu. "Nos encantó su forma de trabajar, además tenía el plus de estar acostumbrada a lidiar con artistas emergentes". Y la tomaron.
Bello es técnica electrónica y en 2002 empezó a operar en vivo. Su primer trabajo fue en el ND/Ateneo juntando cables. "Hay ambientes técnicos donde la forma de vincularse entre hombres era hostil porque el trabajo es muy físico, y la herencia del rock era muy fuerte, tenías que pagar derecho de piso por ‘newbie, mantequita o pelotude’. Se decían ‘levantate la 4770 vos solo’, ¡una columna de sonido alta como Selene! Cuando se enfrentan a una mujer en esos ámbitos se les mueve todo, no saben cómo reaccionar, obviamente que ella no puede moverla si pesa menos que el equipo", dice.
Calcula que hizo 1.500 shows en vivo. Haciendo sonido para un conferencia conoció a Selene, que le contó que estudiaba ingeniería. Se tomó su tiempo, pero un día le preguntó si podía asistirla en los vivos de las bandas con las que Marina ya trabajaba. Y allá fue al Teatro de Flores a darle una mano en los monitores de un show de Gustavo Cordera.
Selene va a ser la primera mujer en recibirse de ingeniería en sonido en el país. "A mí me gustaba la música y los animales, yo tocaba la guitarra y quería ser veterinaria, hasta que mi profesor Sebastián Coria, el guitarrista de Horcas, me dijo que el dueño de la sala de ensayo daba clases en la ingeniería de la UNTREF. Me anoté por la materia cuatrimestral de sonido en vivo que él da en cuarto año".
Por suerte se olvidó de la Veterinaria. Alejandro Bidondo, el director de la carrera, sólo tiene flores para ella. Dice que son pocas las mujeres que se anotan pero que cada vez son más. Al comienzo no representaban ni el 5% y ahora llegaron al 10%. "No casualmente todas las alumnas mujeres son increíbles estudiantes", comentó. Hace once años abrió la carrera y recién ahora se recibe la primera mujer. Sin embargo, hay otros espacios donde estudiar sonido, como la tecnicatura en la Escuela de Música de Buenos Aires (EMBA).
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Cuando Marilina Bertoldi hablaba del cupo femenino de músicas en festivales entendió que tenía que trasladar ese concepto político dentro de su propio proyecto a los espacios técnicos. Por eso llamó a Carolina Monte (25), quien había trabajado como asistente de su ex banda Connor Questa. "La conocí cuando estaba estudiando la tecnicatura en sonido y producción musical en la EMBA y nos hicimos amigas. Empecé a trabajar de asistente del baterista y el año pasado me llamó para que la opere en el set solo. Al final me quedé operando monitores en todos los formatos en los que toca", cuenta la neuquina. En un mundo que tradicionalmente fue ocupado por hombres, al principio la miraban raro, pero, para ella, la situación está cambiando y los estereotipos se están rompiendo.
"El under lo manejan las mujeres", dice Lisa Iris Benevet (38), sonidista en Club Cultural Matienzo e iluminadora en Ciudad Cultural Konex. "Hay muchas salas que son todas trabajadas por mujeres porque es garantía de buen trabajo y somos muy valoradas, incluso por nuestros compañeros". Para ella, el ingreso al mainstream de técnicas es cuestión de tiempo. Su experiencia le sirve de intuición: en el Matienzo la llamaron porque querían incorporar una mujer al área y en Konex el equipo de este año lo integraron cuatro chicas y dos varones.
Pero no sólo de hacer sonido en vivo se trata la técnica, también hay otras áreas en el mundo de la música que hay que ocupar. Y si hay uno que es históricamente desempeñado por varones es el trabajo de stage. Carolina Taborda (38) es la stage de Hilda Lizarazu y de Las Taradas, entre otros grupos. Su trabajo consiste en preparar las cosas que se van a llevar a un show: cables, equipos, pedales, amplificadores, etc; cargarlo en un flete, bajarlo en el lugar, armar el escenario y asistir durante el show. Después, lo mismo a la inversa hasta la sala de ensayo. "Hace siete años que trabajo de esto y aún me pasa que cuando llego con las cosas a una sala los técnicos del lugar asumen que no sé hacer mi trabajo, o le preguntan las cosas a mi asistente varón. En la última fecha con Las Taradas nos pasó que sólo le preguntaban a mis compañeros, así que hicimos una apuesta: si me hablaban a mí para la toma de una decisión a lo largo de la jornada yo les pagaba la cerveza. Me deben una", dijo.
En el caso de la iluminación, Agnese Lozupone (41) también vivió situaciones así, aunque viene del teatro donde el camino está más allanado que en el rock para las mujeres. Ella diseña las luces de Gabo Ferro hace años y una temporada lo hizo con Coiffeur. "Hubo un show donde los técnicos del lugar me maltrataron de tal forma que me fui llorando, salí muy afectada de ese lugar. En general no son los músicos sino el staff de cada sala, aunque cuando te conocen y ven cómo trabajás aflojan un poco".
Natalia Perelman (45) es una de las leyendas que corren entre las mujeres más jóvenes que están empezando a hacer su camino en el sonido. Empezó en el 2000 como asistente de uno de los estudios de grabación más importantes de la historia del rock: "Estuve como seis meses insistiendo para entrar a trabajar ahí. La respuesta del dueño era que no era un trabajo adecuado para una mujer porque había que mover cosas, agacharse a enchufar, y que los músicos se iban a sentir incómodos ante la presencia de una chica, que iban a tener que cuidarse de lo que hablaban. Insistí tanto que lo logré y entré como asistente", cuenta. En ese estudio de Floresta trabajó varios años, aunque el primer tiempo se iba llorando de lo mal que la trataban los técnicos que traían los músicos. Después empezó a trabajar en Santito, otro mítico estudio que ya no existe más, y le tocó asistir la grabación de Siempre es hoy de Gustavo Cerati. En 2003 viajó a Estados Unidos a trabajar ya como técnica, no como asistente, y en 2006 a Londres. Ahí ya trabajaba de manera independiente y pasó por todos los estudios de grabación del país. "Hasta que las redes sociales se hicieron más presentes y útiles no conocí a otras pares, porque las sonidistas de estudio permanecíamos en las sombras", cuenta.
Con la ola de movilización de las mujeres desde #NiUnaMenos y la discusión por el aborto, Natalia empezó a recibir mensajes de chicas que querían vincularse con ella porque estaban iniciándose en el Sonido, hasta que otras dos colegas, Paulina Chiarantano y Pipi Sánchez, ambas asistentes de Romaphonic, le escribieron para nuclearse. Así nació la Red de Mujeres en el Sonido (RMS) que la tiene como cofundadora. Lo que empezó siendo un grupo de Facebook que ya tiene más de mil mujeres, es ahora un organismo que busca su personería jurídica para constituirse legalmente. "Las mujeres siempre estamos puestas a prueba constantemente sobre lo que sabemos de sonido. Y el estudio de grabación sigue siendo un bastión de lo masculino", dice Perelman. Para eso hicieron un Directorio de Mujeres en el Sonido, así se visibilizan cuántas hay y qué roles ocupan. El año pasado dos chicas consiguieron trabajo permanente a través del grupo.
Ninguna de las profesionales piensa que la mujer escucha diferente al varón, pero sí una predisposición al trabajo en equipo donde fluye una comunicación más sensible, menos hostil. Como dice Eve Vega, del Xirgu Espacio Untref, los técnicos de un lugar son la carta de presentación ante los músicos y el público, porque son los que hacen que suena, se vea y se escuche bien. "Es responsabilidad de los espacios, los productores y programadores incorporar técnicas mujeres en sus equipos."
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