Teatro Colón: La flauta mágica, una ópera que es pura fantasía
La versión de la Komische Oper de Berlín de la obra de Mozart, que subirá a escena a partir de hoy homenajea al arte del cine mudo, de Buster Keaton a Lotte Reiniger
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Tras su estreno en la capital alemana en el año 2012 y luego de una década recorriendo el mundo con un éxito unánime, llega al Teatro Colón de Buenos Aires una impactante Flauta mágica producida por la Komische Oper de Berlín (KOB), con la dirección escénica del talentoso director australiano Barrie Kosky, en colaboración con la compañía de teatro británica 1927 y sus artistas fundadores, la escritora e intérprete Suzanne Andrade y el ilustrador Paul Barri.
Se trata de la última ópera de Wolfgang Amadeus Mozart (en rigor, más que una ópera, un singspiel, esto es: una forma que intercala números cantados con partes habladas), en una versión que traspasa los límites del género y se sirve de los elementos más ricos y fantasiosos de la trama -la palabra “magia” ya está en el título-, para crear un espectáculo deslumbrante, una puesta en escena de gran originalidad donde el ingenio y la exuberancia de las ideas, las asociaciones e imágenes no dan respiro al espectador.
Kosky considera que, más allá de las clásicas escenas cargadas de drama y virtuosismo, la lírica y el arte en general, deben ofrecer un entretenimiento a su público, pero deben hacerlo con la más alta y sofisticada calidad posible. La diversión y el humor son dos componentes básicos desde esa perspectiva y esta creación suya, repleta de fantasía, encanto y sutileza, es la mejor declaración al respecto.
Como en el cine mudo
Al trabajo original de 1927 que consiste en la combinación de animaciones hechas a mano y actuaciones en vivo, se sumó para la ambientación de esta fabulosa Flauta, una clara impronta de Kosky definida en la estética berlinesa del cine mundo surrealista de los años 20, una materia que investigó siendo director general y artístico de la KOB, dedicado al rescate de las operettas de “los años dorados” realizadas en el teatro alemán.
Esta propuesta en cuya concepción Kosky su equipo trabajaron durante tres años y medio, se aleja del esquema de las realizaciones tradicionales, con sus grandes construcciones, sus piezas de utilería y decorados corpóreos, para acercarse a un producto de fusión entre lo cinematográfico y lo teatral, donde los cantantes/actores no aparecen separados de la proyección (como cuando se utiliza el recurso de una pantalla en la ópera, “eso es demasiado aburrido” según Kosky), sino completamente inmersos en ella. De hecho, la caracterización con vestuario y maquillaje y la marcación de los cantantes con una determinada gestualidad, con ritmos y movimientos minuciosamente coreografiados, se integra a la narración fílmica para quedar subsumidos en ella como un elemento más de la composición visual. En tal sentido, Kosky trabaja con un lenguaje que es novedoso para el género lírico y lo que resulta de tal combinación es una suerte de película con personajes tridimensionales y animación interactiva.
La escenografía consiste en una gran pantalla detrás de la cual queda oculto un andamiaje de distintos niveles, con puertas giratorias por las que aparecen y desaparecen los cantantes, como piezas de un rompecabezas, mimetizados en un gigantesco collage de dibujos, efectos y carteles que van completándose a través de proyecciones en varias capas de mini pantallas. La coreografía, la técnica y la sincronización son las claves en la ejecución de este gran diseño, donde la estrella que más luz irradia es precisamente la ilusión del propio diseño.
Versión recortada
La que se ofrece aquí será una versión con cortes que al, quitar los diálogos (las partes habladas que hacen al género que define a la obra mozartiana: el singspiel), reduce casi media hora de la extensión final. “Dejar los diálogos originales era ir en contra de esta concepción escénica que consiste en contar la historia a partir de imágenes teniendo como base la inspiración del cine mudo”, explica el responsable de esta reprise, el dramaturgo Esteban Muñoz, quien llegó en representación de la KOB con la misión de reponer la obra en la Argentina “uno a uno, tal cual como se hizo en Berlín y en el resto del mundo”.
“La información que está contenida en esos diálogos -revela Muñoz-, le llegará al público reducida al mínimo posible, proyectada al estilo de diapositivas y acompañada al piano con Fantasías de Mozart. Mínimamente se han recortado unos veinticinco minutos y hay que entenderlo en el contexto de hoy: en casi ningún teatro alemán se presentan los diálogos completos porque es cada vez más difícil pensar una ópera de cuatro horas. Es una técnica aceptada hasta en las casas más tradicionales del mundo germano como la Staatsoper de Viena.”
Pura fantasía
“A pesar de los diez años que lleva en escena, desde Estados Unidos hasta Japón, Corea del Sur, China y Taiwán, pasando por toda Europa, desde Escandinavia hasta Roma, y desde España hasta Rusia… la estética de esta producción no ha envejecido. Por el contrario, ha ido mejorando con el tiempo sobre todo en la profundidad que han adquirido los personajes y en el perfeccionamiento de una técnica de actuación específica donde los gestos se trabajan con el cuerpo y con la respiración a la manera de fotos que permiten recrear el estilo del surrealismo alemán. Llegar a la expertise de este arte, saber cómo funciona, cómo es y cómo se logran los efectos que buscamos… ése es el capital de toda una década.”
La puesta que se verá a partir de este domingo bajo la batuta del director de estudios del Teatro Colón, Marcelo Ayub, es la producción original de la KOB, concebida y realizada por la casa berlinesa con la firma de Barrie Kosky. Llegó en containers enviados desde Alemania con la escenografía y los vestuarios completos. “Se habla mucho de puestas modernas -destaca finalmente Esteban Muñoz-. Pero no es lo que verán aquí. No hay ideas rupturistas, no hay interpretaciones psicológicas en los recovecos de la trama. Esta es una producción que llega al alma de la obra de Mozart, es decir, a la imagenología del cuento de hadas, una fantasía para ser vista y disfrutada con el espíritu de lo que es, una pura fantasía.”
- La flauta mágica, de W. A. Mozart. Hoy y el domingo 14, a las 17; y el martes 9, miércoles 10, jueves 11, viernes 12 y martes 16, a las 20, en el Teatro Colón, Libertad 621. Con la dirección musical de Marcelo Ayub y dirección de escena de Barrie Kosky y Suzanne Andrade. El elenco incluye a Joel Prieto, Juan Francisco Gatell, Verónica Cangemi, Hera Hyesang Park, Peter Kellner, Alejandro Spies, María Savastano, Ana Sampedro, Rafał Siwek, Lucas Debevec Mayer, Anna Siminska y Laura Pisani.
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