Tapajós, con lo mejor de Brasil
Presentación del cuarteto integrado por Sebastião Tapajós en guitarra, Danilo Caymmi en flauta traversa y voz, Mauricio Einhorn en armónica y Ney Concenção en bajo de seis cuerdas. En el Sheraton Hotel.
Nuestra opinión: muy bueno
Un encuentro de cuatro intérpretes exquisitos dispuestos a mostrar la riqueza de la música popular brasileña. Hasta aquí, la propuesta no parece especialmente diferente de tantas otras. Sin embargo, la clave está tanto en las virtuosas expresiones individuales como en la texturas tímbricas que logra este cuarteto.
Guitarra, flauta traversa, armónica y bajo eléctrico desarrollan por momentos arreglos orquestales. En otros, los más, despliegan un mundo casi instrospectivo en el que contrasta su lírica con su ritmo. De esta manera generaron con el auditorio una intimidad inmensa, quizás el clima más propicio para la bossa nova o esos samba-canção cuya melodiosidad lograría enternecer a las piedras.
Sebastião Tapajós en guitarra, Danilo Caymmi (hijo de Dorival) en canto y flauta, Mauricio Einhorn en armónica y Ney Conceição en bajo de seis cuerdas lograron traer hasta Buenos Aires el espíritu del género, su quintaesencia: la frescura.
Desde el primer momento, Tapajós muestra el camino al grupo. Por cierto, su guitarra en este primer tramo evidencia seguridad, algo que el cuarteto necesitó al comienzo. El tema es una bossa de Garoto do Violã, "Lamento do morro", un tema que toma color paso a paso. La inclinación del grupo es hacer un fraseo suelto, como el que logran en "Corcovado", del gran Jobim. Lo canta Caymmmi y comienza el primer contacto con ese mundo de imágenes y melodías. La guitarra crea una red de arpegios mientras que Einhorn contrapuntea desde atrás con el canto y Conceição mantiene el tiempo. Un grupo que muestra ese don divino sobre el escenario: la integración, comunión de sentimientos e ideas. Así es como tocan.
Para ampliar el horizonte
Todo un dato de esta inspirada propuesta fue el no haber abusado del repertorio tradicional. Tocaron pocas canciones de Jobim, lo que representa, además, un desafío; una decisión encantadora que permite abrir el horizonte de una música que tiene una lista innumerables de talentosos autores. A las pruebas nos remitimos: sobre el escenario había tres.
Llega "Marina", del bahíano Dorival Caymmi. Un tema de intensa melodiosidad que el grupo trata de manera libre, pues la entonación de la guitarra cruza las fronteras de la tradición en busca del mundo erudito. Hay también una suave batida sólo para recordarnos que es una bossa, pero sin insistencia. La lírica, como toda la obra de Caymmi, pone el énfasis en el mar, aun sin él por delante, como en esta pieza, cuyo nombre nos lo recuerda.
"Gabriela", cantada a capella,refleja el arte de la familia Caymmi. La voz profunda crea un sortilegio expresivo. La letra refleja el mundo de una dama deseada, el tono tiene la ternura y un aire de resignación conocido, como domesticado .
Una de los temas más logrados fue "Andança", de Caymmi y Tapajós, construido a dos voces, donde el bajo hace el coro y estribillo. Una deliciosa prueba de inspiración en la que la guitarra de Tapajós , experto en tensiones, crea un clima sostenido por las inflexiones de Caymmi en su canto y acompañado por el canto del bajo. La música se balancea como el oleaje en un mar calmo.
Luego vendrá un momento casi mágico. Einhorn, que había tenido un papel más discreto, queda solo con su armónica para hacer nada menos que el tango "Uno", cargado de sutilezas. Lo tocará con un espíritu bossista y suave cadencia. Einhorn no se deja tentar por la dramaticidad del tema sino que lo aborda con sentimiento propio; le da a cada nota una duración, un tiempo y una intensidad particular con la que enhebrará una textura armónico-melódica en la que pierde el cuatro por cuatro y sale ganando el lirismo. La ovación que saluda el final logra emocionar a este sensible virtuoso.
Luego vendrán más bossas, chorinhos y sambas, más belleza y una confirmación, la de este genial grupo que, como dice Tapajós, representa un abrazo de las mil músicas brasileñas en Buenos Aires. Los porteños, agradecidos.
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