El histórico guitarrista del heavy metal argentino recuerda a su amigo y compañero de banda y anticipa los shows en los que le rendirá tributo tanto a la figura del líder de Almafuerte, Iorio, como a la del gran baterista, Valencia
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“El 24 y el 27 de octubre en Flores y el 28 de diciembre en el Malvinas Argentinas, voy a reivindicar la investidura de este hombre”. Cuando Claudio “Tano” Marciello dice “este hombre” se refiere, por supuesto, a Ricardo Iorio, y cuando dice “investidura”, lo dice sabiendo que el líder y fundador de Almafuerte era una autoridad metalera consagrada por su pueblo, esa gente a la que -como reza la letra de “Aguante Bonavena”, por sentimiento, locura y pasión se los ve de negro vestidos.
El Tano es, además de un guitarrista virtuoso, un laburante del heavy: toca acá, allá y en todas partes con su banda CTM. No para de hacer, grabar y publicar música: en 2023 editó Emergencia, su último disco hasta ahora. Y en medio de ese trajín, se le ocurrió una idea: “CTM conmemora a Almafuerte”, tres shows (los dos del Teatro Flores que ya están agotados, el del microestadio de Argentinos Juniors a fin de año que está en marcha) para interpretar exclusivamente temas de la banda que se fue en un fade out poco explicado allá por 2016. Por la memoria de sus compañeros caídos (Ricardo Iorio el año pasado, el baterista Bin Valencia en 2022) y por el legado del grupo insignia del metal pesado nacional, Marciello recuerda los buenos tiempos y habla de lo que se hizo, de lo que se hará y de lo que pudo haberse hecho pero quedó trunco.
–¿Cómo te decidiste a hacer este show? ¿Te preocupó en algún punto que dijeran que querías usar el nombre de Almafuerte sin Iorio?
–Tuve el sueño de haber escuchado las canciones en la radio en un momento que yo venía en la camioneta y cuando llegué a mi casa dije que me gustaba la banda: “Qué linda banda Almafuerte”. Y en un momento estábamos reunidos con mi coordinador y manager solucionando algunos problemas de viáticos por la gira de CTM, me hacen una pregunta y yo no contesto. Y cuando me dicen: “Che, boludo, ¿en qué estás pensando?”. Digo: “Estoy pensando en hacer un recital con CTM y hacer solamente canciones de Almafuerte”. Por eso es una conmemoración. Homenajear no puedo porque yo soy un Almafuerte y no me voy a homenajear a mí mismo. Tampoco es un tributo porque no tengo gente que imite. No pasa por ahí.
–Además, los temas también son tuyos...
–No solamente son míos, sino que trabajé muchísimo durante muchos años. Y creo que es un legado que quedó sin tocar hace mucho tiempo. Me pareció oportuno hacerlo en el mes de octubre, que es el mes en el que falleció Bin y el mes que falleció Ricardo. Por eso pedí tocar en el Teatro de Flores un 24 de octubre, y me dijeron: “Es jueves”. No importa. Porque no fallecieron Bin y Ricardo el mismo día; entonces busqué la fecha que falleció Ricardo, el mentor, el que me vino a convocar a mí para Almafuerte. Me pareció también muy oportuno para despedir esa parte emocional entre mis dos compañeros. Bin es el baterista más longevo de Almafuerte, así que es el baterista de Almafuerte. Y Ricardo es el mentor de Almafuerte, porque lo armamos juntos, pero el que me viene a buscar a mí para amar la banda es él. El que me dice “le voy a poner Almafuerte” es él. Y yo lo llevé a la casa de Almafuerte, que está a 15 cuadras de mi casa, en San Justo, donde él había nacido. Y bueno, vivimos unas cosas impresionantes y compusimos muchísimas canciones. Y eso me llevó a hacer ese recital, que después me entero que se agota en tres horas. Me vuelven a llamar y veo en las redes que la gente empieza a encabronarse porque “nos quedamos afuera”. ¿Qué hacemos? Uno más me banco. “Y, pero no es sábado”. No me importa, ¿qué día hay? Domingo 27. A las cuatro horas no había más entradas. La gente sigue pidiendo. Entonces yo propongo un lugar y resulta que en ese lugar no hay fechas disponibles. Y me dicen: “Yo tengo un lugar”, y es justamente acá donde estamos ahora, el Malvinas Argentinas. Así que bueno, la fecha se dio por decantación, yo no la elegí. Es por el deceso de Ricardo, es el mes que fallece Bin y, el 28 de diciembre, que es una de las fechas en las que Almafuerte solía cerrar los años. Ahora, las redes y todas esas cosas me tienen con muy poco cuidado porque yo sé que hay gente que me quiere y gente que no. Yo estoy para sumar, para construir, y esto lo hago porque es un sueño y un honor realizarlo. Después de estas tres fechas no sé qué hay. Yo sé que CTM entra al estudio a grabar, porque CTM es una banda que sigue generando.
–Vos ya venís tocando temas de Almafuerte en tus shows. ¿Cómo abordás esos temas? ¿Tratás de que suenen lo más parecido a los discos o los versionás de alguna manera?
–Parecidos. La gente tiene que entender que si no está Ricardo no existe Almafuerte. Nunca más va a estar Almafuerte. A mí en una época me dijeron: “Si vos buscás a alguien que cante parecido a Ricardo y ponés a otros integrantes que estuvieron en Almafuerte, hay tanta plata. Te armo una gira y podemos ir al exterior”. Y mi respuesta fue: “Ni en pedo”.
–No es cualquiera el que falta, es Ricardo Iorio...
–Sí y aunque estuviese Ricardo vivo y me propusieran algo igual, tampoco armaría Almafuerte. Por eso no hago Almafuerte, por eso es “CTM conmemora Almafuerte”. Yo estoy convocando al público de Almafuerte, a la gente que tuvo memoria de alguno de esos conciertos que se hicieron, o la generación nueva que nos escuchó por medio de su padre o primos o tíos, para que vengan acá a cantar esas canciones. Porque va a ser toda una interacción entre nosotros que vamos a tocar y el público. Y las versiones son versiones de CTM, que las cantamos Leo Radaelli y yo, y eso también tiene una cuota de versión. Hay temas que tienen solos más largos, hay otros que tienen algunos arreglos, hay finales diferentes, y todo eso es un trabajo que se está haciendo desde el mes de abril y estamos ensayando dos o tres veces por semana. Mientras tanto, también tenemos giras.
–No pasó tanto tiempo desde el final de Almafuerte, pero ya hay gente que se lo perdió por una cuestión de edad.
–Hay mucha gente que me dice: “Che, loco, ¿por qué no hicieron nada antes, que estaba vivo Ricardo?”. Sí, también estaba vivo Bin. Lo que pasa es que hubo muchas conversaciones para volver a armar la banda y despedirla, pero también estábamos cada uno enroscado en sus proyectos, y por lo menos de mi lado yo no era un tipo invasivo, y tampoco lo fue Ricardo conmigo. Al contrario, cuando nos comunicábamos era para decir: “¿Qué necesitás, loco?”. Hablábamos de la familia, o de un gallo que no lo dejó dormir en toda la noche, o yo que había tenido un viaje y había conocido a una persona. Sí hubo una propuesta muy fuerte, pero no llegamos.
–Se dijeron muchas cosas y nunca quedó del todo claro cómo se mantuvo tu relación con Ricardo después de Almafuerte. ¿Qué pasó entre ustedes?
–El año pasado yo toqué en el Luna Park, abriendo el recital de Steve Vai. Quince días antes de ese recital yo hablo con Ricardo y 20 días después hablo con Ricardo de nuevo. Las comunicaciones que teníamos con Ricardo eran esporádicas. Habíamos hablado en marzo, habíamos hablado en la época del encierro; me decía: “Tano, viste ahora con esto, los muchachos que trabajan con nosotros”. La relación quedó ahí. Lo que pasa es que no era una relación tan fluida porque él estaba ensayando, él estaba con su proyecto y yo estaba con el mío. CTM comienza apenas Almafuerte deja de tocar. Así que en la segunda conversación que tuve con Ricardo, en junio de 2023, fue a la semana de tocar en el Luna Park; me llaman y me proponen algo que no te lo puedo decir porque no se dio, donde Ricardo me dice: “Armá la lista”. Así que te podés imaginar de qué se trata. “Armá la lista, Tano”. Y al otro día me llama y me dice “no, no lo voy a hacer, no lo puedo hacer”. Y me dice: “Estoy cansado”. Yo le dije que no se hiciera ningún problema y me dijo: “Sí, ya sé. No en este momento, más adelante haremos algo”.
–Y no se pudo dar...
–Siempre decíamos: “Más adelante o en algún momento”. Ahora: ¿qué hay de cierto en el sentimiento, puertas adentro, de cada uno? De mi lado estaba con toda la predisposición. Yo fui uno de los que tiró la piedra de despedir la banda con la última formación. Pero también tenía temas para grabar. Podríamos haber hecho algo en vivo y dejar unos temas de bonus tracks. Y también tenía intenciones en algún momento de llamar a Ricardo para que me diera una mano con alguna letra para ponerle a mi próximo disco. Había un montón de cosas para hacer. Otra vez nos íbamos a juntar en el Teatro Municipal de Bahía Blanca, los dos solos. No para dar un concierto: para filmar algo, porque él quería subirlo a sus redes, y se le metió un tipo en la casa y le robó la llave de la camioneta. Eso fue un hecho que se desparramó por todos lados. Le dije: “Quedate tranquilo, yo igual tengo que ir a la casa de mi luthier que le dejé una guitarra para arreglar”. “No, este tipo me arruinó, me robó plata, se tragó la llave de la camioneta”, me decía. Una historia terrible. O sea, estaba todo distante pero la relación seguía.
–¿Cómo era componer con Ricardo?
–Muy piola, porque cuando estuvimos juntos y estábamos en la zona, antes de que él se radique en Coronel Suárez, teníamos una guitarra criolla, la cual yo tenía pegada todo el tiempo, y éramos unos fascinados de la música que hacíamos. Y después de cada recital que dábamos, teníamos un recital extra para la gente que se quedaba mientras cargaban los equipos y luces. Nos quedábamos con un grupo de gente y tocábamos los temas, y en esa época nadie filmaba ni nada de eso. Y hacíamos canciones y en los viajes en micro también. Cuando él se radica ahí por Sierra de la Ventana, yo ya me había armado un pequeño estudio en mi casa, y lo que yo hacía era armar las canciones, grabar la batería, el bajo y la guitarra; les hacía unos solos improvisados y le tiraba una melodía arriba para que él se diera cuenta dónde iba el estribillo y la parte cantada. Y el primero que recibía esa música era él, porque tenía que escribir. Y después yo, en los ensayos, con Beto y Bin, le pasaba los CD. Cuando ellos ya lo tenían más o menos memorizados, nos juntábamos a ensayarlos. Y ahí íbamos haciendo los arreglos. A veces me llamaba por teléfono y me decía: “Mirá, tengo esta melodía”, o usaba la melodía que yo le mandaba. En los últimos dos discos me pedía la melodía porque yo le conocía la altura y el registro que él tenía. Entonces le hacía una melodía y le decía: “Si si te va escribí ahí arriba y si no la reformás”. Obviamente que había palabras que las quería poner y modificaba la melodía, pero él me pedía los solos, le hacía imaginar o le daba el pie para darle un motivo para escribir.
–¿Te quedó alguna cuenta pendiente con él? ¿Algo que te hubiera gustado charlar?
–Me quedaron un montón porque siempre había algo de qué hablar. Ricardo tenía un eslogan: a mí me hacía divertir mucho y a veces había cosas que no las compartía, y cuando me levantaba decía: “¿Ves? El Tano se enojó”. Era una persona muy instruida. Si te quería te tiraba la mejor y siempre había algo para proyectar, tanto individual como grupal. Por ejemplo: cuando él decide emprender su carrera solista, yo me junto con él en Luján para aclarar una declaración que había hecho que no me había gustado. Bueno, aclaramos las cosas, hablamos y a partir de ahí quedó todo más que bien. Él hace su debut en Rosario, y yo había tenido una cirugía y quería ir a verlo. Cuando un artista de este palo va a hacer un evento grande, a mí me gusta ir. Me gustaría ir a Obras a ver a Horcas, por ejemplo, pero yo toco en La Plata. Entonces le digo: “Amigo, tengo muchas ganas de ir a Rosario y no voy a poder ir, pero te estoy diciendo de verdad que quiero ir, ¿eh?”. Me dijo: “No Tano, quedate tranquilo, igual voy a andar por allá”. Le dije: “Entonces voy a Flores” y me dijo: “Si venís, subís”. Yo quería quedarme al lado de la consola y ver el show; somos personas que siempre estamos arriba del escenario y nunca podemos ver un show. “No, no, si venís decime qué tema querés tocar”, me dijo. Me dijo que lleve una guitarra, quería que yo lleve mi Ibanez. Y cuando llegué no le gustó un carajo porque yo llevé otra. Mi intención no era invadir a la banda, sino hacer dos temas acústicos, “Zamba de resurrección”, “Mi credo” o “Allá en Tilcara”. Algo de eso para que la banda siga con su set y no tenga que reformar nada: enchufo la línea y listo. Hicimos dos temas y fue muy emocionante. Fue un momento muy hermoso que viví con él y que tengo guardado en el corazón, como una vez cuando tocamos en un festival que se hizo en Corrientes y quedamos los dos solos haciendo “Mi credo”.
–¿Y después?
–Después no fui más, nos hablábamos por teléfono. Él sabía que yo estaba girando con CTM y él estaba con su agrupación. Y todos los discos que yo edité, los tuvo siempre. El que me faltó mandarle fue Emergencia, el último. Cuando recibió Crudamente (2019) me llamó y me dijo: “Tano, lo hiciste”. Ese iba a ser el noveno disco de Almafuerte. Cuando él empieza a tocar solista, yo me quedo con todas esas músicas. Digo: “Bueno, listo, está ocupado haciendo su gira, escribo y saco Crudamente”. Él tenía los demos de esos temas y me llamó y me dijo: “Hijo de puta, lo sacaste igual”.
–Escuchándote hablar de lo bien que te llevabas con Ricardo es inevitable preguntarte por qué se separaron.
–Lo que pasó es que Ricardo tomó la decisión de armar una banda solista. Si vos encontrás una declaración de Ricardo que diga: “Se separó Almafuerte”, decime, yo no la encontré. ¿Que lo haya insinuado? Traémelo también. A mí Ricardo en ningún momento me dijo: “No va más”. Al contrario: hablábamos muchas veces de volver a tocar en algún momento. Pero en ningún momento “no va más”. Por eso digo que soy un Almafuerte, yo sigo siendo el guitarrista de Almafuerte. No se va a terminar. Lo que se terminó es formar un Almafuerte otra vez. No solamente por plata. No se me ocurre salir con el nombre Almafuerte. La gente decía: “Si están Ricardo y el Tano es Almafuerte”. Con todo el respeto a mis compañeros: era lo que la gente quería. La gente en la calle me decía: “Quisiera verlos juntos una vez más”. De todas maneras, ponele que encontrás una declaración de él diciendo: “Se separó Almafuerte”: no sé cuál fue el motivo. Porque sí hubo declaraciones de él en las que tiró algún papo; por eso tuve la reunión con él en Luján y terminé tocando con él en el Teatro de Flores. Yo me carajeé muchísimo con Ricardo y yo puedo decir lo que quiera sin faltar el respeto, pero yo estuve 22 años con él, pasé más tiempo con él dando vueltas en la ruta que con mi familia. Entonces, si yo me enojo, puteo o lo que sea, sé por qué lo hago. Y lo mismo hacía él conmigo. Pero a la hora de subir al escenario, nosotros nos divertíamos. Sabíamos que esa parte era intocable.
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