“Suspicious Minds”: el último gran éxito de Elvis Presley cuando ya pocos creían en él
Fue el último número 1 del Rey del rock and roll y se grabó en unas sesiones cargadas de tensión, cuando muy pocos creían en su resurrección artística
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El clima en el estudio no era el mejor durante la grabación de “Suspicious Minds”. Sin embargo, Elvis Presley hizo una versión realmente inolvidable del que sería el último gran éxito de su carrera y, a partir de ahí, un clásico de su vasto repertorio.
Siguiendo la estrategia de su singular manager, el inefable coronel Tom Parker, Elvis había pasado buena parte de la década del 60 trabajando en películas mediocres de la Paramount Pictures y produciendo música exclusivamente destinada a las bandas sonoras de esos films. Cuando tomó conciencia definitiva del declive en términos artísticos que había provocado ese estricto régimen ideado con el único objetivo de generar buenos negocios, decidió cambiar los estudios de la RCA de Nashville, donde grababa habitualmente, por el American Sound Studio de Memphis, propiedad de un productor célebre de la época, Chips Moman -quien entre 1967 y 1971 logró meter 120 canciones de distintos artistas en los charts de Billboard- y el respaldo de The Memphis Boys, una gran banda de soul integrada por Reggie Young, veterano guitarrista del Bill Black Combo; los bajistas Tommy Cogbill y Mike Leech; los tecladistas Bobby Emmons y Bobby Wood; el baterista Gene Chrisman y una gloriosa sección de vientos.
Con esos mismos músicos, Moman había logrado resultados de excelencia con gente como Dusty Springfield, Dionne Warwick y los Box Tops. Pero él estaba muy acostumbrado a tomar todas las decisiones y la banda dejó en claro que trabajar con ese Elvis un poco degradado de fines de los años 60 no era un proyecto especialmente interesante, como quedó claro cuando el trompetista Wayne Jackson declaró: “Es una buena oportunidad, pero no es como grabar con Neil Diamond”. Medirse con un grupo de músicos desconocidos que parecían obstinados en demostrarle lo poco que los impresionaba no era la mejor idea para Elvis, así que las sesiones empezaron en medio de un clima de tensión ostensible.
La grabación
Chips Moman sabía que su tarea no era poner en evidencia a Elvis pidiéndole que repitiera una toma o marcándole dónde desafinaba. Presley solía guiarse por sus propias percepciones, más que por reglas preestablecidas. Así que el ambiente era inusualmente apagado para una sesión de El Rey.
Aun así fueron jornadas muy productivas. Elvis demostró muy pronto que podría moverse con mucha soltura en los terrenos del soul, el gospel, el country y el blues, la amalgama de estilos que coloreó From Elvis in Memphis, el disco lanzado en 1969 que recibió merecidamente algunas de las mejores críticas de su carrera.
El álbum revivió a Elvis como músico. Las casi treinta películas que había protagonizado en esa época le habían reportado enormes ingresos (un millón de dólares cada una, promedio), pero su reputación se había devaluado claramente en un contexto donde habían explotado bandas más jóvenes -The Beatles y The Rolling Stones, nada menos- y Tom Jones emergía como un candidato firme a robarle la preferencia de su público.
Y lo consiguió con un disco grabado en ese clima tan denso, con Chips Moman soportando la vigilancia de Felton Jarvis, histórico productor de Elvis que también opinaba sobre cada paso que se daba en el estudio, y asombrándose en cada jornada con la gran condescendencia del séquito que rodeaba al músico.
Aunque fue grabada en esas sesiones, “Suspicious Minds” no formó parte de la primera edición de From Elvis in Memphis y recién fue agregada en la reedición del disco con varios bonus tracks lanzada en 1998.
Editada en 1968 en el sello Scepter por su autor, Mark James, más sólido como compositor de éxitos para artistas producidos por Moman que como intérprete, era una historia de amor e infidelidad expresada en una balada de tintura soul. Su versión suena raquítica en comparación con la de Elvis, potenciada con preciosos arreglos orquestales y una interpretación que, como bien señala el biógrafo Peter Guralnik: “Oscila entre el estoicismo (por la sopecha de infidelidad) y la angustia (por la pérdida inminente)”. En solo cuatro tomas el productor y la banda de apoyo notaron que era una grabación que podía hacer historia. Y no se equivocaron.
Editada como single en agosto del 69, dos meses después de la salida al mercado del disco From Elvis in Memphis del que quedó inicialmente excluida, fue mezclada en Las Vegas, donde además se le agregó un falso final que suena realmente inexplicable y sumó otra razón para aumentar la ira de Moman, quien también había fracasado con su reclamo de tener alguna participación en las regalías de un tema que tenía el aroma indudable del hit.
El final de la canción incluye un fade out que cerca del cierre se transforma en su opuesto, un fade in en el que retornan los mismos tres versos que se repiten en el falso epílogo, una idea que probablemente haya estado inspirada en “Hey Jude” de los Beatles y que en este caso desmejoraba notablemente el resultado final además de complicar la difusión radial con sus cuatro minutos veinte segundos de acabado.
Los retoques se hicieron en United Recording, un estudio con grabadoras de ocho pistas en el que su dueño, Bill Porter, un ingeniero de la RCA que se había encargado de todas las sesiones de Elvis en Nashville en los inicios de los 60, tuvo que trabajar arduamente para cumplir con las exigencias de Felton. Tenía entre manos un tema perfectamente cerrado y no entendía los motivos de ese insólito agregado que el arreglista Glen Spreen consideraba con razón “completamente ridículo”.
La indignación de Chips Moman fue aun mayor: la misma gente que lo había excluido del cobro de regalías y lo había eliminado de los créditos del corte ahora alteraba impunemente su sonido. Sin dudas su aporte para el sonido robusto, dulce y excitante de From Elvis In Memphis en general y de “Suspiciouos Minds” en particular había sido clave, pero la brillante interpretación de Elvis, cargada de una emotividad de la que carecía por completo la original de Mark James, también fue determinante en el resultado.
“Suspicious Minds”, hoy un clásico incontestable de la música pop, se transformó en el primer número uno en Estados Unidos de Elvis desde 1962 y ayudó a consolidar un renacimiento que el Coronel Parker había ideado con mucha sagacidad un año antes, cuando Presley deslumbró en el hoy famoso ’68 Comeback Special emitido por la NBC. Vale la pena buscar ese programa especial (se encuentra gratis en YouTube) para maravillarse con la energía y el talento de un artista que recuperaba el punch de sus comienzos pero con una elegancia madura e irresistible. Delgado, bronceado, muy suelto, con el pelo de color negro azabache -igual que su ajustada ropa de cuero-, Elvis desactivó la versión edulcorada del cine para resdescubrirse como ícono de la sensualidad rockera. Sus shows en Las Vegas, el lugar que su manager había elegido como base de operaciones una vez más con los negocios como interés primordial, convocaron a más de cien mil personas que dejaron en la taquilla un millón y medio de dólares.
Hace unos años, Mark James recordó que Elvis lo invitó a Las Vegas cuando “Suspicious Minds” ascendía imparablemente en las listas y era uno de los caballitos de batalla de los exitosos shows en la ciudad de los casinos. “Acepté y cuando llegué al hotel donde estaba hospedado, Elvis estaba sentado en una mesa del hall conversando con dos personas. Se levantó, se acercó y me dijo con una sonrisa en los labios: ‘Hola, Mark, ¿cómo te está yendo?’”.
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