Surrogate Cities: Heiner Goebbels erige “las ciudades sustitutas” que convierten a los hombres en esclavos de la modernidad
La obra para voz y orquesta del compositor alemán podrá verse mañana en el ciclo Contemporáneo, a cargo de la Orquesta Académica del Teatro Colón dirigida por Baldur Brönnimann
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A Heiner Goebbels le gusta ocuparse de esos artefactos que crean los hombres y que convierten a los hombres en esclavos de los artefactos que ellos crearon. Por este gusto, Goebbels es un romántico, porque lo que le gusta es poner en escena el disgusto, el desvío y finalmente la beligerancia entre los hombres y esas criaturas artificiales. Lo hizo en la pieza escénica Eraritjaritjaka (se vio en el FIBA de 2011), para cuarteto de cuerdas y un tinglado de citas extraídas de los apuntes de Elias Canetti; también en Stifters Dinge (Las cosas de Stifter), la instalación performática con palabras de Adalbert Stifter (llegó al Colón en 2016). Pero mucho antes Goebbels había llegado más lejos en Surrogate Cities, de 1994, obra para voz y orquesta que podrá verse mañana, viernes 14, también en el Colón, en el ciclo Contemporáneo. La salvedad es que el artefacto del que se habla aquí es secular: la ciudad.
El título de la pieza, Surrogate Cities, bien podría traducirse como “ciudades sustitutas”, siempre y cuando se entienda la sustitución como subrogación, es decir, una sustitución activa, en la que una ciudad prolonga las funciones de la otra. Esa función está dicha en una de las partes de la obra de Goebbels, la que toma sus palabras de la novela Surrogate City (en singular) (1990), de Hugo Hamilton: “Ella había corrido. ¿Para qué? ¿Para qué corre una mujer joven? ¿De día? ¿En la ciudad? […] Cuando uno corre da la impresión de que robó algo, o de que perdió algo. […] Y corriendo parece un reciénvenido. Cuando uno corre en la calle uno no tiene patria. Un desocupado. Un alemán sin Alemania. Sustituto”. La función de la ciudad es hacer de quien la habita un desterrado. Lo dicho: el Wanderer, el peregrino, ahora de las ciudades; pasado en limpio: el tecno-romántico.
Pero la de Hamilton es apenas una de las representaciones de la ciudad que pone en música Goebbels. Otro de los episodios de Surrogate Cities es Drei Horatier Songs, cuyo texto no proviene de Tito Livio -maravilloso el historiador romano de la era de Augusto que colaboró más que Virgilio a escribir la epopeya de la ciudad a la que le debemos todo- sino de Heiner Müller, el poeta de la Alemania Oriental. Él reescribió al maravilloso Tito Livio y la historia de los Horacios y los Curiacios por el dominio de Alba Longa. El precio de las ciudades es que cuando se gana se pierde: el Horacio que sobrevivió mató a su hermana Camila, prometida de un Curiacio. ¿Cómo resume Müller en dos versos (son varios los versos) esta historia? Lo hace así: “Había sido llamado El conquistador de Alba/ será llamado El asesino de su hermana”. También Roma, quella civitade imperatrice, como la llamó Dante, nació de la sangre y creció con la sangre. La partitura de Goebbels es en esta parte muy singular, muy escenográfica, marcial, de un énfasis casi kitsch en su deliberada monumentalidad.
Las otras partes de Surrogate Cities que se podrán escuchar en el Colón son “D & ”, “In the Country of Last Things” (con el ceniciento texto de Paul Auster) y “Die Faust im Wappen”. Esta última sección sigue el relato de Franz Kafka “El escudo de la ciudad”. Goebbels recrea la confusión babélica de numerosas maneras (el uso intrincado de las voces, la cita, un ostinato último que parece anuncio de la destrucción) porque Kafka ofrece allí otra respuesta sobre la servidumbre a las ciudades: la indolencia en la construcción de la torre de Babel -el aplazamiento para esperar la hora más propicia para las técnicas de construcción- es llenada por la construcción de las ciudades de los obreros implicados en la obra y sus luchas previsibles. No hizo ni falta para Kafka la intervención divina: el hombre sabe condenarse solo.
Para agendar
Surrogate Cities, de Heiner Goebbels. Dirección musical: Baldur Brönnimann. Narrador: Pablo Seijo. Mezzosoprano: Julia Sanjurjo. Dúo de guitarras eléctricas: Javier Areal Vélez y Jorge Espinal. Orquesta Académica del Teatro Colón. Mañana, a las 17, en el Teatro Colón, Libertad 621. Entradas: 800 pesos.
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