Stranger Things y la irresistible música ochentosa que ya no es ningún placer culposo
De Olivia Newton-John a Mötley Crue y de Bon Jovi a Cars, las tres temporadas de la serie irradian clásicos de los 80 y canciones algo olvidadas de aquella década
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Stranger Things es uno de los grandes éxitos de Netflix con cuarta temporada en camino para 2022 y también su música resultó un suceso, que descubrió para la generación streaming ese momento deslumbrante del pop de mitad de los ochenta marcado por la sonoridad de los sintetizadores, pero también por el hair metal y la new wave.
Tanto la música original de la serie compuesta por los Survive Kyle Dixon y Michael Stein como las canciones del catálogo pop (¡236 títulos en total!) fueron editadas en un álbum oficial por Sony, pero además dieron lugar a otras inspiradas por los personajes y creadas por usuarios bajo el nombre de The Upside Down. El nombre de ese portal alternativo al mundo real también es el del tema que abre cada capítulo en clave tecno. Las referencias al cine de los 80 son tan inescindibles de la serie como la música de la década que gravita en los personajes como parte de la fantasía.
“Moving in Stereo” (The Cars, 1978). Si bien suena en la tercera temporada, esta joya del primer álbum del grupo de Rick Ocasek da el tono synth pop, lingua franca de la serie (con excepciones siempre ochentosas, claro). La canción empieza con un aire siniestro que evoca los riffs de Black Sabbath tanto como los sonidos de laboratorio de Kratfwerk y forma parte de esa iconografía que pone al automóvil en el centro de la cultura popular. La tapa con el close-up de una chica al volante, la referencia al autoestéreo y luego la ilustración de Alberto Vargas para Candy-O, el segundo disco, siguiendo el estilo de Roxy Music para sexualizar un modelo deportivo. Ni hablar de “Drive”, el mayor hit del grupo versionado por…¡Julio Iglesias!
“Whip it” (Devo, 1980). Los hombres máquina pero de Ohio en un registro pop (en el sentido de Warhol) y new wave que poco tenía que ver con el romanticismo industrial de Kraftwerk (Schubert en la línea de producción y montaje de Grundig), referencia ineludible para toda la música hecha con sintetizadores. A los Devo cuyo outfit también hace juego con la ciencia ficción retro de la serie se los escucha en la segunda temporada con la vertiginosa “Whip it” que los puso en la posición más alta a la que llegaron en Billboard tras la salida de Freedom Of Choice, tercer álbum del grupo.
“Should I Stay or Should I Go” (The Clash, 1982). Acaso la canción de punk rock con mayor salida en radios y discotecas también tiene en Stranger Things un rol clave estableciendo un puente entre Jonathan y Will Byers. Se la escucha desde un casete como la escucharon muchos en los primeros 80. Compuesta por Mick Jones, el que tenía la sensibilidad pop en el cuarteto, es una suerte de relectura del rock and roll de fines de los 50 (Gene Vincent, Eddie Cochran) y lo más punk que suena en Combat Rock, donde el grupo culminaba la fase ecléctica abierta por el triple Sandinista. Joe Strummer replica la letra en un español ecuatoriano cortesía de la madre del técnico de sonido Eddie García que le dictó lo de “Esta indecisión me molesta/Si no me quieres líbrame”. Aquí la traducción tuvo un desvío y en las discos se coreaba “El calzoncillo me molesta”. Costumbres argentinas.
“Every Breath You Take” (The Police, 1983). Menos una balada romántica que una oda a la obsesión amorosa llevada a niveles de vigilancia (chequear la primera estrofa) tiene en la serie un papel clave para el cierre de la segunda temporada. En el documental que Netflix hizo a partir de la serie, Eleven (Millie Boy Brown) se refiere al hit de Synchronicity, ocho semanas en el top 100 de Billboard, como “la canción del stalker”. En el 83 ninguna de las fans subyugadas por Sting se hubiera sentido perseguida sino que más bien lo hubieran querido como custodio full time pero los tiempos cambiaron. Es interesante el claroscuro entre la letra y el sonido soft que pareciera denotar otro tipo de sentimiento. Es una canción de pérdida que Sting compuso al piano tras separarse de Frances Tomelty.
“Twist of Fate” (Olivia Newton-John, 1984). Una muestra de cómo ese sonido synth pop que había empezado a partir de los escombros del punk (de The Cars a Human League) se fue incorporando al mainstream hasta volverse hegemónico, lo que provocaría el regreso a las guitarras en el purismo de R.E.M y The Smiths. Olivia Newton-John, estrella de Grease en pareja con Travolta, se había salido del mapa country para pelear en el competitivo chart pop con hits como este que nada tiene que ver con la canción homónima de Dylan para Blood on the Tracks. Música aeróbica en la era del fitness apta para el gimnasio y la disco. Propulsada por máquinas de ritmo y sintes, Olivia Neutron Bomb (como la habían satirizado la revista Mad y Seru Giran en la tapa de La Grasa de Las Capitales) entrega cuerpo y voz a la época.
“The Ghost in You” (The Psychedelic Furs, 1984). Si bien hay grupos más icónicos para el oído ochentoso en la extensa playlist de las tres temporadas es bueno rescatar la voz de Richard Butler dentro de todo el pop de orientación pos punk y dark que suena en la serie. No hay mucho de psicodelia en esta canción suave y envolvente sino más bien la sombra de David Bowie presente en muchos de los grupos de la escena británica de los primeros 80 (Bauhaus, por ejemplo). Forma parte del esencial álbum Mirror Moves que no podía faltar en ninguna discoteca (aunque fuera grabado en un TDK) que se preciara de estar al día e informada en 1985.
“Runaway” (Bon Jovi, 1984). El hair metal tiene su lugar también en esta clase 84 en la que se entremezcla con el pop de sintetizadores. No es casual entonces que este clásico temprano de Bon Jovi empiece con un stacatto de sintetizador antes de hacernos explotar el riff (la unidad básica del hard rock) en la cara. Acá está todo: Bon Jovi podía tener los estribillos más pegadizos sin resignar el ADN metálico; el estilo callejero de Springsteen y hasta un solo de Richie Sambora que es modélico. No iban a ser un grupo de culto precisamente pero volver a a escuchar “Runaway” desde 2021 los pone en perspectiva. Hit makers de alto nivel y el make up que la videogenia demandaba entonces.
“Never Ending Story” (Limahl, 1984). La melodía definitiva de la historia y hay que llegar hasta el final de la temporada 3 para entenderlo. Toda una cita ya que se trata de la canción original del film La Historia sin Fin (Never Ending Story) dirigido por el alemán Wolfgang Petersen y estrenado en la Argentina en 1985. El fantasy de aquella es uno de los insumos de la serie y es natural que esta canción tecno pop compuesta por el in-fa-li-ble Giorgio Moroder (Expreso de Medianoche, American Gigolo, Flashdance) y cantada por el efímero Limahl tenga un rol clave en la trama. ¿Limahl? Un anagrama de Hamill (su apellido) pero nada que ver con Peter, el cruzado avant garde de Van der Graaf Generator. Se lo conoció antes como cantante de Kajagoogoo pero el éxito de su vida es esta canción de impronta etérea con casi 70 millones de clics en Spotify.
“Home Sweet Home” (Mötley Crue, 1985). Otra aparición metalera en el soundtrack de Stranger Things en manos de los más glam de la escena de Los Ángeles, un antecedente directo para Guns N’Roses en la década siguiente. En la serie se los escucha en este modo de power ballad con una intro y cierre de piano que les viene directo del estilo teatral de Alice Cooper. El álbum donde está incluida se llamaba de hecho Theatre of Pain, toda una definición de la deriva autodestructiva de la banda con el mejor set de cosméticos después de Kiss. Otro solo de guitarra destacable ahora en manos de Mick Mars.
“Heroes” (Peter Gabriel, 2010). Un salto en el tiempo musical de la serie (atrapada en esa temporada 84-85 pródiga en hitazos) hasta el siglo XXI para escuchar en la temporada 3 la versión que el ex Genesis Peter Gabriel hiciera del “Heroes” de David Bowie (cuya ausencia es presencia pura). Lúgubre y minimalista, la dinámica del original es reducida a un arreglo de cuerdas y el dramatismo de la melodía de tan introspectivo se vuelve una suerte de ruego. No cuenta entre lo mejor que hizo Gabriel sin dudas y eso que sus primeros discos solistas hubieran ido bien con las escenas sci-fi de la serie. Pensar en “No self control”, por ejemplo.
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