St. Vincent: "Todas las mujeres deberían tener autonomía en sus cuerpos"
En el backstage de Lollapalooza hay un camarín con un cartel en la puerta: St. Vincent. Detrás de esa puerta está ella, sola, sentada en un sillón, esperando para conversar justo antes de su presentación en este festival. Annie Clark tiene una remera negra y un pantalón ajustado también negro. Es flaquita y menuda, mucho más de lo que parece en escena. Posiblemente sea consciente de que es una de las atracciones de esta segunda fecha. Posiblemente, también, sepa que su música la trajo hasta estos parajes pero que se hizo conocida mundialmente por su relación amorosa con la modelo Cara Delevingne . Son casi las seis y se para para saludar. Lo hace con cierta reticencia: "Estoy medio enferma. Es la reacción a la vacuna contra la fiebre amarilla", se excusa.
La estadounidense viene a repasar sus temas y a presentar su último disco (Masseducation), que tuvo una excelente repercusión popular y crítica.
-¿Coincidís en que este álbum es más íntimo y más directo que los otros, como se lo suele definir?
-Para mí, todos mis discos fueron íntimos. Pero mis sensaciones sobre un álbum muchas veces no coinciden con la recepción que tienen los otros. Y eso es genial. Con algo que creás, podés generar reacciones completamente diversas. Pero es cierto que Masseducation es más tradicional en la manera de contar historias. Por eso la gente lo siente como más personal.
Lo mejor que puedo hacer es ser yo misma
-Cuando empezaste tu carrera, te compararon con Kate Bush y David Bowie. ¿Te sentís cerca de sus propuestas, o te sentías próxima en la época de tu primer disco?
-Ellos son dos de los artistas más singulares, brillantes, valientes de los últimos 50 años. No sé cómo responder a eso. Y ellos fueron tan cool porque fueron ellos mismos. Así que lo mejor que puedo hacer es ser yo misma.
-¿Te acordás de los films que inspiraron Actor?
-¡Sí! Una película de Fassbender, Las amargas lágrimas de Petra von Kant. Y, sobre todo, Disney.
-¿En serio? ¿Por qué Disney?
-Porque ésos fueron los primeros films que vi cuando era niña. Y definen lo que es la magia para mí. Estaba tratando de encontrar el tiempo de sentimiento que solía tener de chica, la sensación mágica de querer entrar en los dibujitos animados y de los cuentos de hadas.
-Estas palabras: Masseducation (educación de masas), Masseduction (seducción de masas), Massdestruction (destrucción masiva) circulan por tu disco. ¿Qué opinás de las situaciones masivas?
-Creo que la humanidad es fascinante y las mismas fuerzas que pueden empujar a alguien a hacer grandes cosas, pueden romperle las alas y hacerlo caer. El disco para mí fue una exploración sobre el poder: qué significa tenerlo, quién lo tiene, cómo se puede usar a tu favor o en tu contra.
-En Argentina hay un proyecto de ley para que los festivales tengan un cupo femenino de un 30 por ciento al menos. Porque, en general, hay mayoría masculina. Incluso aquí. ¿Qué opinás de esta iniciativa?
-Mi trabajo es como artista, independientemente de ser mujer. Y tengo la suerte de ocupar espacios como los de PJ Harvey, una mujer poderosa con una guitarra. Es como si te dijeran: "vos también podés hacerlo". Obviamente estoy a favor de movidas que sumen mujeres, ingenieras de sonido mujeres, escritoras o productoras, movimientos que ayuden a las mujeres a organizarse como comunidad.
-El tema ¨Pills¨ parece una crítica a la sociedad moderna en la dependencia o la adicción a distintas drogas. ¿Te basaste en experiencias personales?
-Yo viví esas situaciones, sí, no me paro desde un lugar de superioridad, como mirando desde arriba. No me interesa predicarle a una audiencia. No. Somos lo mismo.
-Es una letra difícil, áspera…
-¡Con eso hay que lidiar en la vida! La condición humana es sufrir.
-¿Y el video de "Los Ageless"? Critica la visión de la mujer como objeto pero a la vez parece cargado de humor.
-Para mí, todo tiene que tener sentido del humor. Aunque sea humor negro. Yo soy un sujeto y un objeto, no diría que es una crítica al capitalismo, por ejemplo, aunque sí puedo criticarlo. Lo que intento es llevarlo al punto del absurdo, la intersección entre algo que puede ser hermoso pero también puede ser horrible.
-¿Quién es Johnny, el que aparece en tus temas y todos se preguntan por él?
-No lo digo. Todos tenemos un Johnny, un hombre trágico, un estereotipo. Yo me pregunto cuál es el Johnny de los otros.
-The Guardian te definió como una persona de opiniones fuertes. ¿Estás de acuerdo?
-Ja. Tengo la opinión certera de que menos sufrimiento en el mundo es mejor que más sufrimiento. También de que todas las mujeres deberían tener autonomía en sus cuerpos. Sacá tus conclusiones. Pero también tengo la opinión fuerte de que la gente no debería entrar al baño en medias cuando están en un avión. ¡Que se pongan los zapatos!
-Cuando trabajaste con David Byrne, él te dio un consejo: "Siempre buscá algo real y extraño cuando salgas de gira". ¿Encontraste algo real y extraño acá en Argentina?
-Sí. ¡Encontré a Juana Molina! Estuve con ella anoche. La conocí a través de David. Es brillante. Un tesoro.
Bailar en la cueva
Annie Clark ya dejó en claro la intención de eliminar su propia identidad al rebautizarse como St. Vincent. Parada en el centro del Alternative Stage, temprano a la noche en Lollapalooza , demostró haber alcanzado una nueva intención: la de no pasar por humana. Todo en su show en el Lollapalooza pasó por darle un aire ficticio y mecánico a todo elemento orgánico, como si ella misma fuese la secretaria robótica que tomaba apuntes y atendía llamados durante el comienzo del show, mientras "Sugarboy" ponía en el vaso de la licuadora a Kraftwerk con la elasticidad musical de Grace Jones.
En un escenario despojado, sin amplificadores ni pedales de efecto a la vista, St Vincent se convirtió en la única protagonista de su propio show, sin más recursos que el intercambio de guitarras entre una canción y otra, todas de una geometría tan irregular como su propia obra. Prueba de eso son los chispazos eléctricos de "Los Ageless" y la digitalización extrema de "Fear the Future", mientras en el video de fondo sus brazos se desprendían de su cuerpo y cobraban vida propia.
"Savior", un soul hecho en código binario, y "Marrow", una balada despojada que de repente sonó como un ensamble integrado por todos los androides del universo de Star Wars, sugirieron todo aquello que "Cheerleader" puso en primer plano: librar una batalla en pos de pararle el carro a cualquier injusticia. "No me importa lo que pasa en el mundo, siempre hay que bailar", dijo St Vincent en un español a los tumbos antes de "Digital Witness", la banda de sonido de una discoteca apta para replicantes, que empalmó con "Rattlesnake",la versión distópica de la obra de David Byrne, su eterno modelo de conducta. Finalizada la descarga eléctrica de "New York", Clark cayó rendida como si la hubiesen desenchufado abruptamente, aunque con una exhalación marcada, como para demostrar que es humana, después de todo.
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