Sr. Flavio: "Disfruto muchísimo de volver siempre al under"
Seguirle el rastro a la cantidad de proyectos que tiene Sr. Flavio por fuera de Los Fabulosos Cadillacs resulta casi imposible. Y no sólo por la cantidad, sino también por lo fragmentado de cada uno. Sólo en los últimos años fue parte del supergrupo De La Tierra, se sumó como bajista a Boom Boom Kid, hizo lo propio con Sotana, la banda de grindcore que comanda su hijo Jaco y ahora reflota su etapa solista con una gira presentación de Sardinista, la "ópera rock lo-fi" que editó en 2015.
"Muchos amigos de Mar del Plata me empujaron para que vuelva como solista", dice Flavio antes del show que dará este sábado en el Teatro Sony acompañado por una banda que integran sus hijos Ástor y Jaco, y Gianmarco Gallo. "Era una faceta que había postergado, pensé que no iba a volver a tocar más así. Me sentía muy cómodo tocando el bajo, en el underground del underground, y no me siento muy seguro cuando canto... No me parecía oportuno volver".
-Pero suena raro que hayas pensado en cerrar la puerta definitivamente, nos solés dar de baja tus proyectos de manera definitiva...
-Sí, es cierto eso. Coincide con que nosotros vivimos en la Costa Atlántica, en Chapadmalal, el ritmo es otro, grata y forzosamente, porque bajás un cambio. Vivo lejos de Mar del Plata, todo es campo y mar. Tenés que planificar de otra forma, hasta ir a una farmacia es distinto, no tenés una a mano. Sumado que, como te decía, me sentía muy cómodo tocando el bajo. Estás en segundo plano, por más que siempre me gustó ser un bajista con presencia y me influenciaron los bajistas así, es otra cosa.
-La idea de que Sardinista sea una ópera rock pero que se aclare que es "lo fi" parece reflejar esa inseguridad de la que hablabas. Es algo grandilocuente pero avisás que no hay tantas pretensiones.
-Puede ser. De todos modos, lo de "lo fi" lo usé en el sentido de que es transgresor, de que hay ciertas cosas que podés no encontrar, no de subestimarme ni abrir el paraguas ante las inseguridades. Me cuestioné mucho si titularlo "Ópera rock", pensé en llamarlo "Disco teatral", empecé a investigar cuáles eran los requerimientos técnicos para que sea una ópera rock, y lo cierto es que no hay ninguno, no es como una ópera de música clásica donde sí o sí tenés que cumplir con algunos requisitos. Sardinista trasciende al disco conceptual, está fuertemente atado a un concepto y además tiene una línea narrativa, hay introducción, nudo y desenlace. Entonces sí, es una ópera rock... punk. Un DJ amigo me dijo que tiene algo de Tommy de The Who, de Sandinista, obviamente, y un sonido marplatense.
-¿Creés que existe algo que pueda identificarse como un sonido marplantese, o al menos una forma de encarar los proyectos artísticos?
-Creo no hay nada explícito, me encantaría que existiera, por supuesto. Hay lugares que tienen su voz, su acento, su ritmo, su canto... No creo que con la escena de Mar del Plata exista tal cosa, pero sí dentro hay algo más metafórico, más abstracto. El lugar donde vivo es un lugar de veraneo que se desactiva después de enero, y queda una comunidad muy chiquita. Cada ambiente te interactúa de forma directa: el cemento en la ciudad, que es linda a su manera... Allá es lo opuesto. Estar solo en la playa, no sólo surfear, ir a mirar el mar, el acantilado estar abrigado... Mar del Plata es un pueblote que recibe un montón de gente de golpe y de pronto se van todos; no es cosmopolita. Con mi familia sentimos la necesidad imperiosa de vivir cerca del mar, ya sea para pasar en colectivo como para ir a chapotear.
-Ya se te hizo casi una costumbre tocar con tus hijos en diferentes proyectos. ¿Qué creés que aprenden ellos de vos y qué aprendés vos de ellos?
-Yo corro con ventaja al tocar con ellos. Soy un viejo que siempre insiste que hay que prestarle atención a los jóvenes, y ni hablar si son mis hijos y amigos de mis hijos. El cariño de tocar juntos trasciende las palabras, es algo que siempre me va a superar y desbordar. Además, la juventud viene con una renovación de data que yo puedo no tener. Ya se terminó el "Mirá, pibe, cuando vos fuiste yo ya fui y volví". Yo les consulto a los chicos qué temas hacer y muchas otras cosas, no me paro en esa de "Yo soy Sr Flavio". Y creo que ellos tienen la ventaja de ser hijos de un músico profesional, a veces se nos pueden abrir puertas pero la mayoría de las veces la hacemos de abajo. Y me gusta que ellos lo hagan, que tengan que enchufar, desenchufar... No por ser hijo de un rockstar, que lo digo en broma porque en Argentina no existe eso, van a tener el asistente de asistentes y chefs en el camarín. Nosotros cargamos y descargamos todo, y después de tocar nos vamos a casa.
-De alguna manera u otra, siempre estás volviendo al under...
-Es que me fascina, me encanta y lo disfruto muchísimo. No es como dicen muchos: "Qué grande sos, que estás acá tocando en este lugar", como si su majestad bajara del Taj Mahal al pueblo. No quiero tener esa investidura, es algo que hago por placer y muchas veces me lo pregunto, podría ser un falso proselitismo, una cosa más forzada. Pero lo cierto es que algo me pone ahí, me lo pregunte o no. Me gustaría tocar con Sotana en el Luna Park, sí, pero no me toca todavía. Y llega un punto en que el escenario es el mismo, sean 20 personas o 50 mil. Se apagan las luces y es lo mismo. Yo lo veo natural. Si estoy acá, es porque me gusta. Ni siquiera es laburo, es puro placer. Termina el show y me voy al puesto de remeras y me saco la camiseta del show toda transpirada y la gente esta ahí diciéndome "Qué bueno estuvo", y ni siquiera me cambié en el camarín.
Sr. Flavio presenta
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