Spinetta: El legado de un maestro
Con 62 años, cuarenta discos y más de 300 canciones, su obra poética y musical marcó al rock nacional
"Me dicen que «el Flaco» murió." Miro a mi amiga con los ojos llorosos y la mirada congelada al infinito. Todo se oscureció. El mundo se paró por un minuto para nosotros, para sus queridos, para la tribu spinette ana y hasta para los seres extraños que habitan el jardín de los presentes. No sabíamos qué hacer. No podíamos decir ni una palabra. Realizamos algún acto mecánico y ridículo. Buscamos un café, prendimos un pucho, nos quedamos en silencio varios minutos, que parecieron una eternidad. Y acto seguido, pusimos sus canciones para sanar, saludar, despedirse o simplemente abrazarlo en el tiempo.
"¿Es verdad? Decime que no." El simple mensaje de texto me hace caer en la cuenta. Freno el llanto y sigo escribiendo. La noticia ya se viralizaba como nunca por las redes sociales y mientras la televisión y la radio se plegaban en cadena nacional en un tributo en continuado, seguíamos sin saber qué hacer, mientras los amigos y seguidores escribían un #chauflaco en el muro virtual de sus vidas on line.
"¿Dónde nos juntamos? ¿Qué hacemos?" Otra vez, la sensación de ser hojas en el viento. Entonces, nos metimos para adentro. Revivimos la experiencia electrizante de escucharlo en vivo en Vélez, iluminado y feliz junto a las Bandas Eternas, y el ardor adolescente de comprarnos los libros de poemas de Artaud, después de escuchar "Cantata de los puentes amarillos". Una risa me saca de la burbuja. Es Spinetta junto a su hija Catarina en una entrevista para un programa de televisión de 2008. Tom Lupo le dice: "Quedate tranquilo que no te vamos a pedir «Muchacha ojos de papel»". "El Flaco" se muerde los labios y responde con una sonrisa cómplice: "Lástima porque la tenía preparada", y arranca con una hermosa versión acústica del tango "Gricel". Un tango que se lo habrá cantado alguna vez su padre, como alguna vez él se lo cantó a nuestra generación en el disco La, la, la .
Y los homenajes que se suceden en la televisión abierta y de cable despiertan a la sociedad dormida sobre la figura de Luis Alberto Spinetta. Entonces se dan cuenta de que era grande. Pasan imágenes de sus conciertos: aquella legendaria escena de la película Rock, hasta que se ponga el sol, donde Spinetta aparece con el torso desnudo y una sirena en la espalda, metáfora del estado policial de los setenta.
La radio se hace eco. El nudo en la garganta de Mario Pergolini se percibe al aire: "Ahora tal vez es el momento de llorar el dolor. O tal vez escuchar un tema detrás de otro nos hunda un poco más en la tristeza. Murió Luis Alberto Spinetta. Pónganse de pie. No murió cualquiera".
Los escritores tentando palabras que no sirven de nada. Entonces miro el gesto de amor silencioso de sus seguidores llevando flores a la puerta de la casa del "Flaco" en Villa Urquiza; y el último adiós de su familia y los amigos más cercanos en el velatorio en Belgrano, su barrio. Pasan sus compañeros de Almendra, Mollo, Juanse y Fito Páez como en una película sin sonido. León Gieco es uno de los pocos que rompe el silencio: "Hoy me di cuenta de la magnitud que va a alcanzar Spinetta. Fue uno de los tipos que nos metió a todos en esta historia".
Ayer al mediodía, el cuerpo del músico fue cremado en el cementerio Memorial de Pilar. El calor y cariño que recibió de los fans de Spinetta fue respondido por Dante, el mayor de sus cuatro hijos: "Vamos a decir cuándo vamos a esparcir sus cenizas, seguramente será en el Río de la Plata, donde está su padre, para que puedan llevarle unas flores y ver un atardecer con él". "El río se llenara de poesía", le respondían casi al instante en Facebook. "Ahora mi papá pasó a un mejor plano -siguió Dante-. El es el mejor, es inmortal y aunque su cuerpo no aguantó más, su mente sigue brillando". Su entereza -hoy se presentará en el Cosquín Rock como hubiera querido su viejo, aseguró- nos deja como niños huérfanos. Seguimos escuchando su música para develar el misterio. Adiós al padre del rock, al hermano mayor o simplemente al amigo. Buen viaje hacia el sol. Nos queda tu voz, como un sentimiento, una canción.
Muchacha ojos de papel / Ella también se canso de este sol, viene / A mojarse los pies a la luna / Todas las hojas son del viento / Plegaria para un niño dormido / Quizas tenga flores en su ombligo / Si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro
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