Soledad Pastorutti: "Hoy, después de 24 años, agradezco a esa nena rebelde que se subió al escenario”
El show de Soledad Pastorutti en la 60° edición del Festival Nacional de Folklore de Cosquín fue bien de trasnoche. Eran las siete de la mañana cuando llegó a la casa que, con su familia y su equipo de trabajo, alquila en una localidad cercana del Valle de Punilla. Esa es, por estos días, su base de operaciones. Es muy común que los artistas que llegan al festival se instalen en pueblos cercanos un día antes de sus shows. Después de dos horas de recital, y con un sol cordobés pegado en la frente que ya había asomado hacía un buen rato, abrió la heladera en busca de algo para cenar. Sí, porque cayó en la cuenta de que no había cenado y la carne asada del día anterior no se parecía a un desayuno. Durmió unas horas y al mediodía se levantó para seguir la marcha. Mañana pondrá rumbo a Tunuyán, Mendoza, porque este fin de semana cantará en el Festival Nacional de la Tonada.
Todo lo anterior (y lo que viene) es el folclore del folclore. Un alma voluntariosa de esa casa del Valle de Punilla donde Soledad y los suyos hacen base, se animó a asar un chivito para el mediodía. Pero la cantora todavía tiene en su cabeza el eco del show de la madrugada anterior. Y con su locuacidad habitual reflexiona sobre ciertos temas referidos al folclore y los festivales. Dice que va a cantar al festival de Cosquín desde hace 24 años, más allá de quien lo organice. Recuerda todas las polémicas que ha visto y escuchado en más de dos décadas, y los años en los que la mayor preocupación era conseguir artistas que llenaran de público la Plaza Próspero Molina. Y sobre la última edición, si bien asegura que no fue una de las artistas que dolarizó su cachet, no juzga a los músicos y productores que sí lo han hecho. "Siempre trato de poner el foco en lo que realmente importa: el folclore, el público y la mística. El festival no puede depender de uno o dos artistas sino del folclore y de su mística. Y creo que, además, lo que se transmite por televisión no debería ser solo lo que pasa en el escenario principal. También tiene que mostrar lo que sucede en las peñas y las calles".
"Soy agradecida por el lugar que me toca ocupar. Me tienen cariño", dice a LA NACION, y ve con optimismo que hace unos días, en el Festival de Jesús María, presenció un interesante recambio de público. "Vi gente joven que fue a vivir el Festival de Doma y Folklore de Jesús María como otros van a vivir el Lollapalooza", compara.
También recuerda que hacia fines de los noventa, solistas como ella, Luciano Pereyra y más tarde Abel Pintos, o grupos como Los Nocheros, Los Tekis y Los Alonsito, pusieron un pie fuera del género para que funcione comercialmente. Para su último show coscoíno volvió a convocar a Matías Carrica, rapero que pasó por el programa televisivo Elegidos, donde ella fue jurado. Le gusta la conjunción de música criolla payadoril y el freestyle (propuesta que también llevó semanas atrás a Jesús María). "Mi gran desafío es poder unir aquello con esto. Tenemos mucho por hacer para un folclore de hoy, que hable de lo que la gente quiere decir", asume.
Soledad tiene un nutrido anecdotario en más de dos décadas de festivales. ¿Podría contar al menos tres o cuatro que incluyan alcohol y drogas? La cantora larga una carcajada cuando escucha la propuesta y retruca. "Con drogas seguro que no, pero con alcohol...", dice y vuelve a largar otra carcajada. Recuerda momentos en los que se ha pasado del tiempo que le tocaba actuar y que la sacaron gentilmente del escenario. Pero prefiere, con su actitud siempre polite, recordar los hitos de su carrera.
Primeros años
"Al principio parábamos en un camping. Una vez alquilamos un garaje y pusimos colchones en el piso. Mi viejo iba a buscar peñas para que yo pudiera cantar. En 1996 fue mi primer Cosquín [en el escenario principal]; la oportunidad que me dieron fuera de grilla y en el horario central. Me invitaron a hacer un tema. Pegué la primera canción con la segunda, para poder hacer dúo con mi hermana [Natalia]. Me habían prohibido revolear el poncho pero no les hice caso. Terminé haciendo cuatro canciones. Hoy, con el tiempo, después de 24 años, agradezco a esa nena rebelde que se subió al escenario. Era otro Cosquín, de gente mayor, de otra manera de hacer folclore y de otra manera de vivirlo. No fui la revelación de ese Cosquín. Ese año le tocó a Anabella Zoch. A mí me entregaron otro premio, medio inventado, para artistas nóveles".
Lleno total
"En 1998 fue el festival que se conoció como 'el privatizado'. Agregaron tribunas que nunca se volvieron a poner para aumentar la capacidad de la plaza y cerrarla un poco. Se llenó. Fue una noche mágica y un récord de convocatoria. Tiene de anecdótico que no volverá a suceder, porque no van a volver a poner aquellas tribunas. Salí ilesa de ese Cosquín tan polémico. A mí me trataron bien".
La vuelta de Guarany
"Horacio había tenido alguna pelea con el festival de Cosquín y no era convocado. A mí se me ocurrió llevarlo porque pensaba que Guarany tenía que estar, más allá de cualquier discusión. Terminó subiendo al escenario conmigo. Fue una de las últimas veces que se lo vio en ese escenario y nadie lo tomó a mal. Lo único que yo quería era que estuviera ese artista popular querido por todos".
Los 20 años
"Fue rarísimo porque cuando festejé los 20 años de mi primer show en el escenario de Cosquín, solo comencé a llamar a amigos por teléfono para decirles, simplemente, si querían venir a cantar. No pensé que irían tantos porque en esa época del año [tiempo de festivales] todos andan de gira. Pero nunca vi un Cosquín con tantas figuras reunidas y cada vez que veo el DVD de ese show se me pianta un lagrimón".
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