Sol Pereyra se toma la ridiculez "con mucha seriedad"
La cantante cordobesa, radicada desde hace casi diez años en México, acaba de estrenar su cuarto álbum solista, Prendete!; fue financiado por sus fans argentinos y mexicanos
La cordobesa sonríe con los ojos y su cara se ilumina al hablar de sus nuevos proyectos. Motivos le sobran para verse tan feliz. Luego de presentarse en la última edición del Cosquín Rock, la multiinstrumentista Sol Pereyra estrena su cuarto disco de estudio, Prendete! De corte más rockero que los anteriores, el álbum fue financiado colectivamente por sus fans.
La ex integrante de Los Cocineros, banda que en su coctelera mezclaba ska, bolero, cumbia y reggae y con la que grabó siete discos entre 2001 y 2006 y giró por toda América del Sur, cambió radicalmente el curso de su vida cuando Julieta Venegas la llamó para ser parte de su banda. Corría 2008 y, desde entonces, se instaló en México para participar de su disco MTV Unplugged. Allí inició su carrera solista y terminó de moldear las canciones de su primer álbum, Bla bla bla (2011).
La música, el humor y el teatro siempre estuvieron presentes en la vida de Sol. De hecho, las tablas fueron su primer amor. En sus comienzos actuó, compuso y dirigió junto con el colectivo actoral La Negra, en conjunto con Liliana Angelini, Victoria Centeno y Natalia Álvarez. A través de sus discos logró unir sus pasiones, además de aportar un mensaje social y político crítico, siempre presente en sus obras.
Después de editar Comunmixta (2012) y Tirame agua (2014), su última obra integra todas sus aristas. En ella conviven el reggae, el ska y la cumbia que trae en su ADN desde Los Cocineros. Pero acá también suma hip hop y rock a la ecuación. "La impositiva" es el primer corte en clave bailable, con un mensaje optimista y propositivo. Sol describe Prendete! como su disco más guerrero. "Tiene que ver con acciones, con movilizarse y, musicalmente, es más prendido y de agite que los anteriores."
-¿Cómo describirías el disco?
-Como muy visceral. Necesité ir en esa dirección porque estoy muy sensibilizada con la realidad social que se vive en la Argentina y en México. Tuve un quiebre en 2014, a partir de la desaparición y el asesinato de los 43 estudiantes mexicanos. En ese momento me quise volver al país, porque no soportaba convivir con una situación así. Luego, pasó la angustia y pude canalizarla a través de la música. Toda esa esencia está en este disco.
-¿En qué se diferencia de tus discos anteriores?
-Musicalmente fue clave soltar la guitarra. Tengo una tendencia a repetirme con las cuerdas y abrí la jugada para escribir con otras personas, como Silvano Zetina, con quien compuse "La impositiva", "El elefante" y "Vamos, dale!". Con él logramos ir en otra dirección. Esto hizo que me parara en otro lugar y que la música sonara diferente. Además, en "Brillar", colaboró Andrés Clifford, antiguo compañero de Los Cocineros. A la vez, tiene un lado medio punketo y otro muy ridículo. Volví a retomar la ironía no sólo desde las letras, sino también desde el escenario. Me tomo la ridiculez con mucha seriedad.
-¿Cuáles son tus influencias?
-Son bastante multifacéticas. Toda mi obra está atravesada por la mezcla del rock inglés con el folklore latinoamericano y la cultura negra. Este disco tiene un perfil más rockero, con guiños al reggae y el ska. También me reencontré con la cumbia de Los Cocineros en "De otro planeta" y saqué mi costado más político en "Flores salvajes", que surgió como una necesidad en respuesta al aumento de la violencia de género. Algunas de mis letras previas cuestionaron ciertos órdenes sociales, pero ésta fue mi manera de aportar algo y poner sobre la mesa un tema que me preocupa, para trabajar todos juntos y construir algo nuevo.
-Financiaste el disco de forma colaborativa y online. ¿Cómo fue la experiencia?
-Varios artistas mexicanos amigos me recomendaron armar el disco a través de la plataforma de financiamiento colectivo Fondeadora. Me comentaban lo nutritivo que tiene estar cerca de los fans, más allá del aporte económico. Abrí la propuesta para recaudar fondos durante dos meses, tanto para la Argentina como para México, y en menos del tiempo establecido logramos entre todos sacar el disco adelante. A cambio del apoyo regalé discos, conciertos, una remera con la estética del disco, acústicos íntimos y un libro de textos breves que escribí. Fue una práctica muy enriquecedora.
-¿Estás cómoda en México y con su idiosincrasia?
-Me resultó más violento el regreso a Buenos Aires que la vida allá. El mexicano es muy amable y agradable, pero por detrás de esa imagen también es complicada la convivencia con lo narco, donde muchas veces el Estado es cómplice. Hay mucha impunidad e injusticia y la realidad es muy agresiva. Además, está muy naturalizado el hecho de que el indígena esté tan marginado, y eso me parece horrible, muy doloroso. Sin embargo, México me fascina, me siento como en casa. Estoy muy encariñada y tengo muchos amigos que son como de mi familia.