Soda Stereo: "La biografía total", según el escritor que los siguió por tres décadas
Marcelo Fernández Bitar intentó muchas veces contar la historia de la banda; en diálogo con LA NACION, habla de su vida tras los pasos de Cerati, Zeta y Charly Alberti y repasa anécdotas
Tomó más de 20 años escribirla en su totalidad. No sólo por la muerte de Gustavo Cerati , sino por una suerte de “burocracia” musical, que en una devolución de gentilezas en un caso y en una mala pasada del destino en otra, hizo que la biografía de Soda Stereo se retrasara, algo que Marcelo Fernández Bitar, su autor, supo sobrellevar con paciencia.
En principio, no estaba destinada a ser una historia completa, por lo que la espera, sin duda, valió la pena: Soda Stereo, la biografía total, nos introduce a la locura que desataron tres chicos de Buenos Aires a mediados y finales de los ochenta con sus peinados raros y estilos únicos, importados, sí, pero disruptivos, que junto a su sonido y fuerza conquistaron, desde el sur, a todo el continente.
Hoy, mientras el público argentino espera con expectativa Séptimo Día , el show inspirado en la banda y realizado por el Cirque du Soleil, Fernández Bitar recuerda: “Los vi por primera vez en el verano del 84 en los recitales que se hicieron en un lugar que se llamaba Marabú, una tanguería medio decadente en esa época. No estaba al tanto del grupo y me sorprendió, era un trío muy fuerte, salvaje, enérgico, muy diferente a lo que se estaba viendo acá... así que bueno, insólitamente hice la crítica de un recital de Soda antes de salir el primer disco”.
Desde ese momento y con la salida de cada disco, Fernández Bitar registró en sus notas y cintas de grabación la evolución de una banda que tenía la mirada puesta en lo que había pasado a finales de la década del 70. “Ellos estaban muy interesados en el New Wave, o hasta el Punk, sin embargo las influencias de Gustavo Cerati y de Zeta Bosio en particular vienen de los Beatles: eran una generación marcada por los de Liverpool, tenían toda la información de los 70, del rock progresivo por ejemplo, aunque estaban entusiasmados con hacer algo fresco que fue un corte, un recambio generacional muy evidente”.
-Con esta carga informativa en su genética y sus ganas de romper con la movida establecida en la época, con bandas como Los Redondos o Virus, la banda fácilmente marcó a dos generaciones…
-Absolutamente, y por lo visto estamos llegando a la tercera, porque todo este espectáculo del circo y la avidez que se vio con la compra de las entradas es una locura, y es genial. Es un paso muy lógico. Lo que cuentan los productores y los Soda es que habían visto los espectáculos de Michael Jackson y los Beatles en Las Vegas y dijeron "Qué bueno sería hacer algo al estilo de esto con las canciones de Soda", y uno de los productores los mira y dice "no, hagámoslo con el Cirque du Soleil". Ahí uno de ellos hace el chiste y dice, "bueno, pero el único contacto que tenemos del circo es el señor que nos cortó el ticket cuando entramos… No conocemos a nadie”. Insistieron y consiguieron algunas entrevistas, lograron convencer al circo de que Soda estaba, aunque suene insólito, pero es cierto, a la altura de los Beatles, Michael Jackson y Elvis Presley. Lo que me parece que está bueno de la unión es que va a haber gente fan de Soda que se va a encontrar con el circo, con todo su estilo especial, y gente que va a ver el nuevo espectáculo del circo. Puede funcionar en distintos niveles, y lo que estoy seguro que va a ocurrir es que los fans van a celebrar las canciones como si fuera un recital: de pie, cantando y gritando. Van a acompañar como si estuviera la banda.
En su libro, Fernández Bitar se encarga de relatar, con lujo de detalles, las posiciones de Zeta Bosio y Charly Alberti acerca del show del circo tras la muerte de Gustavo. Y con una mirada casi de productor, o de mánager, remite desde el principio a las cuestiones técnicas y tecnológicas que hicieron posible que Soda experimentara musicalmente con los diferentes equipos, consolas y estudios a los que tuvieron acceso al inicio de camino, cuando pocos productores creían en ellos, así como también en el escenario a nivel de performance, con las luces, el maquillaje, la ropa y los peinados, dejando de lado, casi en su totalidad, las rispideces dentro del trío que los llevó a su separación en la segunda mitad de los 90 con El último Concierto, que dejó la inmortal frase de Cerati, “Gracias Totales”.
Sobre esto, el autor apunta: “Soda es un grupo que no trascendió tanto en el chismerío. Siempre fue una banda muy cuidadosa con su vida privada. Si bien tuvieron a los paparazzis en Chile cuando estuvieron la primera vez, fue en una época previa a las redes sociales, previa a los fotógrafos de vidriera incorporando a los rockeros como gente retratable…la verdad fueron muy discretos”.
“Además, me parecía que contar la historia de la banda no alcanzaba solo con los grandes hitos, los grandes recitales o las grabaciones, sino que lo importante para entender lo revolucionario y lo genial de Soda Stereo es el contexto en el que tomaron cada decisión. Hoy suena sencillo hacer una gira por Latinoamérica, pero en ese momento las radios no les daban la bienvenida, los productores no confiaban en el rock, los teatros no les alquilaban… fue realmente un desafío. Pero no contar el contexto daría una historia incompleta, y puede ser que el libro termina teniendo una visión un poco más de industria que de fan, pero creo que al fan le va a fascinar también encontrar esos detalles, saber cómo sucedió todo esto”.
-En el libro se encuentran pinceladas del liderazgo de Gustavo, pero nunca en detrimento del aporte artístico de Zeta o de Charly. ¿Cómo lograste no hablar solo de Cerati?
-Creo que Soda tenía una cualidad, y es que siempre funcionó como trío, capturando y generando la magia en la sala de ensayos. No era un compositor con dos sesionistas. Gustavo era un compositor tremendo que a veces podía buscar una letra en otra persona, o sacar un arreglo con Zeta o con Charly; salía principalmente de él, más en la época de los porta estudios cuando podía componer en la casa solo, pero Soda Stereo se armaba en la sala de ensayo. Ellos lo contaban y está en libro, cuando se estaban separando, después de un paréntesis y previo al álbum Dynamo, estaban con la duda de si todavía les quedaban fuerzas para seguir y si la chispa creativa funcionaba… y volvieron a sus salas de ensayo en Belgrano, apagaron las luces, tocaron durante horas y horas y les pareció que había algo, y siguieron adelante cuando en realidad podía haberse cortado ahí la historia.
-Hablemos del sonido de Soda. ¿Cómo lo describirías en una palabra y cuál es tu álbum favorito?
-Es un sonido adictivo. El primer disco que me llamó la atención como disco rockero fue Signos. Ahí se demuestra la veta de ese rock clásico que tenían Gustavo y Zeta en el ADN, porque el primer disco era un pop muy new wave, con una influencia un poco dark, con un sonido 100% pop, aunque en los recitales eran más crudos y rockeros. En Signos ya se ve una cosa muy poderosa que llega a un punto casi de perfección en Canción Animal. Ahí cierra por completo la historia. Es un sonido que sigue sonando vigente en la radio hoy. Haciendo incluso la crítica del primer disco de Soda, fui bastante cauteloso, con extrañeza de por qué sonaba como un pop español y no con esa crudeza que yo había visto en Marabú. El segundo ya era un sonido apabullante pero seguía siendo ese pop. Ya con Signos desde la primera canción dije ‘han logrado mostrar el rock en el disco’.
-¿Qué destacas de la trayectoria musical de Soda?
-Su constante adaptación. Soda es un grupo que siempre trabajó cambiando mucho los arreglos de las canciones, adaptándolas a su sonido actual. Es decir, como hacen Dynamo, hacen las canciones viejas, pero esas canciones viejas no suenan como en el 85, se acercan a Dynamo de alguna manera. Es como una edición interminable.
-Casi como la edición de tu libro…
-Algo así (Risas). Con el libro me pasó algo peculiar con la escritura porque está ese primer paso, que fue en el 87 con el pedido de la editorial que había hecho mi libro de La Historia del Rock, y después me pide una biografía de Soda. Ahí encaré la biografía e hice toda esta investigación y los reportajes, y está ese libro que quedó ahí y nunca más se volvió a reeditar.
Mucho tiempo después, en 2007, cuando yo estaba en la revista La Mano con Alfredo Rosso, Pipo Lernoud y Roberto Pettinato, la editorial quería sacar además de la revista mensual, una colección de libros, donde preveían sacar uno de Soda. Me encantó la idea, me puse a escribirlo y en el momento en el que lo estoy por sacar digo, ‘Uy, les voy a avisar’, entonces llamo al viejo manager de Soda y le cuento que estoy por sacar el libro, totalmente hecho de vuelta. ‘Quería avisarte, para que estés al tanto’, le digo. Y me responde: ‘Uhhh, es un problema. No te puedo prohibir que lo publiques, pero te lo pido por favor que lo demores un poco porque acabo de firmar hacer dos libros de Soda en una editorial y yo quedaría medio mal parado con esto de que les prometí dos libros y apareció otro por otro lado’. Entonces pensé, ‘bueno, no pasa nada, no salió en 20 años, lo aguanto un año más’. Como devolución de gentilezas el manager me metió en Diario de Gira y trabajé con ellos en esa documentación de la gira de reunión de 2007. Después tuve como una mala suerte constante, en 2008, 2009 y 2010, cada tanto le proponía el libro a alguna editorial, pero no tenía éxito. Ya La Mano había cerrado y no estaban con la idea de los libros, y las editoriales principales de la Argentina ya tenían encargada una biografía de Cerati, por un lado, y una autobiografía de Zeta, entonces me decían que el rubro Soda ya lo tenían cubierto.
De vuelta dije, ‘está todo bien, si esperé 20 años puedo esperar 25. Entonces, a principios del año pasado me fijo que va a ocurrir lo del Circo, así que volví a ofrecer el libro y esta vez les pareció buenísimo.
Soda Stereo, la biografía total, es un libro lleno de anécdotas del trío argentino que creció hasta límites insospechables.
Hoy la vigencia de su música continúa presente en tiempos digitales, y su historia, desde los sótanos de Buenos Aires hasta los estadios con miles de personas que supieron llenar en todo el continente americano, es reconstruida por uno de los pocos que consiguieron conocerlos desde el under hasta su imposición como la banda que selló la importancia del rock en nuestro idioma.
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