Aunque la lluvia parecía ser el obstáculo de la noche en GEBA, con un cielo plomizo que cada tanto largaba unos chaparrones intermitentes, el verdadero enemigo de Slash fue el sonido. Apenas tres canciones después del inicio del show, tras versiones aceleradas y calientes de "Standing in the Sun", "Apocalyptic Love" y "Back from Cali", el guitarrista ya mostraba estar en una noche inspirada, pero más de la mitad del predio apenas llegaba a percibirlo. Fue un problema de volumen que tardó en solucionarse y que tuvo al cantante Myles Kennedy en varios pasajes del show luchando a través de señas para que el equipo técnico lograra resolverlo.
Pese a esos detalles técnicos, un nuevo paso de Slash por Argentina –después de su visita junto a Guns N’ Roses en 2017– volvió a poner en perspectiva el peso icónico de su guitarra, en tiempos donde se alerta sobre la desaparición de los solos de guitarra (algo que, está claro, jamás ocurrirá en el universo de Saul Hudson). Junto a Myles Kennedy and The Conspirators, la banda que lo acompaña en sus últimos tres discos, el guitarrista lució cómodo y contenido dentro de ese esquema siempre digitado para detonar el clímax desde su diapasón, como en la impetuosa "Shadow Life" o en "Wicked Stone", donde Slash desplegó con feeling, precisión y vértigo, uno de sus clásicos solos ensimismado debajo de su clásica galera y con el mástil de su guitarra apuntando al cielo, durante varios minutos.
Dentro de ese banquete lujoso de modelos personales de Gibson Les Paul –mostró seis diferentes, entre Custom, Gold Top, Slash Apetite, Double Neck...–, el listado de la noche gravitó en torno a Living the dream, el cuarto disco solista de Slash editado en septiembre pasado, con canciones como "My Antidote", "Driving Rain" y "Boulevard of Broken Hearts", interpretadas por la garganta apretada de Kennedy y dosificadas por la fuerza equilibrada de The Conspirators. Solo en "We´re All Gonna Die" y "Doctor Alibi", dos piezas del disco debut de Slash editado en 2010 (la primera originalmente cantada por Iggy Pop, la segunda por Lemmy Kilmister), la formación se reconfiguró con el bajista Todd Kerns al mando de la voz, en un lapso de hard-rock espeso y bien dosificado.
Frente a un público humedecido que promediaba los cuarenta, esta celebración del presente de Slash dejó a varios fanáticos de Guns N’ Roses con sabor a poco. Antes del cierre con "Avalon" y "Anastasia", la única canción que sonó de la banda que comparte con Axl Rose –como había pasado en la noche del viernes, en su show en el Teatro Gran Rivadavia- fue "Nightrain", en una versión enérgica y respetuosa que ostentó porte de clásico y dejó con ganas de más.
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