"La tengo conmigo casi todo el tiempo y la agarro todos los días", dice Slash . Pasaron casi 40 años desde el momento en que tuvo en sus manos su primera guitarra, una clásica que encontró en la casa de su abuela con una sola cuerda y con la que aprendió a identificar las notas, pero su obsesión magnética por el instrumento no se desgastó con el tiempo. "Cuando estoy de gira toco hasta en el vestuario antes de subir al escenario", asegura. "Podría estar en cualquier lugar unas dos o tres horas tocando."
Este viernes 3 en México arranca la nueva gira latinoamericana de Slash, que lo traerá a Buenos Aires con dos fechas -el 17 en el Teatro Gran Rivadavia y el 18 en GEBA-. En este tour, el guitarrista de Guns N’ Roses volverá a estar acompañado por Myles Kennedy & The Conspirators, con quienes grabó sus últimos tres discos, incluido su reciente trabajo Living the Dream (2018). Doce canciones cargadas de fraseos de blues, riff volcánicos y solos largos y electrificados que recuerdan sus días de apogeo junto a Axl Rose en Guns N' Roses.
Hiciste solos y riffs de guitarra como los de "November Rain" o "Sweet Child O´Mine" que quedaron en la historia del rock. En canciones de Living the Dream como "Sugar Cane" o "My Antidote" se siente esa misma épica ¿Cómo lográs volver a hacerlo después de tantos años?
No es algo que se decida hacer, sino que cuando pasa sucede de forma natural. Creativamente, uno solo propone cosas y luego continúa persiguiéndolas. No todas las ideas son geniales. Los solos tienen que tener un significado en el contexto de la canción y de alguna manera siempre se vuelven como otra voz. Así que creo que esa es toda la búsqueda para mí cuando estoy componiendo. Pero no tengo un método, escribo nuevas ideas y las grabo, y veo qué sucede.
¿Así fue también cuando hiciste el solo de "November Rain"?
Surgió cuando empezamos a practicar la canción. Esa fue la primera idea que tuve, como casi en la mayoría de los que hago (risas). En general, la primera toma es la idea con la que me siento más cómodo y termina siendo el producto final.
Hace un tiempo que el rock viene perdiendo espacio en el mainstream frente a otros géneros y en las canciones que pasan en la radio, incluso de grupos de rock, cada vez hay menos solos. ¿Pensás que pueden desaparecer?
Siempre hubo una razón para tener solos de guitarra. Eso comenzó alrededor de los 80. Ya desde ahí, para toda la música pop era como "bueno, no necesitamos solos de guitarra". Pero en esos años sí que tuvimos muchos. De todos modos, no me preocupo por si los solos de guitarra deberían o no deberían estar en la música popular. Solo los hago porque me gustan en la música que grabo. Me gusta tener un solo de guitarra.
El rock and roll es una especie de asiento trasero para la música pop. Ahora en "los 40 mejores" te encontrás con canciones de pop, hip hop y todo eso, que está bien, pero creo que va a haber una nueva ola de bandas de rock and roll en los próximos años. Creo que eso va a ser muy emocionante. Veremos qué pasa.
¿Es cierto que terminaste preso en tu adolescencia por robar un casete en una sucursal Tower Records de Los Ángeles?
¡Sí! (risas). Robé un casete para Steven Adler -ex baterista de Guns N´Roses- en su cumpleaños. Fue el primer disco de Boston. Más tarde, en algún momento de 1984, empecé a trabajar en una tienda de Tower Video, un local de la disquería especializado en videos. Estuve casi un año y medio ahí.
Hace unos días se cumplieron tres años de la primera noche en que volviste a tocar con Axl Rose y Guns N’ Roses, en el Troubador. ¿Cómo fue ese regreso?
El Troubador fue surrealista, como una especie de noche mágica. En ese lugar nosotros tuvimos nuestros comienzos musicales, así que también tuvo una carga sentimental. Desde los 80 que no tocábamos ahí. Fue un momento loco y memorable.
¿Pensás ponerte a componer material para el nuevo disco de Guns N’ Roses mientras estás por Sudamérica?
Cuando termine esta gira y vuelva a Los Ángeles comenzaremos a trabajar con esperanza en el nuevo disco de los Guns.
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