Silvio Rodríguez
El cubano logró un encuentro íntimo con 20.000 personas
Interprete : Silvio Rodríguez Programa : presentación de su último trabajo discográfico, Segunda cita. Lugar : Estadio Ferro carril oeste.
Nuestra opinión: muy bueno
Había amenazado con dejar los escenarios. Por ahora, sólo parece una frase apresurada por el cambio de humor. Lo que se vio el viernes último en Ferro fue un cantautor muy lejos del retiro, cantando durante tres horas, transitando por sus canciones de ayer y hoy, sin sentir el peso simbólico como profeta de la trova cubana y la revolución.
Silvio Rodríguez entra al escenario como si fuera un asceta, con sus anteojos redondos, un sencillo vestuario y una calvicie que lo asemeja a un monje. Un nuevo disco, llamado Segunda cita , obligó a salir a Silvio de su claustro meditativo en Cuba y lo trajo a Buenos Aires para brindar un concierto después de varios años de ausencia. El estadio Ferro, a tope, está dispuesto con asientos y la mayoría de su público histórico que pisa los cincuenta, y el nuevo que roza los treinta, lo recibe con una ovación de pie.
La vuelta del trovador está envuelta de cierta efervescencia política, diferente de la atmósfera nostálgica de otros años. Pero lo que sigue importando son las canciones. El aire de mitin se disuelve en la grandeza de una poesía más cósmica, que traspasa la urgencia de su época. "Sueña talismán querido, sueña mi abeja y su edad; sueña y si lo he merecido, sueña mi felicidad", canta en "El claro de la luna", el tema con el que abre esa ceremonia poética, donde se cuela la liturgia militante y desanda una retrospectiva musical de sus cuarenta años como trovador. Y si bien su pronunciamiento sobre la vida en Cuba es claro cuando recuerda a los "Cinco antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos", Silvio prefiere la palabra cantada antes que la tribuna y las fábulas, antes que hablar directamente de la revolución en "Sea señora", de su último disco: "Seguimos aspirantes de lo mismo, que todo niño quiere atesorar: una mano apretada en el abismo, la vida como único extremismo, y una pequeña luz para soñar".
Belleza poética
En tiempo de letras fast food al amor, Silvio es un oráculo de belleza poética. Y su importancia, incluso su vigencia, en paralelo a la relevancia histórica que se le da como vocero de la política cubana, hay que medirla en una obra que parece el resultado de un antiguo narrador de fábulas universales y suerte de sabio en busca de la piedra filosofal. Con ese espíritu, y la guitarra como compañera, puede crear temas nuevos de intensa lucidez, como "Carta a Violeta Parra", o refrescar el horizonte de su lírica con clásicos del 70, como "Días y flores": "Si me levanto temprano, fresco y curado, claro y feliz, y te digo: «Voy al bosque para aliviarme de ti», sabe que dentro tengo un tesoro que me llega a la raíz".
Secundado por un grupo acústico de climas jazzeros y aires cubanos que otorga el sonido del tres y donde destacan los solos de la flautista Nuika González, el antiguo trovador deshilvana tranquilamente y sin apuro el ovillo de esa trama que construye el tejido de su historia cancionera. Empieza entonces una segunda parte del concierto, con un largo episodio de incunables como "Canción del elegido"; "La gaviota"; "El reparador de sueños"; "Oleo de mujer con sombrero", en versión dixieland ; "Quien fuera", que evoca la psicodelia de Space Oddity de Bowie, y "La maza", con un decidido acento folklórico más cercano a la conocida versión de Mercedes Sosa, que va templando las gargantas de las 20.000 personas en Ferro.
La liturgia de otros tiempos aparece cuando invita a su amigo Víctor Heredia para hacer "Todavía cantamos", como si fueran dos viejos guerreros de largas batallas. El show también tendrá espacio para otro invitado, el cubano Amaury Gutiérrez, que se hace un lugar en esta noche de verano.
El largo capítulo del final se inscribe entre esos conciertos de rasgos históricos más guiado por la desbordante emotividad de sus seguidores, con cánticos y devoluciones de amor, a la que Silvio responde sin premura despachando todos los pedidos posibles de esas canciones imposibles de olvidar: "La era está pariendo un corazón", "El necio", "Ojalá", "Unicornio", "Playa Girón", "Pequeña serenata diurna", "Sueño con serpientes" y "Te doy una canción".
El viejo narrador de fábulas y sueños con serpientes de mar había logrado el milagro de un encuentro íntimo, como alrededor de una fogata. Un sabio despojado y sin adjetivos. Ahora todos los que fueron se quedarán esperando más capítulos de esa larga historia que sigue escribiendo sobre el país del nunca jamás.
lanacionarTemas
Más leídas de Música
Tocó con Charlie Parker y Thelonius Monk. A los 99 años murió Roy Haynes, una verdadera enciclopedia del jazz
Listado completo. Quiénes son los nominados a los Latin Grammy 2024
"Harto de estar harto". Fito Páez y Joaquín Sabina: una canallada, una contundente carta, 60 shows suspendidos y una pelea que duró casi 10 años