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“Es importante que todos sepan que estoy dando esta entrevista desde el sótano de Beyoncé”, cuenta Sia, vía Zoom, en diálogo con LA NACION.
No está hablando en serio, claro, pero el pedido, hecho entre risas mientras en la oscura pantalla solo se ven sus iniciales [S.F.: Sia Furler], se relaciona tácitamente con ese alter ego que fue construyendo en su carrera a partir del lanzamiento, en 2014, del demoledor 1000 Forms of Fear. El éxito de “Chandlier”, la cara tapada por una peluca rubia perfectamente simétrica y excesivamente frondosa, y la incorporación de la bailarina Maddie Ziegler a sus actuaciones, le fueron marcando un nuevo rumbo, muy alejado de discos más intimistas como Colour the Small One y Some People Have Real Problems.
En cierta medida, tiene sentido esa necesidad de ocultarse, aunque en ocasiones deje de hacerlo. El estar fuera de escena se vincula con querer mantener su privacidad, pero también con su esencia como compositora y la reconstrucción de su persona. Más allá de sus hits (muchos de ellos, rechazados por Adele, Rihanna, e incluso Beyoncé, como “Cheap Thrills”, incluido en su séptimo disco, This Is Acting), la australiana ha escrito una vasta cantidad de canciones para colegas, amoldándose a sus estilos, en una extraña y fructífera metamorfosis que no parece terminar. Sia observa desde la sombras, estudia, compone y son otros quienes ponen la voz.
“Pretty Hurts”, de Beyoncé; “Perfume”, de Britney Spears; “Diamonds”, de Rihanna; “Double Rainbow”, de Katy Perry y “Blank Page”, de Christina Aguilera, se hermanan por una potencia que solo podría haber salido de la mujer que transformó la calma de “Breathe Me” en una catarsis de impacto insoslayable. “Cuando estás trabajando para otros artistas, tenés que saber cómo manejar sus inseguridades”, le comparte a este medio la artista que asevera que, para triunfar en la música, lo único que importa es despojarse del ego.
“Chandelier” lo cambió todo. Podríamos decir que allí nació otra Sia, aunque en realidad era la misma mujer de siempre escribiendo sobre lo que conocía. En ese caso, su lucha contra el alcoholismo. Por eso no hay que preguntarse demasiado acerca de por qué deriva canciones a otras mujeres que podría interpretar ella misma. La respuesta está en ese tema autorreferencial (”Voy a columpiarme del candelabro” bien podría estar aludiendo a su trastorno bipolar). Sia no conoce otro modo de cantar que no sea desde las entrañas, pero la experiencia no hubiese sido tan bombástica sin Ziegler y el director Daniel Askill.
La trifecta que gestó la performance de “Chandelier” -junto a las de “Elastic Heart”, “Cheap Thrills”, “The Greatest” y “Rainbow”- nos interpelaba sobre el poder del arte performativo. Letra, música, coreografía, y una mujer que se expresaba a través de los movimientos de una bailarina, sin querer aparecer en escena, pero con una voz inconfundiblemente rasposa e imperfecta que no se parece a ninguna otra. “Trabajar con Maddie y Daniel me hizo sentir que estaba lista para hacer mi propia película, pero me llevó años superar la inseguridad. ¿Era una directora o solo una cantante con buenas ideas visuales? Tenía que preguntarlo”, le cuenta Sia a LA NACION desde una locación desconocida. Posiblemente el sótano de Beyoncé. Posiblemente no.
Eventualmente, la australiana, quien había coescrito junto al autor de novelas infantiles Dallas Clayton el guion de Music, sintió que estaba lista para ponerse detrás de cámara, esta vez para un largometraje. Su ópera prima se estrenará on demand el 12 de febrero, junto con el soundtrack de 14 canciones que incluye colaboraciones con Burna Boy, Labrinth, Dua Lipa, y un amigo de la casa para Sia, David Guetta. La artista ya lanzó los primeros tres singles: “Together”, “Courage to Change” y “Hey Boy”.
Music, nominada a mejor película musical y a mejor actriz en los Globo de oro, muestra la reconexión entre dos hermanas, Kazu (Kate Hudson) y Music (Ziegler), quienes pasaron años sin verse. Cuando Music, una joven autista que necesita de su rutina para poder sentirse segura, pierde a su abuela de manera súbita, será su hermana quien regrese a su vida, y cambie la suya en el proceso, con la música como compañía clave. En diálogo con este medio, Sia habló sobre la controversia que se generó por haber elegido a Ziegler para el protagónico, sobre lo difícil que fue el proceso de dirigir, y sobre el valor que le da al trabajo con otros artistas, “las personas más inseguras del mundo”.
-Analizando tu carrera en retrospectiva, dirigir un musical parecía un paso inevitable. ¿Lo sentiste de ese modo?
-Secretamente, sí, pero no estaba convencida, me sentía muy insegura. Tenía esta idea de lo que quería hacer desde hace 15 años, y luego me llevó 10 años más admitir que quería dirigirla. Entonces, comencé a codirigir con mi amigo Daniel Askill con el video de “Chandelier”, donde a su vez empecé a trabajar con Maddie [Ziegler], y encontramos la magia ahí, por eso seguimos trabajando juntos. Luego escribí el guion de esta película con mi mejor amigo, Dallas [Clayton] y entonces tuve que tomar coraje para reconocerme como directora, para asumirme como tal. Empecé a preguntarle a mis amigos si me veían como una cineasta o como una cantante con buenas ideas visuales, y finalmente creí en lo que ellos me decían. El siguiente paso fue decirle a Daniel: ‘Bueno, voy a dirigir esta película sola, te amo, gracias por todo lo que me enseñaste’. Así que esto es lo primero que hago como realizadora en soledad.
“Si sos la estrella pop, podés llegar cinco minutos tarde, pero si sos quien está escribiendo canciones para otros, más te vale llegar temprano”
-En una charla con Kristen Wiig, quien bailó junto a Maddie en los Grammy para tu interpretación de “Chandelier”, le comentabas que no solés funcionar bien desde el temor. ¿Cómo conseguiste superar esa barrera en este caso?
-Porque inmediatamente me dio mucho entusiasmo, y había una cuota de ingenuidad en lo que estaba haciendo. Fue como una prueba de fuego para mí. Pensé que iba a ser como filmar un video, solo que durante 40 días, por eso digo que lo abordé siendo muy ingenua. Por supuesto que no fue así el proceso. Cuando tenés una narrativa que seguir, un relato para contar, tenés que aprender muchas cosas que yo no entendía en un comienzo.
-¿Cómo cuáles?
-Empecé a comprender cómo funciona el trabajo de los editores, que necesitan estar cubiertos por el material, necesitan que los actores digan sus diálogos mínimo cuatro veces y desde cuatro posiciones diferentes, pero yo estaba haciendo otra cosa: filmando más libremente, con un estilo que emulaba al Dogma, porque eso es lo que me gusta como espectadora. Por eso me ayudó mucho también el director de fotografía [Sebastian Winterø], que contribuyó a que el proceso sea más fluido. Fui muy afortunada en ese sentido. También trabajé con el productor Vincent Landay, quien produjo los films de Spike Jonze, ¿Quieres ser John Malkovich?, El ladrón de orquídeas y Ella. Cuando aceptó colaborar conmigo no lo podía creer, porque esos son algunos de mis films favoritos de todos los tiempos.
-¿Qué consejos te dio durante el rodaje?
-Cuando yo terminaba de filmar se me acercaba y me preguntaba si podíamos hacer una toma extra de una u otra escena, y así la frase “hagamos una más para Vince” se volvió una broma recurrente en el set. Pero me alegro de haber hecho esas tomas porque de lo contrario no sé si hoy existiría la película, porque el material que yo les daba ... ¡ay! (risas) Terminé teniendo tres editores para solucionar algunos problemas. Mi objetivo era que la película tuviera la forma que siempre pensé, porque amé todo el desarrollo, menos la parte del montaje.
-Cuando escribís una canción, ya sea para el soundtrack de Music como para el resto de tu discografía, ¿lo visual llega antes? ¿Te surgen imágenes a partir de las cuales escribís o no necesariamente?
-Con frecuencia aparece lo visual que acompaña la canción. Desde que tengo memoria que, como me gustan los relatos y en los comienzos de mi carrera escribía pequeñas viñetas a las que veía claramente en mi cabeza, que siempre tuve el anhelo de dirigirlas, de realizar todos los videos de mis canciones, de todo lo que tenía en mi mente. Sin embargo, recién cuando empecé a trabajar con Daniel y Maddie que fui capaz de hacerlo, y luego quise contar en un film la historia de cuatro personas que tienen poca representación en pantalla.
-¿Y cómo fue este nuevo trabajo con Maddie, quien nunca tuvo un rol tan desafiante como este?
-Fue increíble. Su personaje está basado en un amigo, Stevie, así que le conté todo acerca de él, sus manierismos, sus tics, su forma de vocalizar, su manera de caminar. Como es bailarina, creo que fue más fácil para ella que para cualquier otra persona, si bien esta era la primera vez que tenía que usar su voz. Me parece que hizo un trabajo extraordinario. Cuando llegó al primer día de ensayo, lloró mucho, advertí que no estaba bien, entonces hablamos y me contó que tenía miedo de que la gente pensara que ella se estaba burlando de las personas con autismo con su interpretación. En ese momento me sentía súper humana y le dije que no iba a permitir eso, que quería que disfrutara de lo que estaba haciendo y que si no se sentía cómoda con algo, lo íbamos a quitar de la película. Y logró divertirse.
-¿Qué sentiste cuando ciertos grupos se pronunciaron en contra del casting de Maddie?
-Si algunas personas se ofendieron, me parece bien que se ofendan conmigo. Hasta el momento, la bronca no fue direccionada hacia Maddie. Yo quise trabajar con una joven que estaba dentro del espectro autista, pero su mamá pensó que todo era muy estresante para ella, yo intenté, pero terminé haciendo más daño que bien, por lo cual volví a trabajar con Maddie, y me parece que hizo un trabajo muy sensible.
“Cuando vas a los Oscars o a los Grammys, está lleno de personalidades inseguras. Cuando estamos todos en la misma habitación, la vibra es muy extraña“
Ahora ya no puedo protegerla de las devoluciones como me gustaría, excepto pidiendo que cualquier cosa que haya para cuestionar, me la cuestionen a mí, la directora de la película. Ella miró muchos documentales sobre el autismo, hablamos con personas que decidieron compartir cómo eran sus vidas, y leímos un libro llamado Do You Understand Me? [¿Me entiendes?, escrito por Sofie Koborg Brøsen, una joven de 11 años con autismo], narrado en primera persona, con ayuda de su padre. Así que todo salió desde un lugar de comprensión. Me sentí muy confiada de que estaba haciendo las cosas bien, pero hay muchas comunidades que tenían otra perspectiva de las cosas.
-¿Qué cambiarías ahora si pudieras?
-Ahora sé que si quiero trabajar con un actor que está dentro del espectro autista, me reuniría con esa persona y me aseguraría de filmar una historia que no le haga daño o que pueda ser contraproducente. Haría una película que no incomode y que al mismo tiempo cuente su experiencia.
-En tu carrera colaboraste con muchos artistas, se percibe una naturalidad en trabajar para y con tus colegas. ¿Cómo fue en este caso la unión creativa para el soundtrack de Music con Jack Antonoff, Labrinth, Dua Lipa, Greg Kurstin, Burna Boy y tantos otros?
-Amo trabajar con otras personas. Prefiero hacer algo que sea bueno antes de querer tener la razón. Prefiero equivocarme para poder mejorar. En la industria de la música y también en la cinematográfica, la humildad es prácticamente un requisito para trabajar. Seguro muchos directores disientan conmigo, pero yo realmente creo mucho en la colaboración, y sobre todo cuando filmé la película. En el set había mucha gente que había trabajado en una gran cantidad de films. Si bien soy una persona muy decidida, con las cosas claras, cuando no tengo las respuestas, les pregunto a los demás qué harían en mi lugar. Incluso con los actores, si algo del guion no funcionaba, nos juntábamos en una habitación y ellos me ayudaban a reescribirlo. No podés tener ego si trabajás para otros artistas. Si sos la estrella pop, podés llegar cinco minutos tarde, pero si sos quien está escribiendo canciones para otros, más te vale llegar temprano (risas).
-Una de las lecciones que aprendiste...
-Sí, hace mucho tiempo. Si están de malhumor, vos estás a su servicio, y tenés que saber cómo manejar sus inseguridades y sus egos, y creo que eso me sirvió mucho para trabajar con actores, que son las personas más inseguras del mundo. Todos los artistas lo somos. Cuando vas a los Oscars o a los Grammys, está lleno de personalidades inseguras. Cuando estamos todos en la misma habitación, la vibra es muy extraña (risas).
-Bueno, vos en tu película hacés un cameo interpretando justamente a una estrella pop
-Sí, eso fue un error. Ese rol iba a ser para Katy Perry, pero se “bajó” del proyecto, así que contactamos a Beyoncé pero nunca nos respondió. Estábamos desesperados por encontrar a una estrella pop hasta que advertí que yo era una. No me quedaba otra, aunque ese no era el plan inicial.
-¿Y pensás que vas a seguir dirigiendo largometrajes?
-Me parece que Music va a ser mi última película, pero definitivamente seguiré haciendo música.
¿Puedo pedirte un favor?
-Sí, claro
-Agradeceles a mis fanáticos argentinos porque están completamente locos. Y una cosa más: cuando escribas esta nota, contales que la entrevista la hice desde el sótano de Beyoncé (risas).
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