Shows, cine y YouTube: con qué se entretienen millennials y centennials
Basado en la Encuesta Nacional de Consumos Culturales, el SInCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina) publicó un dossier que hace foco en los hábitos de consumo de la franja comprendida entre los 13 y los 24 años. Según los datos que proporciona esta muestra realizada en todo el país en 2017, los jóvenes lideran casi todos los consumos analizados con dos excepciones: la radio y el teatro no son prioridades en esta especie de dieta cultural de millennials y centennials.
Dentro de los consumos presenciales este sector generacional es el que más asiste al cine y a los espectáculos de música en vivo, pero es el que menos va al teatro en comparación a los adultos (25 a 64 años) y los adultos mayores (65 años en adelante). Como es de imaginar, en términos socioeconómicos, los de mayor poder adquisitivo son los que más van al cine como a los espectáculos en vivo, pero no así al teatro. Y acá surge un dato interesante: el teatro es más elegido entre los jóvenes de nivel medio (10,6 por ciento) y luego, con parámetros que rondan el 8 por ciento, quedan igualados tanto el sector de mayor poder adquisitivo como el que cuenta con menos recursos económicos. Siempre dentro del mapa de los consumos fuera de la puerta de casa, el teatro es el único en el cual las diferencias de clases definen poco. Se podría concluir que aún siendo minoritario en comparación con otros consumos culturales, es el más democrático.
En contraposición a lo que sucede en el mapa de las artes escénicas, la concurrencia al cine dentro de esta franja generacional exhibe una amplia diferencia en relación a los adultos. En cifras es así: el 51 por ciento de los jóvenes dicen ir al cine, frente al casi 36 de los adultos y el 10 por ciento de los mayores. La mitad de la población de quienes tienen entre 12 y 24 años fue al menos una vez al cine durante 2017. Desde la perspectiva socioeconómica, en el sector de mayor poder adquisitivo la preferencia llega al 64 por ciento.
Las películas favoritas de hace dos años fueron Los increíbles 2, Coco, Avangers; Infinity War, Hotel Transylvania 3 y Jurassic World. Los datos coinciden con el análisis realizado con los usuarios de Pase Cultural, la medida que implementó el gobierno porteño para que los jóvenes puedan acceder a la propuestas culturales valiéndose de una tarjeta que se recarga con 2.000 pesos cada seis meses. Según esos datos, el uso de la tarjeta en cine se ubicó primero en preferencias con un 57 por ciento. Hay que aclarar que los universos estadísticos son muy diferentes: la encuesta del SInCA toma como base todo el país y el reporte de Pase Cultural hace foco en los 8.500 jóvenes entre 16 y 19 años que cursan la secundaria en escuelas públicas de CABA.
Como sucede con el cine, la asistencia a recitales es otra de las predilectas de este sector y vuelve a marcar su protagonismo frente a las otras dos franjas analizadas. El 28,4 por ciento dice asistir a recitales frente al casi 24 por ciento de los adultos. El principal motivo de no ir es la falta de dinero. Para los jóvenes de nivel socieconómico alto la no asistencia está relacionada con la falta de interés.
Por fuera de lo presencial, la dieta cultural de millennials y centennials está definida por las pantallas. Dentro de este universo, en contra de cierto pensamiento generalizado, la televisión se lleva un claro emoticón de "me gusta". Durante 2017, la franja de jóvenes y de adultos miraron contenidos televisivos en proporciones iguales (95,9 y 95,3 por ciento, respectivamente). En 2017 prácticamente todos los argentinos miraron televisión: es un tipo de consumo que casi no presenta diferencias entre grupos etarios.
La diferencia intergeneracional aparece en la forma de consumir ese contenido. Los jóvenes lo hacen por Internet. También son los que más comentarios realizan referidos a esos contenidos en las redes sociales (27 por ciento, frente al 11 por ciento de los adultos y el 5,4, de los adultos mayores). En términos de redes la favorita para ese sector generacional es (¿o era?) Facebook (el 90 por ciento tiene cuenta allí) seguido por Instagram (el 55 por ciento tiene cuenta en esta otra red).
Este grupo generacional es el que más mira contenidos audiovisuales online (sean series, películas o videos) a través de aplicaciones pagas, caso Netflix, como gratuitas, caso YouTube. El uso de esta última plataforma entre esta franja trepa al 41 por ciento frente a los casi 27 de los adultos. Ocho de cada 10 jóvenes la usan prácticamente todos los días. Los contenidos con mayor visualización en esta plataforma son los videos de los youtubers, con el 64 por ciento de millennials y centennials detrás de estos canales.
El preferido de 2017 fue el de Dosogas Team con Que callen a los bobos. Ese tema que dice: "para bien o para mal nadie nos puede parar /somos una nueva fuerza y llegamo’ a conquistar".
Entre tantas pantallas que conquistaron a los jóvenes, los datos indican que la radio no es parte de su dieta cultural (tampoco el asistir a museos, donde se produjo una importante curva descendente en relación a la encuesta de 2013). Si entre los adultos y los adultos mayores casi el 75 por ciento escucha radio, en los jóvenes ese porcentaje decae al 56,5 por ciento. Claro está, la de ellos es la franja que más la escucha vía Internet.
En nuestro país son escasos los estudios estadísticos sobre consumo cultural. La muestra del SInCA, organismo que depende de la Secretaría de Cultura de la Nación, se basó en 2800 casos de las distintas regiones del país. Fue realizada en 2017 (la anterior data de 2013). A la actual situación económica como a los constantes cambios tecnológicos de esta franja tan permeable a ellos el interrogante es poder detectar la vigencia de esta radiografía. De todos modos, claramente aporta indicadores para reflexionar sobre un grupo etario cuyo ADN está ligado a las prácticas digitales.
Alejandro Artopoulos*: "Los chicos ya no quieren programas, sino programar"
Quizá la conclusión de manual sobre la dieta cultural de millennials y centennials es que privilegian el consumo de video en línea en detrimento de las formas más tradicionales de la galaxia Gutenberg. Pero no, los jóvenes leen más libros (de papel) que otros grupos etarios. No solo eso, también leen más en línea textos en diversos formatos en las redes sociales "juveniles" como Instagram, Reddit o Twitter.
Antes de levantar el dedo, los adultos debemos replantearnos cómo educarlos en tiempos posMcLuhianos. El medio es el mensaje se convirtió en "el contenido es el algoritmo". Sea el contenido buscado por su tema o por su fuente. Como los algoritmos son siempre sociales, están alimentados por posteadores distribuidos. Por eso escapan de los formatos broadcast (de programa) como el diario, el teatro, la radio o los museos. El problema no es el qué, sino el cómo se llega...y de cómo se trata. Los chicos ya no quieren programas, sino programar.
En esta crisis sistémica de confianza, antes de sospechar sobre la calidad de los youtubers autorreferentes o de gatitos haciendo piruetas, debemos prestar atención a las analíticas de consumo en línea de la nueva "televisión" bajo demanda. Olvídense del rating minunto-a-minuto y de Netflix o HBO que son solo la punta del iceberg. YouTube stremea preaireado pero cada vez más contenido original. Noticieros como PDB de Tardecita, documentales de Vice y la BBC , o FiloNews en Instagram. Los más sensibles a la cultura fake responde: Si no la bypaseamos (torrenteamos), la cultura te programa (netflixea).
*director investigación y desarrollo del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés
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