La cantante habla de la historia de Garbage y de identidad de género
“Si alguien que no conoce la banda quisiera saber de qué se trata, creo que le haría escuchar Version 2.0”, afirma Shirley Manson acerca del segundo disco de Garbage, lanzado en 1998. “Ahí incorporamos elementos de la electrónica, consolidamos nuestro sonido y creamos una especie de modelo, casi, de álbum de rock contemporáneo. Aplicamos literalmente toda la tecnología que entonces era la novedad y luego se convirtió en el futuro: es la que se usa hoy. Version 2.0 fue uno de los primeros discos en ser hecho digitalmente. Fue un momento tan interesante en la música”, recuerda dos décadas más tarde, mientras el disco se vuelve a editar remasterizado junto con 10 bonus tracks de la era. Desde Los Ángeles, ciudad en la que reside, Manson reflexiona sobre aquella época, el paso del tiempo y el lugar actual de la mujer en la industria musical y la sociedad.
¿Cuál es tu relación con estos temas que escribiste hace 20 años?
Todavía estoy orgullosa de ellos. “Push it" y “I Think I’m Paranoid” están entre mis canciones preferidas de las que escribimos. Algo interesante de Garbage es que cuando se formó la banda, éramos bastante mayores de lo que suelen ser los grupos cuando comienzan. Entonces no es que los primeros discos fueron hechos por adolescentes. Las temáticas son bastante adultas. Cuando salió Version 2.0 yo estaba en mis 30.
¿Cuál es el recuerdo más lindo de la grabación?
No lo describiría como lindo sino más bien sobresaliente. Al final de todo, sacando cuentas vimos que gastamos más dinero en alcohol mientras hacíamos el disco del que gastamos literalmente haciendo el disco. Habíamos gastado unos doscientos mil dólares en el bar vecino.
¿Cómo te sentías frente al público en ese momento?
Cuando recién empecé, sentía que no merecía estar donde estaba. Sentía que no me lo había ganado, que no era lo suficientemente buena, inteligente, talentosa, linda, interesante. La lista era interminable. Ahora pienso: “Algo debo haber tenido para mantener el interés de la gente todo este tiempo”. Y me hice buena en lo que hago, aunque no siempre guste. Hay tantas personas que lo odian, pero dudo que puedan decir que no soy buena. Creo que esa es la diferencia. Tengo una base de seguridad que no tenía antes.
¿Cómo la obtuviste?
Haciendo, creo. Viviendo, saliendo al mundo. Uno acumula experiencia y sabiduría, se da cuenta que todos se sienten un fraude. Todos hablan de no querer envejecer ni arrugarse. Lo bello y magnífico acerca del paso del tiempo que nadie dice es que empezás a estar más cómodo con vos. Empezás a entender mejor a los demás y a enfrentar el mundo con mayor comodidad. Disfrutás de aspectos que de joven ni siquiera sabes que existen.
En estos años que venís liderando Garbage, ¿te sentiste cosificada como mujer?
Es algo que sigue hasta hoy: las mujeres somos vistas como objetos sexuales. Y algunas lo invitan, a veces sin darse cuenta. Yo siempre fui consciente del poder de mi sexualidad y cuidé cómo me mostraba frente al público, los medios, el mundo. En eso fui inteligente. Sí, es hermoso ser admirada y deseada cuando sos joven. ¿Pero qué pasa cuando dejas de ser la más joven y bella? Muchas se paralizan al dejar de recibir este tipo de atención. Por eso quiero incentivar a la mujer a valorarse por lo que es y lo que hace más que por su exterior.
En 2016, su visita al país coincidió con una de las primeras marchas de #NiUnaMenos. Apoyaste la causa y pediste justicia por Micaela García en Twitter. ¿Por qué decidiste involucrarte?
Cuando están en juego los derechos de la mujer siempre hablo porque soy luchadora y elocuente y tengo una plataforma. Muchas jóvenes no tienen mi seguridad ni son tan peleadoras, entonces las quiero proteger. Además conozco las estadísticas globales del femicidio y la violencia de género. Sé que es grave en Latinoamérica y quise dirigirme a esto que es parte de un gran conflicto. Luego vimos el estallido de #MeToo en EEUU, país que tiene su propio problema. Creo que todas nuestras vidas mejorarían y seríamos más felices si encaráramos este asunto y termináramos con el odio extraño que existe hacia las personas que se reconocen mujeres.
Actualmente en Argentina se debate la legalización del aborto. ¿Cuál es tu postura al respecto?
Creo que las leyes antiaborto son parte del odio que menciono. ¿Por qué dar mayor valor a un feto que a una mujer plenamente desarrollada? Me parece una forma de misoginia decirle a una mujer qué hacer con su cuerpo y con su vida. Entiendo que la idea de un feto sin nacer genere emotividad, no es que me resulte ajeno. Pero con frecuencia las mujeres son obligadas a parir niños que no desean y luego no aman ni cuidan. A mi criterio esto es una tragedia real: un niño consciente que sufre. No un feto sin nacer que no sabe la maldita diferencia.
Usás el término “personas que se reconocen mujeres”. ¿Qué pensás de las problemáticas de género?
Pienso que el actual sistema binario es en parte responsable por esta agresión hacia las mujeres de la que hablo, y que cuanto más lo vayamos desarmando, mejor será para toda la humanidad. Me emociona la deconstrucción de esta tontería de “femenino/ masculino”. Es una construcción total que hemos desarrollado y no tiene ninguna relación con la identidad de género o sexualidad de la persona. La vida es tan corta. Pienso que -mientras no lastimen a nadie- las personas deben poder disfrutar de sus cuerpos y sus sexualidades, explorar, tener placeres y aventuras.
En febrero, cantaste “You Don’t Own Me” de Lesley Gore con Fiona Apple en Girlschool LA, un festival no binario para artistas que se reconocen mujeres. ¿Cómo fue esa experiencia?
Extraordinaria. Cuando me invitaron y sugirieron que cantara con Fiona, jamás creí que sucedería. Pero sucedió y fue mágico. Para mí es una de las mejores voces blancas de mi generación. Nos acompañó un coro y un cuarteto de cuerdas formado íntegramente por mujeres. Terminada la noche, todas estábamos llorando. Creo que nos dimos cuenta de lo excepcional que había sido. Absolutamente todo el show fue realizado por mujeres. El ingeniero de sonido, el iluminador, el tour manager, el stage manager; todos los roles fueron desempeñados por mujeres. Hace 35 años que estoy en la música y jamás había visto algo así. Es una propuesta increíblemente poderosa e innovadora. No quiero ser malinterpretada: amo a los hombres y trabajar con ellos. A la vez quiero que la mujer sepa que puede hacer lo que quiera bajo sus propios términos.
Recientemente opinaste que “bruja” es uno de los mayores halagos que puede recibir una mujer. ¿Por qué?
Las mujeres que fueron quemadas en la hoguera eran consideras peligrosas. En general, eran muy inteligentes y rebeldes, personas que no se conformaban. Pienso que es genial ser así y no cumplir con el mandato de ser lindas, pequeñas, sumisas. Quiero que las mujeres ocupen espacio, que hablen en voz fuerte, que disfruten su lugar en el mundo. Si te llaman bruja, estás haciendo algo bien.