Sexteto Irreal: Un "dream team" de músicos que no tienen límites
El grupo formado por varios músicos que pasaron por La Portuaria y la banda de Charly García crean una experiencia sonora que cruza el funk, la electrónica y los ritmos latinos
Irreal: Dícese de aquello que no tiene existencia verdadera y efectiva.
Es posible que esa definición cuadre con cierto espíritu efímero y paradójico que encarna el quinteto de músicos que forman el Sexteto Irreal, un “dream team” integrado por Axel Krygier, Christian Basso, Fernando Samalea, Alejandro Terán y Manuel Schaller, que hará una de sus apariciones fantasmales en La Tangente (Honduras 5317), mañana, a las 21.
Christian Basso y Axel Krygier formaron el Sexteto Irreal en 2003 para poder tocar en vivo los temas de sus propios álbumes solistas. A partir de ahí la entidad musical cobró forma libre, bailable y abstracta. En el Sexteto Irreal se improvisa desde códigos comunes y texturas, que permiten descubrir de soslayo un territorio rítmico que puede saltar lúdicamente de la melodía al groove mántrico y ofrecer sugerentes capas de funk, jazz, tango, ritmos latinos y sonidos del folklore asiático y europeo, en base a la improvisación.
“Siempre están presentes las cosas que nos gustan. Se suman cosas que hemos conocido que ayudan a definir mejor lo que queremos decir, pero básicamente vamos por una vertiente que no tiene límites. Podemos sonar africanos, electrónicos, un poco a jazz, funk, o un poco balcánicos y tarantélicos. Pero la esencia no tiene que ver con ninguno de esos estilos en sí. Nos gusta girar en círculos y generar una fuerza centrífuga”, explica Axel Krygier, como si estuviera recreando el mismo momento en que están tocando libremente los cinco juntos.
Krygier, uno de los fundadores de esta nave, desarma en piezas el funcionamiento orgánico del Sexteto Irreal. “Cada uno es un órgano de la Gestalt, como en aquella novela de Los cristales soñadores, de Theodore Sturgeon, donde un grupo de humanos componen un gran ser. En el Sexteto Irreal se da claramente la posición de cada uno y eso facilita las cosas. Tenés el súper groove de Samalea que es libertad y cadencia. Es el que hace que esto suene serio. Basso, es un súper esteta, no solo del bajo sino que trae ambientes con estilo; además hacemos varios de sus temas. Después está Manuel, la encarnación del espíritu electromagnético y la experimentación sonora a partir del theremin. Terán es el maestro clásico, la viola, el saxo con furia, es el músico, la melodía libre e interminable y la armonía de cuerdas. Es el melodista de la banda con sus timbres pujantes. Después estoy yo que soy como el armador que tiene como la posibilidad que cada uno se vaya para cualquier lado. Lo mío es armonía y ritmo, porque estoy ligado a la base. También canto un par de temas y me pongo en el lugar de presentador. Es una gran simbiosis colectiva”, define.
El proyecto ganó fuerza con los años, en paralelo a los proyectos solistas de cada uno de los integrantes, pero mantienen esa dinámica libre de juntarse cuando los planetas se alinean. En todo este período de tiempo, desde sus primeros shows grabaron un único y sugerente disco bautizado Jogging en 2010 por el sello Años Luz Discos. “El Sexteto mantiene su espíritu original que es el de una banda que no sea una banda de trabajo ni de obligaciones, sino de distensión, placer, improvisación y creación espontánea. Por lo tanto, no es importante cuando se reúne. Siempre que nos juntemos va a ser un momento de complicidad entre personas que se conocen muy bien y se divierten de solo verse. Tenemos una historia común que nos convierte en cómplices. En el escenario entramos en un lenguaje musical instantáneo para alcanzar un trance musical. Es lo que propone: libertad, libertad, libertad”.
La instrumentación del grupo –Fernando Samalea en batería y bandoneón, Alejandro Terán en bronces y cuerdas, Manuel Schaller en theremin y samplers y Axel Krieger en teclados y voz –crea nuevas fantasías musicales en vivo. “El hecho de tocar en vivo nos pone en juego buscar algo interesante y dinámico. Todos proponen y hay temas que los inventamos sobre escena. Por ejemplo, el disco Jogging es totalmente improvisado. Hubo muchos temas inventados en el estudio y otros que le agregamos condimentos. En los shows es igual. Tenemos la posibilidad de desarrollar cosas en vivo”.
-¿Hay algo entre el perfeccionismo y lo lúdico en la banda?
-Para mí, uno de los objetivos que tenía cuando estudié música es que la música pueda ser un verdadero lenguaje y decir algo cuando se me ocurriera decirlo. Lo que hacemos no es improvisación jazzística sino que es mas textural y rítmica. Es una música que tiene un alto grado de abstracción pero que el juego que tenemos te puede hacer reír porque pasan cosas raras. Somos cultores de la moral keynesiana, somos un poco seguidores de ciertas tendencias que permanecen ocultas y que están subyacentes a lo que se da. Es como un modo de hacer las cosas.
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