Serú Girán: ¿es posible el regreso de una de las grandes bandas del rock argentino?
La aparición de cuentas oficiales de Serú Girán en Instagram y Twitter abrió un interrogante sobre un posible regreso de la banda. Ya sin uno de sus integrantes originales -Oscar Moro murió en 2006, a los 58 años-, Charly García, David Lebón y Pedro Aznar no dieron muchas pistas en este debut sorpresivo en redes sociales, aunque "El Ruso" -que en septiembre ganó seis premios Gardel, incluyendo el de Oro- generó expectativa con un mensaje que dejó una puerta entornada: "Todavía no nos vamos a juntar con Serú Girán, pero bienvenidos a nuestras redes".
A principios de este año, para celebrar con un breve retraso el aniversario 40 de su aparición, la banda lanzó una edición remasterizada en vinilo de su segundo álbum, La grasa de las capitales (1979). Esta reedición fue posible gracias a un exhaustivo trabajo de Ariel Lavigna y Pedro Aznar realizado sobre las cintas de resguardo originales, que revela detalles inaudibles en otras ediciones y formatos, con su correlato visual a partir de la labor del fotógrafo Rubén Andón, autor de la imagen de la tapa, sobre los negativos tomados en la sesión realizada en su estudio en 1979. El material sonoro fue rescatado por el Instituto Nacional de la Música (Inamu), que compró el catálogo de la desaparecida discográfica Music Hall y viene llevando a cabo una loable tarea para recuperar incunables del rock argentino sobre los que trabaja el experimentado ingeniero de sonido Gustavo Gauvry. Se respetó la gráfica original del arte de tapa, pero se agregaron en el sobre interno fotos del grupo que hasta ahora no habían sido publicadas.
Lo más probable para Serú hoy por hoy parece una operación general de rescate y relanzamiento de su obra, prolífica para la corta carrera del proyecto, que tuvo una brillante etapa inicial entre 1978 y 1982, la que les hizo ganar el mote de "los Beatles argentinos", y un regreso discreto en términos artísticos, pero exitoso desde el punto de vista comercial, en 1992. La banda publicó cinco discos de estudio y cuatro en vivo. También existen muchos registros, oficiales y "piratas", de sus shows que se encuentran fácilmente en YouTube.
Una buena historia
El origen de Serú Girán podría cifrarse en noviembre de 1977, cuando Charly juntó a los integrantes de todos los proyectos musicales en los que había estado involucrado hasta entonces (Sui Generis, Porsuigieco, La Máquina de Hacer Pájaros) en el Festival del Amor, cuya recaudación sirvió para financiar un viaje a Buzios con Lebón que duró tres meses y decantó ese mismo año en la grabación en San Pablo del disco debut, Serú Girán: 32 minutos divididos en ocho canciones en las que ya asomaba un estilo marcado por la fusión de un rock de impronta sinfónica con aires de jazz, tango y música brasileña. En el tema de apertura, una canción de Sui Generis llamada originalmente "Nena", readaptada para el formato de la banda y rebautizada "Eiti Leda", participó una orquesta de veinticuatro músicos dirigida por Daniel Goldberg. Serú quiso reproducir esa ambiciosa apuesta sonora en la presentación del álbum en Obras Sanitarias, en noviembre del 78, pero ni el público ni la prensa estaban bien predispuestos: en ese concierto, el primero de un grupo de rock en el célebre estadio de Núñez. El público pedía con insistencia el "Blues del levante", un tema que Charly compuso especialmente para la multitudinaria despedida de Sui Generis en el Luna Park en 1975, y el diario La Opinión criticaba "las voces homosexuales" de la banda. Ese primer disco incluía también "Seminare", uno de los grandes clásicos de la historia del rock argentino, escrito por la sociedad García/Lebón.
En junio del 79, Serú empezó a trabajar en los estudios ION los temas que formarían parte de La grasa de las capitales, cuya tapa se tomaba en solfa a las frivolidades de la revista Gente y de paso también le contestaba al público rockero que vivía como una amenaza el avance de la música disco, anunciando "el romance del año" entre un Pedro Aznar de rostro aniñado y una figura ficticia ("Olivia Neutron-Bomb") que aludía con humor a Olivia Newton-John, pareja de John Travolta en la película Grease, un musical producido inmediatamente después del éxito formidable en todo el mundo de Fiebre de sábado por la noche. La taquillera película de John Badham estrenada en 1977 reflejaba la explosión de un género que, detrás de una superficie de narcisismo e indulgencia, estaba en realidad sustentado en la convergencia de las culturas marginales de la perseguida comunidad gay de la época, los afroamericanos y los inmigrantes latinos e italianos, todos constructores de un nuevo tipo de rebeldía después del estrepitoso fracaso de la utopía hippie.
Luego del sabor amargo de aquel Obras inicial, Serú tuvo que reacomodar la estrategia de presentación de su nuevo disco: se eligió entonces el auditorio Kraft, un teatro de la calle Florida al 600 con capacidad para 250 personas. Se hicieron seis funciones a sala llena, lo que sumó a 1.500 personas en total, una cantidad de público con la que hoy se llena apenas medio Gran Rex.
Nace un fenómeno
El tono general del disco revelaba la sagacidad y la ironía aguda para la crítica social de García e incluía apuntes pesimistas como "Paranoia y soledad", una gran canción de Pedro, y "Viernes 3 AM", censurada durante un tiempo en las radios argentinas porque "incitaba al suicidio". Fue, de todos modos, el disco con el que empezó a gestarse el fenómeno masivo de Serú: la banda sonaba más compacta que antes y la crítica empezaba a detectar el vuelo que iba a desplegar en Bicicleta (1980), un tercer álbum que incluía "Canción de Alicia en el país", una de las pinturas más certeras y profundas sobre los años de plomo en la Argentina; "A los jóvenes de ayer", respuesta cargada de veneno a unos comentarios maliciosos de Ástor Piazzolla, y "Mientras miro las nuevas olas", canción que daba cuenta de la atención que García les prestaba a las flamantes tendencias de la música pop (el punk y la new wave) y al mismo tiempo anticipaba la megalomanía que sería su marca registrada unos años después ("Mientras miro las nuevas olas, yo ya soy parte del mar").
Bicicleta fue editado por SG Discos, sello que Serú armó con su manager de entonces, Daniel Grinbank, luego de tomar nota de la experiencia que había llevado adelante Almendra con el lanzamiento independiente de El valle interior (1980), el regreso de la banda de Luis Alberto Spinetta, Emilio Del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García, producido en sociedad con Alberto Ohanian. Y fue uno de los más vendidos de 1980 en la Argentina, según el ranking publicado por el Centro Cultural del Disco, la cadena de disquerías más importante del país en aquella época. En agosto de ese año, Serú viajó a Brasil para presentarse en una edición del Monterrey Jazz Festival realizada en Río de Janeiro. Aznar conoció ahí a Pat Metheny, quien un tiempo después le propondría unirse a su grupo y determinaría de esa forma la disolución de la banda argentina. Un mes más tarde, en septiembre, se produjo un encuentro histórico para el rock argentino: Serú y Spinetta Jade hicieron tres conciertos compartidos en Obras en los que además de presentar sus propios repertorios se cruzaron en algunos temas. El disparador de esas jornadas inolvidables fue un artículo periodístico de Hurra, una revista de aquellos años, que comparaba a Charly con el Flaco con malicia e ingenuidad: García quedaba asociado a "la decadencia del rock y el negocio" y Spinetta era el héroe que "mantenía el mismo espíritu de los inicios, una actitud artística honesta y en crecimiento". En la tapa de la revista había una caricatura de Charly con la camiseta de Boca y otra de Spinetta con la de River.
Luego de esos shows, el 30 de diciembre Serú despidió el año con un recital gratuito y multitudinario (60 mil personas) en La Rural. En menos de un año, la banda había pasado de un teatro para 250 espectadores a esa convocatoria masiva.
Antes de la partida de Pedro, Serú grabó Peperina (1981), presentado en Obras en tres fechas consecutivas llevadas a cabo en septiembre del 81. El disco, cuyo título jugaba con el homenaje al Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band para aludir a la calificación de "Beatles argentinos" que había entrado en circulación en algunos medios, incluyó grandes canciones ("Llorando en el espejo", "Esperando nacer", "Salir de la melancolía"), una auténtica obra maestra de la música popular argentina ("Cinema verité"), un par de instrumentales de talante distinto (la rockera "Cara de velocidad" y el guiño explícito al impresionismo del francés Erik Satie de "Veinte trajes verdes") y un dardo inoportuno y ciertamente machista contra una periodista cordobesa que había osado criticar al grupo ("Peperina").
Serú despidió el 81 con tres muy buenos shows en el Teatro Coliseo también recordados por la silbatina sostenida con la que un público poco tolerante agobió a las Bay Biscuits, un grupo de teatro-rock integrado por Vivi Tellas, Mayco Castro Volpe, Lisa Wakoluk, Diana Nylon y Fabiana Cantilo. Un mes más tarde, en enero del 82, se confirmaría oficialmente la convocatoria de Metheny y Aznar, de solo 23 años, anunciaría públicamente su viaje a Estados Unidos para estudiar en la famosa Universidad de Berklee.
La gran despedida fue los días 7 y 8 de marzo en Obras, con dos conciertos memorables que quedaron instalados en el inconsciente colectivo de los argentinos y registrados en un gran disco en vivo, No llores por mí, Argentina, una respuesta frenética y rockera al taquillero musical Evita -que años más tarde llegaría al cine con Madonna como protagonista- y también un réquiem inspirado y salvaje para la dictadura militar que empezaba a expirar en el país.
Después de un paréntesis de diez años, Serú Girán empezó a pensar seriamente en un regreso, que finalmente se produjo a partir de una iniciativa de Lebón, encargado de convencer a Claudio Lisman, un empresario que conoció en la sede palermitana del gurú Maharaji, para que financiara la vuelta. Se asoció en el proyecto Héctor Cavallero, un empresario mucho más conocido en el mundo de la música que acababa de traer a la Argentina a Michael Jackson. La movida tuvo sus complicaciones: hubo que negociar arduamente con Grinbank, dueño de la marca Serú Girán, y casi en simultáneo con el anuncio del posible reencuentro de la banda que publicaron el suplemento Sí de Clarín y la revista Pelo, Charly fue internado en una clínica psiquiátrica.
En agosto de 1992 se firmó el contrato, que estipulaba una serie de shows en estadios de diferentes lugares de la Argentina, la grabación de dos discos (uno de estudio con temas nuevos y uno en vivo) y la realización de una película que contaría la historia del grupo, que quedó en manos de Raúl de la Torre y derivó en un mamotreto semidocumental muy bizarro titulado Peperinay en el que Andrea del Boca interpretaba a una fan desesperada por ir al concierto de Serú en River, una línea narrativa que volvía a reflotar la vieja historia de la periodista cordobesa que García ajustició sin piedad en la canción homónima.
La grabación del disco en los estudios Del Cielito de Parque Leloir no fue fácil: García estaba atravesando un momento complicado y sus tiempos no coincidían con los del resto del grupo, especialmente con los de Aznar, que prefería trabajar en horarios diurnos. Harto de los problemas, el ingeniero de sonido Peter Baleani renunció antes de que se terminara el álbum. "El único momento en el que Pedro, David y Charly estaban unidos era cuando se ponían en contra de los productores para negociar más presupuesto", dijo Cavallero un tiempo después de aquella experiencia caótica. La incomodidad entre los integrantes del grupo, sobre todo la de Aznar y Lebón con un García en estado de ebullición que ya iniciaba su anárquica etapa "Say No More", se hizo evidente en una tensa conferencia de prensa previa a los dos conciertos de River de diciembre del 92 y el mini-show que la acompañó en Prix D'Ami, también monopolizado por el desorden y las provocaciones de Charly.
Unos días antes, Serú había tocado en el Teatro Ritz de Nueva York en una velada a beneficio de la Cruz Roja pero sin Moro, quien tuvo problemas con su visa y fue reemplazado por David Palmer, un sesionista estadounidense. La gira, que incluía Mar del Plata y Mendoza, terminó restringiéndose a los dos River y otros dos shows más en Córdoba y Rosario. Aznar tuvo siempre un camarín aparte, cansado del ambiente de locura instalado sobre todo por García. También tuvo un rol protagónico en Serú 92, un disco en el que se lució como bajista, compositor, cantante y arreglador. El hit del álbum fue, de todos modos, un tema de Lebón, "Mundo agradable", balada blusera que terminó transformada en una especie de "We are the World" criollo en un mensaje de fin de año ideado por Alejandro Romay para Canal 9.
La vieja alquimia entre los integrantes de la banda apareció en cuentagotas en los conciertos del regreso, que además coincidieron con los shows de presentación de Dynamo. El nuevo disco de Soda Stereo, presentado en Obras, estuvo marcado por una apuesta al futuro (fueron teloneros los grupos que empezaban a forjar la movida del "Nuevo Rock Argentino": Babasónicos, Juana la Loca, Los Brujos, Peligrosos Gorriones), en claro contraste con la impronta nostálgica del regreso de Serú, que tuvo algunos buenos momentos en River pero, como el propio García confesó en una entrevista con Gillespi en Rock & Pop muchos años después, fue "bastante Spinal Tap", en referencia a la desopilante película sobre una banda ficticia que reproduce todos y cada uno de los clichés más ridículos del mundo del rock.
Fue, en definitiva, un reencuentro extraño, anacrónico y que, observado en perspectiva, plantea dudas razonables sobre una nueva tentativa: pasaron casi treinta años, ya no está Moro y la salud de Charly se deterioró significativamente en todo este tiempo. Como bien dice el periodista Mariano del Mazo en uno de los dos libros dedicados a la historia de Serú (Entre lujurias y represión, aparecido el año pasado; el otro es Serú Girán, la historia, de Walter Domínguez), lo que se escuchó y vio en el 92 fueron "las sobras de un banquete". En esa vuelta, Serú ya no interpretó a su tiempo como lo había hecho cuando apareció en el panorama desértico del rock argentino de fines de los 70. Aun así, García, Lebón, Aznar y Moro escribieron páginas imprescindibles de la música popular argentina. Y están en el corazón de todos los que supieron leerlas.
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