El gran hit de La Portuaria, que se lanzó en 1993, tiene una historia que combina la búsqueda de la banda con el azar; sus autores recuerdan cómo lo compusieron y la popularidad que vino después
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Se escucha una base que se va a ir replicando a lo largo de la canción. Es un acordeón el responsable de crear esa atmósfera que más tarde será descripta como una selva. Ellos son La Portuaria y están a punto de cambiar su historia, ser aclamados por miles de personas y quedar eternamente anexados a ese ritmo y a esas primeras estrofas. Es un aire de fiesta, esas fiestas en las que se baila hasta que se termina el mundo. Hay sensación de apertura, de libertad, de “sacar para afuera”.
“Creo que `Selva´ es un tema que tiene una sonoridad muy particular, un groove, un ritmo que incita un poco a la fiesta, a agitar el mundo, y propone una acción desde la letra con el: `voy buscando un oasis…´”, dice a LA NACION Christian Basso, bajista y coautor del tema.
El nacimiento de un hit no necesariamente es algo premeditado. A veces, según cuentan los mismos músicos, es algo totalmente fortuito. “Creo que los hits no se buscan, aparecen y aparecen por la relación tiempo-espacio del momento en el mundo en que uno está. Era un momento de selva, de jungla, de ruido, de confusión social, momentos difíciles que había que decir algo. Creo que entramos justo y a partir de ese momento, con La Portuaria, seguimos tocándolo siempre…”, suma Basso. “Creo que muchos de los temas que se transforman en hit y que trascienden su época es porque casi todos tienen algún componente novedoso y original. No es por insistencia que las radios lo pasan y hay algo comercial detrás, sino que el tema en sí mismo tiene un componente de algo nuevo y que llama la atención”, opina Sebastián Schachtel, tecladista y acordeonista de la banda.
Lo cierto es que la unión de una idea rítmica y de una base novedosa derivó en ese grito de liberación de toda una generación. Si bien la banda ya había tenido éxito con Escenas de la vida amorosa (1991), el disco anterior y, sobre todo, con “El bar de la calle Rodney”, “Selva” fue la escalera al cielo para ellos.
En 1993 salía el álbum Devorador de corazones y en él, los seguidores y los oyentes en general encontrarían un himno que aún hoy sigue sonando y que hace sentir ese espíritu de democracia, de exaltación, de fiesta de principios de los 90, pero que, también, puede adaptarse perfectamente a la actualidad. Cuentan que la creación del tema fue un trabajo en equipo: Basso recuerda estar tocando la guitarra en la casa de Eugenia, quien era su novia en ese entonces y hoy es la madre de su hijo, y mientras ella preparaba las entregas de la facultad, él se encontró componiendo una base disco con un carácter que no terminaba de entender, pero sentía que tenía algo: “mágico”, “circular”, “hipnótico” y sobre todo “muy bailable”. “Armé como la progresión de acordes, la vuelta armónica, con una melodía que terminó después modificándose en parte por la mirada de Diego”, explica. Y Ahí entró la labor del vocalista. Mientras que Basso tocaba los acordes y generaba la melodía, Diego Frenkel transformaba lo que escuchaba. “Son situaciones muy difíciles de definir las del proceso, porque es un proceso conjunto y muy en sincro”, detalla Frenkel.
Pero el armado del tema necesitaba de un aporte aún más importante, el acordeón de Sebastián Schachtel, ese sonido tan icónico y representativo que abre y cierra la canción y funciona como un loop de misticismo. “Algo que empezó como una especie de funk lo derivamos en una mezcla de funk con un chop un poco extraño a mucha velocidad y disco, pero punk de actitud también, para lo cual le pusimos un acordeón que tenía una simbología y una melodía incluso de otra especie. Y después entraron los vientos, para hacer esa locura que fue una especie de resultado alquímico de todo esto”, agrega el vocalista.
Después de ese encuentro, todo siguió en la sala de ensayo donde cada músico aportó y en especial, Sebastián, quien hizo el riff de acordeón del comienzo que quedó en “Selva”. “Fue algo como una creación que se nos fue un poco de las manos, ya que la banda en ese momento hizo como un despegue a nivel popular que no tenía antes”, reflexiona Basso. El tema fue producido por la banda, grabado en estudio Moebius y mezclado en Nueva York.
El otro nombre de “Selva”
Según cuenta Schachtel, “Selva” se iba a llamar “Michael Jackson” porque era simplemente una base de baile que les hacía acordar al autor de “Thriller”. Para ellos, la canción tenía algo de la música disco, de funk y música negra. “Ese es el germen. Tenemos un demo con ese formato, donde al tema ni se lo reconoce, no tiene melodía, simplemente una base”, cuenta. “Después, con el agregado de la instrumentación portuaria, el acordeón, el comienzo que es como una especie de llamada y los vientos, que más allá de las intervenciones que responden o contestan a la voz, hay una parte que es una especie de fanfarria. Esto hace que el tema sea una mezcla de estéticas raras y bastante original”, agrega.
“Era un momento de mucho fervor popular, era el momento de la world music, estábamos ahí madurando una idea conceptual de uso de instrumentos que venían de toda nuestra esencia más funkera y jazzera y rockera, con un blend con la cosa del uso del acordeón más latino”, detalla Basso.
El éxito y la repetición
Lo cierto es que esa originalidad fue justamente la que puso a la banda en otro nivel. “Se convirtió en un tema masivo, popular y muy representativo, como también dijo mi amigo músico y productor Diego Vainer: casi un canto generacional”, sostiene Diego Frenkel.
Christian Basso coincide con el cantante: “Habíamos hecho un disco que nos había ido muy bien que fue Escenas de la vida amorosa, que tenía “El bar de la calle Rodney”, un tema bastante hitero. Creo que fue uno de los primeros temas que rotó en MTV, que en ese momento era re importante. Pero la banda todavía no era tan popular como llegó a ser cuando se lanzó `Selva´ , y ahí empezamos a girar por Argentina. A veces era un doble juego porque nosotros provocábamos eso y, por otro lado, también La Portuaria tenía otra parte más lírica, más oscura. Entonces íbamos a los pueblos y la gente quería que tocáramos `Selva´ nada más. Era como ‘el’ tema de la banda. Pero bueno es así como uno, de alguna manera, pudo hacer conocer el otro material de La Portuaria que no era hitero. A veces hasta nosotros mismos nos cansábamos de seguir tocándolo tanto y buscábamos versiones del tema. Pasa mucho con las bandas”.
Animales salvajes…
Más allá de la base rítmica, el tema habla de animales salvajes, de jungla y de “un oasis donde nadar”. Para Frenkel es casi como una respuesta interior a un agite y a una sensación de ebullición. La introspección saca de adentro imágenes y metáforas que terminan el armado del tema. “Creo que la letra fue realmente un hecho espontáneo, el grito de `Selva´, la sensación del salvajismo que sentíamos que emergía de nuestras entrañas y de nuestro propio ser a mediados de los 90 es como un grito de liberación y es también la búsqueda de un bienestar, una satisfacción suprema en medio del caos de la vida”, observa el autor.
Ese caos derivó en un nuevo caos para ellos, el de la popularidad. Gracias a ese hit, La Portuaria giró por la Argentina, en un tour que cerró con un show vanguardistaen el Estadio Obras. “Selva” fue como “el barco” que hizo posible que esa gira fuera real y que hubiera tanta expectativa en tantos puntos del país. “Realmente provocábamos una locura que nunca había vivido”, recuerda Basso.
Si bien La Portuaria continuó por otros caminos y editó otros discos, nunca volvió a producir un nuevo hit al nivel de éste. “Selva” sigue siendo un himno para quienes vivieron su boom en los 90 y hasta ha sido inspiración para otros, como para El Reja, un artista uruguayo de cumbia que hizo una versión que se llama “La noche me vino a buscar” que está totalmente inspirado en el riff del tema. Lo popular a veces cruza fronteras, como hicieron ellos entre lo afro y lo latino, y así, de forma inesperada, una fusión alcanza el mote de hit.
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