Seal: "Mi matrimonio falló... no veo ninguna razón para volver a estar casado"
La historia de Seal es, incluso involuntariamente, una sucesión de triunfos ante la adversidad. Nacido como Henry Olusegun Adeola Samuel en Londres, a los pocos años de vida su madre fue deportada a Nigeria y quedó bajo la tutela de un padre abusivo y violento, hasta que pudo ser acogido por una familia adoptiva tiempo después. Tras completar un estudio terciario en arquitectura, Seal decidió convertir la afición por el canto en su profesión, y la música acarreó tantas gratificaciones como golpes, con picos de popularidad, álbumes que merecían mejor suerte y también algún que otro rumbo mal encausado.
De la mano del productor Trevor Horn, Seal convirtió a sus dos primeros singles, "Killer" y "Crazy", en hits globales en 1991 a fuerza de un R&B que todavía se tuteaba con el acid house. Una vez que la cultura raver comenzó su franca retirada, el cantante encontró otra veta en la que podía moverse con holgura: el terreno de las baladas. Aunque había fallado comercialmente en 1994, la canción "Kiss from a Rose" lo terminó de catapultar al estrellato al convertirse en una de las dos canciones oficiales del film Batman eternamente, y logró que el tema tuviese la aceptación que la película de Joel Schumacher no tuvo. Su relación con el cine se afianzaría un par de años después, gracias a su cover de "Fly Like an Eagle", de Steve Winwood, para el film Space Jam.
De ahí en más, Seal inició una extraña sucesión de singles exitosos incluidos en discos de acogida tibia por la prensa, entre los que se encuentran tres álbumes de covers de standards de soul y R&B y System, un trabajo con el que intentó hacer algún guiño a la cultura dance, y en el que grabó un dueto con la modelo alemana Heidi Klum, con quien estuvo casado entre 2005 y 2014. Este 3 de octubre, el vocalista se presentará en el Luna Park con un show celebratorio de sus tres décadas de carrera. A pesar del espíritu retrospectivo, Seal asegura que no habrá lugar para la nostalgia en el escenario: "No va a ser netamente un show de grandes éxitos, también voy a tocar cuatro o cinco canciones nuevas, que son también una representación de donde estoy, tanto musical como espiritualmente", explica a LA NACION desde su casa en Los Ángeles.
–¿Y de dónde salió la necesidad de repasar gran parte de tu catálogo?
–Volví a tocar con Gus Isidore, un gran músico absolutamente único en su materia y con el que escribí muchas de mis primeras canciones.Tenerlo de vuelta conmigo me permitió rescatar muchas de esas canciones que no había interpretado en mucho tiempo, y también hacerlo en una manera en la que la gente las conoce, pero también con un poco más de ritmo.
–En los últimos años lanzaste singles que no forman parte de ningún álbum. ¿Sentís que ya no tiene sentido el disco como formato?
–La idea de encerrarse tres meses en un estudio, contratar a un montón de músicos para hacer una pila de canciones y darle forma a un disco al final de ese proceso, prepararse para toda la etapa de maquinaria de promoción y demás... esos días terminaron para mí hace rato. Al final de ese recorrido, ya ni siquiera estás vendiendo un disco, y eso me obligó a preguntarme: "¿Estoy sacando canciones sólo para publicar algo, o es porque tengo algo para decir?" Todavía creo en los álbumes, pero tenés que recordar que hace mucho tiempo, en los 50 y los 60, todo se reducía a los singles. El disco como concepto apareció a mitad de los 60 y principios de los 70, y antes de eso la gente publicaba singles uno detrás de otro y, al final del recorrido, los incluían a todos en un disco.
–¿Tuviste que aprender otras formas de jugar el juego de la industria en todo este tiempo?
–Sí y no. Nunca me gustó demasiado eso de jugar el juego, porque si te involucrás demasiado, entonces termina siendo una trampa. Hay que entender que la música se consume de una manera distinta. Si la gente ya no la compra, pero escucha mucha más música en un período de tiempo más corto, ya no podés poner todos tus huevos en una misma canasta. Al mismo tiempo, algunas reglas no cambiaron: una buena canción necesita una buena performance vocal, eso sigue siendo así. En lo que te tenés que concentrar es en hacer grandes canciones que vos ames para que luego sea el público quien las ame. Tiene que ser material que signifique algo, que tenga integridad. Si hacés algo bueno, te va a ir bien, eso no cambió, sólo que en vez de hacer algo muy grande de una sola vez, ahora tenés que hacer algo más continuo. Entonces, ¿cuál es mi plan? Ir sacando música a medida que la voy creando. Si grabo una buena canción y no tengo un disco en el cual meterla, la publico igual.
–Solés decir que tus canciones están inspiradas en tu propia vida. ¿Nunca te intimidó pararte frente a un auditorio que está cantando sobre alguna experiencia personal tuya?
–Para nada. De otra manera, ¿cómo puedo saber sobre lo que estoy hablando si no creo en ello o no tiene autenticidad? No puedo esperar que me creas si no es algo que experimenté por mi propia cuenta. Cuando una canción la canta el público, siento que ya les pertenece a ellos. Esa es la magia de la música, porque es cuando se convierte en sanación. Cuando ves que algo que escribiste significa algo para otra persona pasa a ser algo mágico. Hay una gran razón por la cual hago música y es no para que la gente la cante, sino para que se pueda sentir relacionada con ella y los pueda ayudar y puedan compartir sus propias experiencias.
–Un par de años luego de tu divorcio afirmaste que el matrimonio era "un concepto fallido". ¿Seguís pensando así?
–Absolutamente. Si te ponés a pensar es un contrato que no fue actualizado desde el comienzo de los tiempos, no hay ninguno otro igual. Todavía creo que dos personas pueden encontrarse y estar juntas por el resto de su vida, por supuesto que sí, pero la expectativa del matrimonio, eso de: "¿prometés amar, honrar y obedecer a esta persona hasta que la muerte los separe?"... No, no puedo prometer eso. No puedo amarme a mí mismo y me estás pidiendo eso. Puedo intentarlo, ¡pero ni siquiera sé si voy a estar vivo mañana! Es una expectativa demencial heredada de un mundo distinto al que vivimos hoy en día, que se mueve mucho más rápido que antes. Hay más distracciones, los niveles de estrés son superiores.
–¿Influyó en tu teoría tu propia experiencia?
–Nosotros teníamos muchas cosas a favor, simplemente fallamos y no tuvo que ver con la fama. Pero no puedo ver ninguna razón para volver a estar casado. Yo no creo que dos personas tengan que estar casadas para estar juntos y enamorados, no creo que tengas que estar casado. Podés alcanzar eso mismo sin casarte. Creo en el matrimonio pero no en su forma actual, porque si hay un contrato de por medio, hay que renegociarlo. Si mirás las estadísticas acá en los Estados Unidos, menos de uno de cada dos matrimonios es exitoso. No importa realmente qué diga yo, podés creer o no en lo que digo: las estadísticas son lo que son. Claramente hay algo que no funciona.
Seal. 3 de octubre en el Luna Park.
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