Seal, con la energía y la naturalidad del soul
Al final del show está parado: él, de frente al público, con los mismos atuendos con los que empezó su presentación, en pleno gesto de corazón que se entrega (y chaqueta que se abre para la ocasión) y en actitud de golpe salvaje al pecho. Así se despide Seal de esta visita a Buenos Aires. Ya conoce el tipo de gente efusiva que vive y alienta a sus artistas favoritos por estos pagos (nos visitó en 2008 y 2011 en esta misma ciudad, y en 2007, en Pinamar). Por eso, aunque la lista de temas es casi calcada de la que viene haciendo en las paradas previas de su gira (Chile, Brasil), la propuesta se percibe renovada para esta noche colmada de asistentes en el Luna Park.
Pasan las 21 y sale el cantante británico de ascendencia nigeriana y brasileña (madre y padre, respectivamente) al escenario. Está vestido de negro, y sólo deja ver una remera blanca bajo el saco. Se parece, en el imaginario popular, a un predicador. Por su aspecto y porque canta sobre orar y habla de energía, de amor, de estar unidos. Habla bastante, de manera natural, casi todo en inglés claro, con breves palabras en español como un "gracias" o "hermano". Esto último dirigido al hombre de seguridad bajo el escenario, la primera vez de las varias en las que desciende de su zona de confort arriba de las tablas a otro sitio que, también, le resulta a su medida: las butacas de las plateas y del súperpullman. Porque, desde estos diferentes sitios, canta Seal y comparte con el púbico su buena vibra y su música, concentrada en sus temas más conocidos, los de sus primeros discos (Seal y Seal II). También hay espacio para los covers, como "Higher Ground" (Stevie Wonder) y "Rebel, Rebel" (David Bowie), en este oscilante pero parejo viaje de canciones guiadas por un hilvanado pop, un contundente soul y una esperable intención bailable. Sin sorpresas y, aun así, sorpresivo: sus mayores méritos acaso son la prolijidad y la naturalidad.
Con su banda de fieles músicos, que lo acompañan a lo largo de las dos horas de show y a los que saluda y aplaude al final, el cantante menea su cuerpo y se divierte (entre la autenticidad del ritmo y el esbozo paródico), salta sobre y debajo del escenario, toma las guitarras acústica y eléctrica.
El público lo escucha tocar y cantar (con voz límpida), lo escucha contar que le encantó llegar al país y ser recibido por una bonita oficial en el aeropuerto:"¨Ella dijo "Seal, bienvenido a mi país". Para ustedes es normal, pero para mí fue hermoso", señala el británico, mientras destaca este rasgo de calidez desde su llegada a la Argentina.
La puesta en escena sutil acompaña el mensaje de cada tema con una sintonía especialmente diseñada. Luces tenues, ambientación fría, círculos de agua, collages. Este hombre alto (altísimo) saluda al público con un choque de manos, una palmada o una pieza de baile mientras canta. Toma contacto con la gente. Y, mientras su mecanismo de relojería funciona en la sucesión planeada de temas, mecha ideas en voz alta. Como su suerte de apología de los conciertos en vivo. De "su" concierto en vivo: "No sentimos como que vinimos a hacer un show. Aunque sí estamos para hacer música, de lo que trata es de la energía. De conectar entre nosotros. Ustedes vienen para ver por ustedes mismos si esta energía es real. Si no, estarían en sus casas escuchando los discos", sostiene. Entre el público hay suficiente silencio como para escucharlo y suficientes voces como para seguir cantando. Y Seal sigue diciendo que la convocatoria es para presenciar el fenómeno, para sentir que esta energía es de ida y vuelta.
Antes de introducir su tema "Person in the Mirror", declara que no siempre le gustó verse a sí mismo como la persona que es. Y que su búsqueda interior apuntó a quererse, a gustar de él frente al espejo como ese mismo hombre que hace treinta años dio sus pasos fundacionales, que sumó a su ya ganada popularidad otro tanto por una unión de diez años con la famosa modelo Heidi Klum y que que acuñó hits difíciles de olvidar como los que hoy revive en Buenos Aires ("Prayer for the Dying", "Kiss from a Rose", "Crazy"). Y que posiblemente vuelvan. Entonces, hasta que nos veamos de nuevo (él mismo saluda así).