Netflix: Dylan por Scorsese, un documental extraordinario
Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese (Estados Unidos/2019). Dirección: Martin Scorsese. Fotografía: Ellen Kuras, David Myers, Howard Alk, Paul Goldsmith y Michael Levine. Edición: David Tedeschi. Testimonios: Bob Dylan, Joan Baez, Allen Ginsberg, Patti Smith, Scarlet Rivera, Roger McGuinn, Ramblin’ Jack Elliott, Larry "Ratso" Sloman, Sam Shepard, Sharon Stone, Joni Mitchell, Ronnie Hawkins, Ronee Blakley y Rubin "Hurricane" Carter. Duración: 142 minutos. Disponible: en Netflix. Nuestra opinión: Excelente.
"Rolling Thunder Revue" fue, como todos admiten en el film, un rotundo fracaso económico. Sin embargo, a nivel artístico quedó como una de las giras más extraordinarias de la historia de la música. Fueron en total 57 conciertos entre 1975 y 1976 que reunieron a varios de los más brillantes músicos, cantantes y poetas de su generación. De aquella experiencia colectiva, comunitaria, quedaron múltiples registros en imágenes y sonidos, e incluso una (anti)película como Renaldo and Clara, que tuvo muchos más detractores que defensores.
Sin embargo, a pesar de que toda la gira fue registrada por hasta cuatro camarógrafos, nunca se había concretado una película que diera cuenta de la trastienda y de los alcances de aquel mítico proyecto. Hasta ahora. Y ha sido nada menos que el gran Martin Scorsese –en su segunda colaboración con Bob Dylan después de No Direction Home (2005)– el responsable de construir un retrato fascinante, lleno de pasión y nobleza sobre ese tour único. Aunque limitar a Rolling Thunder Revue a un documental sobre una gira es totalmente injusto: se trata, en verdad, de una mirada a los Estados Unidos de la década de 1970; es decir, la del bicentenario, la vergonzosa derrota en Vietnam y la renuncia de Richard Nixon por el escándalo de Watergate.
Tras casi una década sin tocar en vivo (con la excepción de sus presentaciones junto a The Band) y en momentos en que el movimiento folk languidecía, Dylan decidió volver a los escenarios con una apuesta por demás arriesgada: recorrer los Estados Unidos a bordo de una casa rodante e ir tocando de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, en lugares pequeños o medianos (nunca más de 3000 butacas). Lo acompañaron desde el poeta Allen Ginsberg hasta quien fuera su musa, Joan Baez, pasando por el dramaturgo y actor Sam Shepard y músicos como Ramblin’ Jack Elliott, T-Bone Burnett y Larry "Ratso" Sloman. También aparecen desde Patti Smith hasta Joni Mitchell, quien una noche subió a tocar un par de canciones y luego se sumó por el resto del tour. Así de cambiante, impredecible, era la idea.
La película -de casi dos horas y media- combina testimonios de la época con otros actuales (incluído el de un Dylan por demás reflexivo y sincero que intenta minimizar o directamente destruir el mito), imágenes de la trastienda (ensayos, celebraciones) y, por suerte, largos fragmentos de canciones con las letras felizmente subtituladas. El material de archivo en fílmico (debidamente digitalizado, restaurado y remasterizado) es de una belleza subyugante y muestra a todos estos artistas en la cima de su arte (Dylan tenía 34 años y un carisma irresistible).
Durante el film se escuchan (en varios casos completos) clásicos de Dylan (con su rostro pintado cual artista glam) como "Mr. Tambourine Man", "Blowin' in the Wind", "Like a Rolling Stone", "Just Like a Woman", "A Hard Rain's A-Gonna Fall" o "Knockin' on Heaven's Door", pero también muchas rarezas y temas ajenos. La faceta estrictamente musical, en ese sentido, tiene el lugar esencial que merecía.
La película también está plagada de revelaciones, de momentos intensos y/o divertidos: desde un homenaje que Dylan y Ginsberg le hacen a Jack Kerouac (otra figura clave de la Beat Generation) hasta las hilarantes anécdotas con una por entonces jovencísima modelo como Sharon Stone que incluyen al grupo Kiss y al teatro Kabuki, pasando por Joan Baez disfrazada de e imitando a Dylan, la conexión del protagonista con los representantes de los pueblos originarios o su campaña pública para liberar al boxeador negro Rubin Carter (injustamente encarcelado por un crimen que no había cometido), que derivó en un tema icónico como "Hurricane".
Por supuesto, no todo era idílico: el caos, las drogas y las permanentes tensiones entre el arte y el negocio surgen de manera tangencial. En ese sentido, aparecen las discusiones por acortar las más tres horas de show (Ginsberg pasa de ser el oráculo, el gurú de la gira, a cargar las valijas de los demás) y tocar en lugares cada vez más grandes (como el Madison Square Garden) para recortar el creciente rojo financiero.
Íntima (aborda las múltiples facetas de un personaje contradictorio y genial como Dylan), grupal (se muestra en toda su dimensión el aspecto colaborativo y experimental del proyecto) y social (expone los fuertes contrastes de la sociedad estadounidense de la época) a la vez, Rolling Thunder Revue, con su edición hipnótica e inmersiva, resulta una carta de amor y otro notable aporte de ese maestro que es Martin Scorsese (El último vals, Shine a Light) al cine, la música y la historia de su país.
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