El icónico cuarto disco de estudio de la intérprete, celebra un especial aniversario. En una extensa entrevista con LA NACIÓN, la cantante revela detalles inéditos de su gestación y se refiere a su componente político, entre otras anécdotas
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Transcurría 1984 cuando Sandra Mihanovich grabó y lanzó su cuarto álbum de estudio: Soy lo que soy. Hacía muy poco que había retornado la democracia y los aires de libertad la impulsaron a expresarse más abiertamente. El tema de la sexualidad, que había aparecido elípticamente en su segundo disco –con “Puerto Pollensa”, la canción de amor escrita por Marilina Ross para otra mujer–, ahora era más evidente y el grueso del repertorio desnudaba su alma y revelaba por completo su identidad.
El disco se convirtió en un instantáneo número uno y la canción que le dio título (proveniente de la comedia musical La jaula de las locas) devino tanto en himno de la comunidad LGTB+ como en leit motiv libertario de toda la sociedad. Por su importancia artística e ideológica Soy lo que soy fue y es uno de los trabajos más icónicos de la intérprete. Cimentó su carrera, marcó una época e hizo historia en la música popular.
Para celebrar los 40 años de su lanzamiento (que se cumplen exactamente hoy, lunes 19 de agosto), Sandra Mihanovich ofrecerá un concierto el 8 de noviembre en el Teatro Opera –la sala donde lo presentó por primera vez–, cuyas entradas ya se encuentran a la venta en Ticketek. Y mañana (martes 20) subirá a su canal de YouTube un documental de casi media hora que realizó LCN Pro y produjo Sony Music para homenajear la gesta. Antes brindó una extensa entrevista a LA NACIÓN, en la que recordó aquella época, analizó cada una de las canciones que componen el álbum y reveló detalles inéditos e insospechables. A manera de plus, la intérprete aceptó hablar por primera vez de la lectura política que Soy lo que soy –escuchado hoy, con la perspectiva que otorgan los años– también admite.
–Soy lo que soy fue tu cuarto álbum de estudio. ¿Fue el de la consagración definitiva?
–Es posible. Fue un disco distinto, que marcó un cambio con respecto a los anteriores. Esto vino de la mano del tema “Soy lo que soy”. El disco está absolutamente enmarcado en ese tema. Cuando le propuse grabarlo a mi productor Ricardo Kleinman, me dijo: `pero vos no cantás canciones disco´. Es que yo lo había escuchado por primera vez en una discoteca gay de Río de Janeiro, en el verano del 84, interpretado por Gloria Gaynor; mejor dicho: por una drag queen que desde una tarima hacía la mímica del tema cantado por ella. Cuando escuché aquello de `I Am What I Am´ me partió la cabeza al instante y me dije: `yo quiero decir eso pero en castellano´. Ricardo no lo podía creer porque veníamos de “Puerto Pollensa”, de baladas y canciones de amor. Esto era meterse en otro terreno y a mí no me importó nada. La versión al castellano la hizo espectacularmente bien Lelia Varsi, que estaba acostumbrada a traducir temas top de los rankings extranjeros para diversos artistas. No hicimos una versión idéntica a la de Gaynor, pero sí una con mucha polenta. Recién después conocí la versión original, la del musical de Broadway La Cage aux Folles (La jaula de las locas, en su traducción al español), mucho más tranquila.
–Digamos que para vos, desde un principio, “Soy lo que soy” fue mucho más que un tema disco, ¿no? Fue una toma de posición.
–Tal cual. La vi, la sentí, tuve claro desde un comienzo que quería cantar eso. Había encontrado una canción para decir lo que yo quería decir. Y lo maravilloso es que la encontré sin haberla buscado. Apareció de golpe y me permitió decir por primera vez `yo soy lo que soy”, nada más ni nada menos.
–¿Fuiste consciente en ese momento que el tema se convertiría en la Argentina en un instantáneo y rotundo himno gay?
–Supongo que sí, pero eso no me importaba. Lo que yo quería era expresarme y decir esto de `soy lo que soy y no tengo que dar explicaciones a nadie, ni pedir permiso ni justificarme´.
Sexualidad y democracia
–¿Se podría decir que el álbum fue producto del retorno de la democracia?
–Sí. Estábamos en la primavera democrática. En diciembre de 1983 había asumido Alfonsín y 1984 fue un año en que todos querían decir “Soy lo que soy”, más allá de su sexualidad. Hablaba de que se fue la dictadura y puedo escuchar la música que quiera, puedo ponerme la ropa que quiera, puedo bailar dónde quiera, puedo cantar las canciones que quiera, puedo decir lo que quiero, puedo opinar, puedo pensar, puedo manifestarme... Puedo elegir, puedo elegir, puedo elegir, esa es la clave del tema, esa era la actitud, por eso transcendió tanto. Creo que el retorno a la democracia nos afectó a todos, así como la Guerra de las Malvinas se convirtió en el gran artífice de la difusión de la música nacional. La democracia nos modificó y nos convirtió en otras personas, mucho más amplias. En este disco se nota todo eso.
–Por eso, finalmente, “Soy lo que soy” atravesó todos los estratos sociales.
–Exacto. Por eso desde ese entonces y hasta ahora “Soy lo que soy” lo he cantado en todos los espacios posibles: en teatros, en clubes y hasta en countries, para todos los integrantes de las familias, para los adultos y los niños. La canción nunca estuvo mal vista. No fue considerada esencialmente una canción gay y entonces `ay, qué horror´. Seguramente habrá habido algo de prejuicio con mi sexualidad desde “Puerto Pollensa”, y algún padre le habrá dicho a su hija: `nena, a esa chica no la escuches”. Y tal vez con “Soy lo que soy” esas personas que pensaban de mí así habrán ratificado sus opiniones, pero, en general, lo que primó fue la aceptación. En fin, “Soy lo que soy” fue muy importante para mí. No sé si me di cuenta del todo al principio porque yo era como una locomotora, iba a todo trapo.
–¿Es aún el tema más representativo de toda tu carrera, el que más te identifica y el que más te pide el público?
–Sí y no. Compite un poco con “Puerto Pollensa”, aunque son canciones bien distintas, que hablan de temas diferentes. “Puerto Pollensa” es una canción de amor bellísima. “Soy lo que soy”, en cambio, es una postura en la vida. Estas canciones se complementan con otras muy importantes en mi repertorio, con “Me contaron que bajo el asfalto”, “Como el juez a la verdad”, “Todo me recuerda a ti” y tantísimas más. Pero, bueno, si tuviera que elegir un solo tema, es posible que “Soy lo que soy” sea el que más me identifica.
–En principio la foto de tapa del disco (del eximio Rubén Andon) ya dice mucho. Habla de una gran libertad, ¿de quién fue la idea? ¿Te costó desnudarte?
–La idea fue mía. Me pregunté: ¿Cuál debería ser la imagen de Soy lo que soy? Y... ¡cómo vine al mundo! Despojada, desnuda en cuerpo y alma. Esto es lo que soy, aquí estoy. Soy lo que soy no tenía una ropa que lo representara, ni un look. Soy lo que soy es así, sin nada, sin maquillaje.
La música vs. el cine
–¿Es verdad que por grabar el disco desististe de protagonizar Camila?
–Sí. Yo ya había filmado cuatro películas (Los médicos, La isla, Los miedos y Fiebre amarilla). Y la actriz convivía con la cantante sin ningún problema, pero cuando en 1982 aparece “Puerto Pollensa” la cantante se llevó puesta a la actriz. Por eso, cuando María Luisa Bemberg me convocó para hacer una prueba de casting, pensaba decirle que no; pero Alejandro Doria me dijo: `¿Cómo no vas hacer la prueba, ¡andá ya, pendeja!´. Y ahí fui, aterrada porque me tocaba hacer una escena muy jodida en la que debía llorar. Recuerdo perfecto el recurso emotivo al que recurrí para entrar en ese estado: fue `no quiero hacer esta película, no quiero hacerla´. Fue tal la angustia que logré sentir que me lloré todo. Lo que a mí me daba cagazo es que no se me creyera, que no se me creyera que yo estaba enamorada de un hombre. Hoy te lo cuento y lo digo abiertamente, en ese momento no se lo comenté a nadie. Yo sentía lo que me pasaba, pero no lo iba a poner en palabras, como tampoco iba a decir que era gay. Así que, aunque la prueba fue un éxito total, decliné la oferta. No era compatible grabar Soy lo que soy y protagonizar Camila. Era algo muy contradictorio, no podía ser honesta en el disco y mentir en la película.
–Es que Soy lo que soy fue el trabajo discográfico que te definió tanto artística como ideológicamente.
–Yo siempre dije todo a través de canciones. Mi única claridad fueron las canciones, nunca mis declaraciones. Ahora ya no es tan así porque está toda la carne en el asador: ¿qué voy a hacer? ¡hasta me casé con una mujer! Ahora ya está todo dicho, no hay nada que ocultar. En realidad nunca hubo nada que ocultar, lo que pasó es que yo siempre fui de perfil bajo. Nunca fui una militante de la diversidad, mi militancia siempre pasó por cantar “Soy lo que soy” y otras canciones de ese tipo. Digamos que con este disco dije “aquí estoy, esta es la que soy” y ocupé mi lugar de persona y ciudadana.
–Hablemos de las otras canciones del disco. Además de “Soy lo que soy”, hay otras tres que provienen de musicales: “Por qué”, de Calígula, “Todo sin vos”, de El loco de Asís, y “Sola en mí”, de George Sand.
–”Por qué” es otra manera de decir “Soy lo que soy”. ¿Por qué -me pregunto-, por qué no poder hacer todo lo que yo quiero? Y además habla de no poder procrearme, no es un detalle menor. “Sola en mí” es de un musical no muy exitoso de Pepe Cibrián, Martín Bianchedi y Ángel Mahler, pero a mí me encantó la canción. Dentro del contexto del musical era una pequeña canción, interpretada en el proscenio a media luz. Pero yo le pedí a Ángel (responsable de la mitad de los arreglos del disco) que le cambiara los arreglos para que tuviera más polenta y, así, poder empardarla con “Soy lo que soy” y tener en el álbum dos canciones con la misma impronta. Entonces la canción empieza como está planteada en el musical y después prosigue a lo bestia. “Todo sin vos” luego se convirtió en la canción del film de Américo Ortiz de Zárate Otra historia de amor (la primera película de temática gay del cine argentino, protagonizada por Arturo Bonín y Mario Pasik). Lo que siempre me gustó de las canciones de los musicales es que tienen un relato muy contundente, una historia para contar y actuar, y como yo soy fundamentalmente intérprete me vienen como anillo al dedo.
Dictadura y solidaridad
–Pocos saben que “Se metieron con todo” es en realidad una poesía de la actriz Adela Gleijer, esposa de Juan Manuel Tenuta y madre de Andrea Tenuta. ¿Se refiere a la dictadura?
–Sí, se refiere a eso, y yo le puse música. Yo era consciente de lo que estaba cantando, de lo que el tema exactamente decía. A Adela la conocí haciendo una ficción en ATC, en la que ambas compartíamos escenas. Ella me pasó ese poema y a mí, además de bello, me pareció muy musical. Yo elegí ese tema a propósito, fue mi manera de hablar de todo lo que todos, en mayor o menor medida, habíamos pasado.
–A propósito, ¿es cierto que en tu casa se refugió Nacha Guevara cuando fue amenazada de muerte?
–Sí, tal cual, pero eso fue antes del comienzo de la dictadura, en 1975, cuando sufrió la amenaza de la Triple A. Mamá (Mónica Cahen D´Anvers) los escondió a ella y a Alberto Favero durante una semana hasta que pudieron salir del país sanos y salvos y exiliarse en México. En medio de esa situación, yo, a los 18 años, escuché por primera vez “Te quiero” en el living de mi casa, con Alberto Favero tocando el piano de mamá y Nacha cantando muy emocionada.
–En el álbum también hay un homenaje a tu papá, Iván Mihanovich: “Una mujer”, el bolero del francés Paul Misraki. ¿Por qué se lo dedicaste?
–Porque mi papá lo cantaba siempre, pero distorsionándolo un poco... “La mujer que no rompe las bolas no merece llamarse mujer...”, cantaba (risas). Papá tenía mucho humor y era un hombre muy buen mozo, morían de amor por él todas las mujeres y él era como distante. Por eso mamá se enamoró tanto de él porque claramente no le daba ni cinco de pelota. Era un huesito duro. Cantaba bien, como todos los Mihanovich, aunque el Frank Sinatra de la familia era Alex, el hermano que le seguía, el tercero de los cinco Mihanovich. Esta canción no sólo la canté en homenaje a él sino porque en ese momento Luis Miguel la estaba pegando con los boleros. Por eso Ricardo Kleinman quería que grabara un disco completo de boleros. Yo no lo hice, pero tomé la idea e incluí este solo en Soy lo que soy. De los arreglos se ocupó el otro arreglador del álbum: Leo Sujatovich (extecladista de Spinetta Jade y PorSuiGieco). Por eso claramente hay dos estéticas muy distintas en el disco: la de Ángel Mahler, muy en la onda de los musicales, y la de Leo Sujatovich, más jazz y pop.
–Los otros temas son “Como el juez a la verdad”, “Desnudar nuestros deseos”, “Nacer de nuevo”, “Dame más, quiero más” y “Te tengo en casa conmigo”.
–”Como juez a la verdad” es una canción de un gran autor de folclore, Oscar Taverniso, a quien conocí a través del pianista Manolo Juárez. Es un tema que nunca se fue de mi repertorio, es un verdadero hit. Hay gente que me ha dicho: `con este tema nos pusimos de novios´. No parece una canción romántica, pero, bueno, aquello de `te necesito como el juez a la verdad´ puede referir también a una necesidad de amor. Y de alguna manera también habla de los tiempos que corrían, de cuando se buscaba justicia. “Nacer de nuevo” es un poema de la uruguaya Débora Céspedes, amiga de una amiga, que le escribió a una amiga suya que había estado presa por motivos políticos. Cuando finalmente salió de la cárcel le escribió: `qué hermoso es vivir de nuevo, mirando con ojos niños, dejando la vieja piel en un ropero vacío´. Yo también le puse música a ese tema. ¿No ves? Este disco también marca mi debut como autora: es la primera vez en toda mi carrera que dos temas llevan música mía. “Dame más, quiero más” es una canción de Osvaldo Fravrot, por entonces compañero de Ángel Mahler en la banda Espíritu.
Canciones para todos
–¿Qué tenían en común todas esas canciones?
–Yo siempre busqué canciones que fueran distintas, que hablaran de amor, pero no fueran las clásicas baladas melosas. Estos temas, en cambio, tenían otra impronta y otra fuerza. Otra cosa que yo buscaba en las canciones de amor es que no se definiera el género. Esto lo confieso hoy, nunca lo dije en aquella época. Yo no quería que fuera `nosotros´ ni `nosotras´ni `los dos´ ni ´las dos´. Nada de todo eso. Por eso “Hagamos el amor” (del tercer disco de estudio) es la canción perfecta, porque dice: `no iremos a dormir, amor, ni a vivir normal, hoy que somos dos y hacemos Dios´. Sólo habla de dos personas, no especifica si son un hombre y una mujer, o dos hombres o dos mujeres. En “Dame más, quiero más”, tampoco habla de él, habla de `vos y yo´.
–¿Cómo fue que “Soy lo que soy” llegó al cine?
–Fue fácil. El director Juan Carlos Desanzo vino a Shams (un boliche de Belgrano donde Sandra solía cantar asiduamente) a filmar escenas para su película La búsqueda (que protagonizaban Rodolfo Ranni y Luisina Brando). Si bien era un policial muy dramático, había una escena en la que Luisina Bando y Andrea Tenuta iban a ver a Sandra Mihanovich. Por lo tanto, ahí hago de mi misma y aparezco cantando “Soy lo que soy”. Después, para el final de la película grabé especialmente un tema, “Para volver a creer” (de Ángel Mahler y Martín Bianchedi, por entonces integrantes de su banda, como tecladista y guitarrista), que no está en ninguno de mis discos e, increíblemente, nunca volví a cantar. Ahora que te lo comento creo que debería rescatarlo y sumarlo a mi repertorio.
–¿Qué recuerdos tenés de la grabación del LP y de su posterior presentación en el Teatro Opera?
–La grabación fue en los históricos estudios ION, de la calle Hipólito Yrigoyen al 2500 (donde se registraron los álbumes más importantes de la historia del rock nacional, declarado en 2005 sitio de interés cultural de la Ciudad de Buenos Aires), entre los meses de marzo y julio de 1984. Los técnicos de grabación fueron Jorge “El portugués” da Silva y Roberto Fernández. Fue un proceso de grabación divino. Ahora que me preguntás esto, recuerdo que otro de los elementos que yo pedí sumar por primera vez fue el de los arreglos vocales. No quería simplemente un coro, quería arreglos vocales. Por eso convocamos a Horacio Corral, que era uno de los integrantes de Buenos Aires 8, a quien había conocido en el local La Ciudad, donde debuté en 1976. Por su trabajo, por ejemplo, es que “Como el juez a la verdad” tiene tanto peso. Al Teatro Opera le tomé el gusto en 1983, cuando me presenté allí por primera vez con Hagamos el amor. A pesar de que no nos querían dejar probar sonido (porque por entonces era un cine y no querían levantar las funciones de la matiné). Ya con los cuatro conciertos de Soy lo que soy, que fueron maravillosos, el Opera se convirtió en mi casa para siempre. Recuerdo que para la ocasión la santa de mi cuñada Catalina (Foti) me hizo un trajecito blanco de raso, con chaquetita y pantalón ancho, que combiné con una botas y el pelo mojado, para repetir la estética de la tapa del disco. Antes de cada función me duchaba en el Teatro y me ponía gel en el cabello para darle un mayor efecto de mojado.
–Se avecina la celebración del disco con un gran recital. ¿Presentarás los temas en el orden original?
–En principio programamos una función el viernes 8 de noviembre, pero tal vez sumemos algunas más. Y la haremos en el Teatro Opera, para que el recuerdo sea completo. Haremos todo el disco, seguro, pero no creo que en el orden original. Ya sé que eso está de moda, pero no me vale demasiado para el escenario, eso puede conspirar a la hora de intentar generar distintos climas. Lo que sí ya he decidido, y esto es una novedad que te puedo adelantar, es que me acompañará una orquesta. Leo Sujatovich será el director musical y ya está trabajando en ese punto. No te digo que va a ser un recital sinfónico porque no se tratará de una orquesta sinfónica, pero sí de que va a ser un concierto orquestado, de manera de potenciar y magnificar todos los arreglos. Soy lo que soy se merece una celebración, no solo por lo que significa para mí sino también por lo que seguramente significa para otros. Será, también, una forma de revivir la euforia de aquella época, la que nos hermanaba a todos los argentinos, la del regreso de la democracia. Por eso creo que lo del 8 de noviembre será una gran fiesta. Para estar a tono con la ocasión no te digo que me voy a desnudar como en la tapa del disco, pero sí me voy a volver a mojar el pelo.
Agradecimiento: Novotel Buenos Aires
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