Se anotó en un concurso de rap en su Santiago del Estero natal sin haber rapeado nunca; vino a Buenos Aires a los 17 y hoy, a los 22 es un fenómeno de la música urbana; su relación con La China Suárez y el acoso mediático
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La distancia entre obra y biografía siempre ha sido más corta que larga para la música popular en general y para la urbana en particular. Levantando la bandera de “lo real”, la mayoría de los cantantes del género afirman cantar sobre lo que les pasa, como una suerte de certificado de autenticidad y anclaje para desarrollar una lírica que siempre es referenciable a la vida, a veces pública y a veces privada, del artista en cuestión. “Habla de un sentimiento mío, de una experiencia mía, es un desahogo”, cuenta Rusherking sobre “Olvidate”, una balada en clave reggaetón que es su más reciente lanzamiento. “Se empezó a hablar en todos lados de mi vida privada, y con todo el quilombo que hubo… como no quiero salir a hablar a ningún lado y decir cosas que por ahí después me arrepiento, entonces hago una canción en la que cuento lo que me pasa, me desahogo con música”.
Nacido en Santiago del Estero como Thomás Nicolás Tobar en el año 2000, Rusherking se convirtió en 2021 en la nueva gran cosa de la música urbana. A velocidad pop, su ascenso fue meteórico y en poco tiempo pasó de agotar dos veces el teatro Broadway a tocar en el Gran Rex y luego en el Luna Park. Todo inmerso en la dinámica del single y los feats.
Pero que el camino de Rusherking al mainstream haya sido rápido no significa que haya sido fácil, ni que no exista una prehistoria. Hace una década, Rusherking, que todavía no era Rusherking, caminaba bajo el sol de Santiago del Estero a comprar gaseosa en envase retornable por pedido de su madre. “Me ponía Daddy Yankee en los auriculares”, recuerda. De a poco, ese reproductor de MP3 se fue engordando con Ed Sheeran y Justin Bieber, las otras grandes referencias que enumera y que de algún modo prefiguraban el interés por las melodías que lo diferencian de sus congéneres más orientados al hip hop. “Empiezo las melodías como freestyle, después relleno con letra”, cuenta. “Siento que rapeo muy bien, a mi criterio, vengo entrenando hace mucho tiempo, pero no lo uso mucho”. El freestyle, entonces, es más método que contenido para él: “És una herramienta para trabajar rápido, lo que hago, generalmente, es poner la instrumental y fristailear, y lo primero que me queda o me impacte lo desarrollo, esa es mi forma. O ponerme a escribir directamente, son dos formas que dependen del mood en el que esté”.
De hecho, el freestyle fue para Rusherking su puerta de entrada a la música. Cuando tenía 15 años se anotó en una competencia sin haber rapeado nunca. “Fue una semana después de enterarme que existía el freestyle”, cuenta. “Averigüé dónde se hacían competencias en Santiago del Estero, me anoté de una y me subí a un escenario gigante contra uno que venía compitiendo hace rato. Me mató, me hizo pelota”, se ríe. Pero lejos de sentirse amedrentado y buscar suerte con otra cosa, se encerró en su cuarto a practicar y volvió a competir recién cuatro meses después: “Llegué a semifinales”.
En 2017, Kaya, una artista santiagueña, lo invitó a colaborar en un tema y ese fue su debut como cantante. “Cuando hacía freestyle no me imaginaba que iba a cantar, pero me mandé”, dice Rusherking. “Soy así, estoy seguro de lo que hago. Me gustó cómo quedó mi voz y le perdí el enfoque al freestyle y empecé a querer hacer canciones. Le pedí un préstamo a mi viejo, me compré una compu y un micrófono y ahorré durante un año para devolverle la plata”. Entre el arrojo en la vida artística y su tranquilidad a la hora de hablar y dar entrevistas, hay una suerte de contrapunto que Rusherking manifiesta en términos de “ruido” y “calma”.
El primero de ellos se da en el paso de vivir en Santiago del Estero a venir a la capital. A los 17 años, cuando las canciones que había publicado llegaban a 5 mil visitas (“era un montón en Santiago”, dice) una productora porteña puso los ojos en él y no dudó en mudarse. “Entendí que me tenía que quedar en Buenos Aires porque en Santiago no tenía ese alcance”, cuenta Rusherking sobre la decisión de pisar por primera vez la ciudad de Buenos Aires. “Me desperté en Retiro y ya vi cómo era todo acá, las luces, el ruido. Una locura. Me asustó porque es totalmente distinto a Santiago, pero me gustó que acá no para nunca, y que hay muchas oportunidades”.
Sin embargo, Rusherking no vino con muchas certezas. El hecho de que una productora haya puesto los ojos en él no significaba necesariamente un éxito asegurado. Alejado de su familia y de sus amigos, dice haber sufrido “depresión, ansiedad, ataques de pánico y cosas que me costaron. Estaba sin un peso y pensé en dejar todo y volver a estudiar o trabajar de algo, pero por una cosa divina me empezó a salir todo bien”.
De hecho, hoy recuerda con una sonrisa el momento exacto que le dio la pauta de que tenía un futuro en la música: “El quiebre que me marcó en lo personal fue cuando tuve plata para tomarme un Uber y comer de día y de noche. Fueron dos años en los que no tenía plata para comer, tenía que ver a mi novia y caminaba dos horas hasta donde estaba ella. Cuando tuve plata para pagarme un taxi me di cuenta de que podía enfocarme de verdad en la música”.
La estabilidad económica para Rusherking trajo una profesionalización que se manifestó en clases de canto, baile y actuación. “Es la parte que no se ve desde abajo del escenario, todo el esfuerzo que hay”, dice. “Muchos piensan que el boom es de un día para el otro, pero hay mucho trabajo”.
Hacia mediados de 2021, Rusherking se convirtió en “el” artista de música urbana local del que todos hablaban. Casi de manera natural, ocupó el lugar que Paulo Londra dejó vacante temporalmente durante su ausencia por el litigio con su ex sello discográfico. Arraigados en la música urbana, ambos explotan el lugar más melódico y romántico del género, escapándole al contenido explícito y llegando así a un público más amplio. Así, las canciones, lo shows, las colaboraciones y también la vida privada de Rusherking conformaron un todo que se volvió material de consumo tanto en plataformas de streaming como en las redes sociales.
Llenar el Luna Park, publicar temas con más de 100 millones de reproducciones (a diferencia de aquellos con 5 mil de sus inicios) tener una relación con María Becerra y ver cómo el final estalló en redes sociales a su actual relación con la China Suárez a quien llama “mi pareja”... Otra vez: el ruido. “En los últimos tres años me empezó a ir bien con la música y estos últimos 5 meses fueron una locura para mi. Hay mucho ruido alrededor mío. “Soy una persona muy tranquila, la gente que me rodea lo sabe, no me gusta el ruido, el quilombo, nada. Vengo de Santiago del Estero, un lugar muy alejado, donde se duerme la siesta, a ese nivel”, termina con una sonrisa.
-De pronto apareciste en programas de chimentos y tenías paparazzi persiguiéndote, ¿cómo viviste todo eso?
-No me copa para nada que me moleste la gente irrespetuosa. Yo si te veo en la calle te saludo y pregunto cómo estás, no me gusta que me agarren con una cámara cuando salgo de trabajar y me pongan un micrófono en la boca. Entiendo que así funciona el juego, lamentablemente. Quizás al principio me lo tomé mal porque es un hostigamiento, estás haciendo tu vida normal y estás con tus amigos y ves el flash de la cámara de alguien que pasa corriendo. Trato de no enroscarme en eso porque me hace mal, la paso mal. Ya va a pasar, entiendo que es el contexto actual, pero hay gente inteligente y esos van a ver que esto está mal. El otro día salió una chica diciendo cuánto creía ella que cobraba yo por dar un show privado; exponiendo lo que genero, exponiéndome a mí como persona, y hace poco me entraron a robar, que yo calculo que debe ser por esas boludeces que se dicen en la tele, también. Entonces ya me afecta a mí y a mi familia, la gente es morbosa y quiere más de eso y yo la paso mal de verdad.
-La China Suárez ya ha pasado muchas veces por esta situación de exposición, ¿lo hablaste con ella para que te aconseje?
-Lo hablo todo el tiempo con mi familia, con mis amigos y mi pareja para entenderlo. De afuera se ve de otra forma y me pueden ayudar. Siempre hablamos sobre eso con ella. Hubo noches en las que de verdad la pasé muy mal, mis amigos también. Y lo hablo con ella porque está en los medios y en todos lados desde que es chiquita, vivió muchas cosas y siento que hay un hostigamiento que no se merece porque es una persona de luz, sinceramente. Y hay muchas personas mentirosas y con malas intenciones dando vueltas, siempre hablamos de eso, pero yo me quedo tranquilo porque sé quién soy, quién es ella y la gente que me rodea. El tiempo pone todo en su lugar. Ahora ya acepté y entendí el ruido alrededor mío.
-Musicalmente también hay mucho ruido alrededor tuyo, desde el crecimiento en público hasta el profesional. ¿Sentís que haber colaborado con Alejandro Lerner fue una suerte de legitimación?
-Grabar con Lerner fue un antes y después para mí, fue una tremenda experiencia. Aprendí mucho, somos amigos, literalmente, ahora me invitó a Los Ángeles a hacer un disco con él, aprendo mucho de él, es muy capo.
-Desde afuera parece que el crecimiento tuyo fue muy rápido, ¿desde adentro se puede parar la pelota y analizar con calma?
-A la mayoría de nosotros, de la nueva generación, nos pasó que pasamos del anonimato al estrellato, aunque no me gusta decir estrellato pero para marcar la diferencia. Todo fue muy rápido aunque para mí hubo un período de mucha angustia y frustración hasta que se me dio todo. Pero sí es loco, aceptar que todo por lo que te esforzaste tanto tiempo en un momento se da, te pone muy contento. Pero a la vez tenés que esforzarte más. Igual me acuesto a dormir flasheano porque vivo un sueño. Me levanto y me pasan cosas loquísimas todos los días.
-Parece que el próximo paso en tu carrera es grabar un disco.
-Ya están las ideas y las ganas de hacer un disco, estoy buscando el concepto, pero es el momento de hacerlo. Quería sentirme capacitado para hacerlo, me voy a mostrar en una versión que quizás antes no vieron. Grabar un disco hoy es importante no comercialmente sino para uno como artista. Es significativo. Antes no tenía ganas y ahora quiero hacerlo para ponerle un broche a estos cinco años de carrera.
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