Rubén Rada: las confesiones de un rey del tambor
El músico creador del candombe beat lanzó Confidence, un disco instrumental dedicado al latin jazz con una banda uruguaya soñada
A eso de las cuatro de la tarde, con disimulado apuro, Rubén Rada asoma al lobby del hotel buscando interlocutores. Ya dio tres entrevistas y sabe que le faltan tres más. ¿Quién podría asegurar que el rey del candombe rock cumplió 68 años? Bate palmas como diciendo, vamos, y gira su enorme cabeza, buscando una pista de adónde ir. El fotógrafo sugiere la terraza, porque hay más luz. La entrevista iba a hacerse en el bar, pero no importa; el Negro no impone condiciones. Saluda a todo el mundo, elogia a una chica que pasa. En la recta final se adelanta a todo el equipo. Su jefe de prensa, probablemente tres veces más joven, admite que no puede seguirlo. Durante la sesión fotográfica, Rada hace muecas; muestra su corbata estampada con imágenes de Los Tres Chiflados. Recién al volver de la terraza, aguardando el ascensor, se pone serio para hablar del nuevo disco. "La gente se sorprende porque hice un CD instrumental -comenta-. Pero acá hay buenos discos instrumentales: de Javier Malosetti, de Ernesto Jodos, de Mariano Otero… Ojalá el bagayo que hice sirva para que la gente abra su oreja a la música instrumental."
Para alguien que editó más de cuarenta discos, un nuevo lanzamiento podría ser casi un acto reflejo, pero a Rada su álbum Confidence lo tiene verdaderamente entusiasmado. Y no sólo porque ésta es la primera colaboración con su hijo Matías, en guitarra eléctrica.
A primera escucha, las diez "canciones para tocar", como él las define, parecen simples, decorativas. Sin embargo, una escucha atenta de Confidence (donde vuelve a colaborar con el tecladista y productor Gustavo Montemurro) muestra un elaborado engranaje de ritmos a cargo del Negro y su viejo amigo Osvaldo Fattoruso, coloreados por texturas de un trío de bronces y la agresiva guitarra de Matías. Es latin jazz a la uruguaya. Cierta vez, Rada dijo que había una música para el corazón, otra para los pies y otra para la mente. Con Confidence parece haber alcanzado las tres cosas.
"Aparte de que no me considero un gran letrista, cuando me puse a escribir canciones nuevas sentí que estaba repitiéndome", dice. "Entonces me junté con Osvaldo (Fattoruso) y Montemurro y dijimos, ¿por qué no hacer un disco instrumental? Siempre quise hacer un disco así, en donde propongo ideas para que los músicos toquen."
Rada recuerda cada uno de los temas y los reinterpreta durante la entrevista, usando una mesa del hotel como tambor. Y mientras toca y tararea, rememora de dónde vinieron las ideas. Para "Al siete y medio pago", con su complejo ritmo de 7
8, la idea le llegó de "Fingers", una grabación de Airto Moreira, Ringo Thielmann y los hermanos Fattoruso (inspirada, a su vez, en "Dedos", grabada unos años antes por Rada con el grupo Tótem). En otros casos, Rada cita influencias más excéntricas. Para "Samba rusa", por ejemplo, acredita su inspiración a algunas escenas de Ben Hur.
"Le puse ese título porque es una samba de ritmo marcial", cuenta. "Osvaldo es el que se mueve mientras yo marco el ritmo."
Pese a la novedad, Confidence tiene un gran punto de referencia en la extensa y diversa carrera del uruguayo. Ningún crítico, ni el propio Rada, puede obviar los guiños del disco a Opa, el mítico grupo fusión de los Fattoruso y Thielmann, al que Rada se incorporó para el segundo álbum, Magic Time.
"¡Ojalá fuera Opa!", exclama. "Para llegar a Opa tendría que estar Hugo (Fattoruso). Yo compuse para aquel disco, pero fue Hugo quien embelleció mis canciones. Hugo y Osvaldo son para mí los mejores músicos del mundo. Mientras grabábamos Magic Time en Los Angeles, en el estudio de al lado estaba Billy Cobham, que venía a escucharnos y se volvía loco. Y un día fuimos a comer a la casa de Herbie Hancock; cuando llegamos estaba escuchando «Goldenwings» de Opa. Hancock es fanático de Hugo."
A falta de Hugo Fattoruso, Rada contó con Gustavo Montemurro para traducir sus ideas en sinfonías candomberas. La nueva banda, cuyo énfasis está puesto en la sección de bronces, se completa con Artigas Leal (trombón), Miguel Leal (trompeta), Santiago Gutiérrez (saxo) y Gerardo Alonso (bajo).
"Montemurro tiene un enorme talento para la armonización", dice. "Mientras estábamos haciendo Fan (el disco de covers con sus canciones favoritas de autores rioplatenses), yo le iba cantando melodías y él buscaba los acordes. Después nos metimos en Sondor para grabar las bases, a las que sumamos los bronces y finalmente a Osvaldo. Pero como digo, son canciones para tocar. Tratamos de hacer melodías como cortinas musicales. No pretendemos llegar a «Spain»", acota, e interpreta el tema de Chick Corea con redobles y scat.
-Hasta que llegaste a la Argentina a comienzos de los ochenta, tu música era mayormente instrumental. Después vinieron éxitos como "Ayer te vi" o "Blumana". ¿Qué se te dio por hacer temas pegadizos?
-Yo era un artista de elite. Pero aprendí mucho del grupo Blood, Sweat & Tears, que improvisaban bastante pero en sus discos siempre metían algún tema comercial. Pero siempre me gustó hacer canciones, como "Malísimo".
-Ese es un tema que grabaste en varias versiones; es una canción muy bella, que de algún modo te identifica…
-Cierto, es el mejor tema que hice y tiene una de mis mejores letras. La primera versión, del álbum Radeces, es un poco cuadrada. Mi favorita es la de Magic Time. Un poco antes, con Tótem, también hacía canciones, pero era un trabajo conjunto. Tocábamos y yo cantaba cualquier disparate que pareciera inglés. Lo mismo hacía Charly García. Después se escribía la letra.
-¿Cómo era la relación de Tótem con bandas uruguayas como Psiglo o Días de Blues?
-No nos querían. En esa época, los uruguayos y los argentinos rendían pleitesía a la música cantada en inglés. Aparte, nosotros hacíamos candombe rock, que les parecía mersa porque el candombe es de carnaval.
-El consenso es que el candombe rock lo inventaron vos y Eduardo Mateo en los años sesenta, cuando tocaban juntos en El Kinto…
-El Kinto fue lo más lindo de mi carrera; era una cajita musical (Rada canta extasiado "Muy lejos te vas"). La gente me dice, ¿te das cuenta de que ustedes fueron los creadores del candombe beat? ¡Y yo qué sé! Yo toqué eso porque me gustaba. No me hagan responsable del candombe ni de la música popular uruguaya, porque no inventé nada. Soy un negro loco al que se le dio por tocar. No soy un número uno. Número uno fue Zitarrosa; número uno fue Mateo: una bendición que mandó Dios al Uruguay. Mateo es nuestro John Lennon; es el creador de todas las pancadas de guitarra, de los juegos de armonía con ritmos de candombe… Fue un genio, al igual que Hugo Fattoruso. Gracias a ellos hay tanta buena música en Uruguay.
Las mil y una caras del "Negro" en sus discos
Pese a lo que dicta su desbordante carisma, Rada afirma que no le gusta ser centro de nada. Según él, Confidence es tanto el nombre del disco como el de su banda instrumental; un modo de salir del primer plano. Es que, como a tantos intérpretes de música negra, de Sun Ra a los artistas de hip hop (un caso extremo es MF Doom, el rapper que se maquilla como el personaje de Marvel), a Rada le gusta utilizar álter egos. De su faceta humorística (encarnaba a Otelo en el programa televisivo Telecataplum) surgió años más tarde Rubenrá, un superhéroe dispéptico que canta canciones infantiles. Pero su personaje más famoso es Richie Silver, bajo cuyo alias lanzó un disco de funk en 2006. "Richie fue real; era el seudónimo que usaba para cantar con los Hot Blowers, a fines de los cincuenta", dice sobre su primera agrupación, donde cantaba dixieland y rock’n’roll por fonética. "Una vez tocamos en una fiesta importante y una chica me pidió un autógrafo. Yo firmé Riggi, porque creía que era un nombre italiano. Tras ese papelón volví a llamarme Rubén Rada."
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