El legendario músico uruguayo vuelve a los escenarios porteños para revisitar su extenso repertorio y, además, lo hace de la mano de sus tres hijos
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Compositor, músico, cantante, crooner, con una obra fundacional que impulsó la evolución del candombe moderno, el legendario Rubén “El Negro Rada” tendió un puente entre la música popular y aquella más refinada, siempre rodeado de grandes músicos y un virtuosismo que le valió, entre muchos otros premios, un Grammy a la Excelencia Musical por su trayectoria artística en 2011.
A sus 80 años, luego de presentar una seguidilla de cuatro conciertos en el teatro Sodre de Montevideo con entradas agotadas, el próximo 10 de mayo desembarcará en Buenos Aires para brindar un concierto histórico en el Estadio Luna Park, donde recorrerá un amplio repertorio de canciones que grabó con El Kinto, la banda precursora del candombe beat que formó con Eduardo Mateo a mediados de los años sesenta, la etapa de Tótem y las canciones grabadas por Opa en los Estados Unidos durante los años 70, grupo de referencia para candombe jazz fusión, junto a los grandes éxitos de su etapa solista.
“Me acuerdo siempre de mi amigo Litto Nebbia, cuando le decían, Litto, tocá ´La Balsa’, y él decía ¡No, ‘ La Balsa’, no! Pero yo canto cualquiera, no tengo problema. Estoy muy contento porque en los shows del Sodre tuvimos un montón de músicos invitados, nos divertimos mucho, porque a los músicos no hay nada que les alegre más que tocar buena música. Y en el show recuperamos millones de años de buena música”, apunta a LA NACIÓN Rada al otro lado de la línea, desde Montevideo.
De origen humilde, se crio tocando candombe en la calle Cuareim del barrio Sur de Montevideo. Cuando tenía dos años, su padre abandonó la familia y tras esa situación, contrajo una tuberculosis que le duró hasta los cuatro años. En esta difícil etapa vivía en una pieza junto a su madre, sus dos hermanos, sus primos y sus tías.
Debutó en 1958 como vocalista del conjunto de jazz Los Hot Blowers, donde cantaba bajo el seudónimo de Richie Silver y desde entonces nunca más paró. “Tenía poco más de veinte años cuando llegué a Los Hot Blowers donde estaba Cacho de la Cruz, el actor cómico. También estaban los Fattoruso y tocábamos Dixieland, canciones de Louis Amstrong, de Benny Goodman. Canté “Georgia [on my mind”] por años y nunca supe la letra, hacía lo que podía con el inglés. Tocábamos en hoteles, en boliches y fiestas, pero era difícil. Tanto es así que después tuve que trabajar en televisión haciendo comicidad en Telecataplúm con Cacho de la Cruz y me la rebusqué un poco para ese lado porque solamente de la música no se podía vivir. ¿Sabés cómo terminó eso? Un día una piba me dijo: ‘Richie me encanta tu música, ¿me firmás un autógrafo? Y yo ni siquiera sabía cómo se escribía Richie Silver. Hice cualquier garabato. Entonces lo llamé a Cacho y le dije.’ Mirá Cacho, murió Richie Silver’. Duró un año”.
“Me volví un tipo respetado”
Un tiempo después, ya como Rubén Rada, su nombre creció al lado de aquellas tres bandas míticas del rock y la música uruguaya que marcaron la evolución del candombe moderno: El Kinto, Totem y Opa, esta última junto a los hermanos Osvaldo y Hugo Fattoruso.
“A diferencia del candombe tradicional que se toca con tres tambores [piano, chico y repique], yo tocaba con dos tumbadoras, que son tambores más relacionados a los sonidos de Cuba o Puerto Rico, y al principio fui muy criticado, me acusaban de desfigurar el candombe, me señalaban casi como un traidor a la patria. Pero en realidad, no llevaba más tambores porque si no, yo no cobraba nada. Hoy en día, no voy a ningún lado sin los tambores. Hasta Japón fui con los tambores porque podré tocar lo que quieras, pero los tambores son la bandera nuestra. Creo que con los años me volví un tipo respetado y querido por lo que he hecho por el candombe. Pero fue duro, en la Argentina y en Uruguay”, admite.
Así las cosas, en 1967 ingresó a El Kinto invitado por su líder, Eduardo Mateo, grupo fundacional de un sonido sin precedentes, en donde el candombe dialogaba con el rock y la influencia beatle, con las guitarras y otros instrumentos que fusionaron con el funk, el soul, el jazz, el tango, el pop. Nacía el candombe beat. Su música se introdujo en los Estados Unidos, al punto que en 1977 y 1978 emigró hacia allá y tocó con músicos importantes como Ray Barretto, la cantante brasileña de jazz Flora Purim o Hermeto Pascoal hasta desembarcar en Buenos Aires, donde vivió 12 años, tuvo sus tres hijos y fundó el grupo La Banda. A fines de los 90 se trasladó a México para desempeñarse como productor y arreglista y fue telonero de Sting y UB40 hasta que en 1995 regresó a Montevideo.
Con la música en la sangre
Así, a lo largo de su prolífica carrera, siguió apostando a la fusión del candombe con otros estilos musicales, aunque el resultado más sofisticado lo alcanzó con Magic Time, el álbum que grabó en 1977 invitado por Opa, el grupo de Hugo y Osvaldo Fattoruso y Ringo Thielmann, en donde grabó canciones memorables como “Montevideo”, “Mind Projects” y “Malísimo”.
Padre de tres hijos (Lucila, de su primer matrimonio con María Fernanda; Matías y Julieta, del segundo matrimonio con Patricia, su pareja desde hace 40 años), hoy se da el lujo de contar con sus hijos como integrantes de su banda, junto a Gustavo Montemurro (teclado), Nacho Mateu (bajo), Nelson Cedrés (batería), Lobo y Noe Nuñez (tambores), y hasta se permitió enseñarle unos pasos de candombe al mismísimo Mick Jagger, en la última visita de The Rolling Stones a Montevideo.
Así como Bob Marley hizo que la gente se enamore del reggae, El Negro Rada sueña con que la gente se enamore del candombe. Y sin dudas, el show del Luna Park será una noche inolvidable, llena de música y muchas sorpresas, para enamorar a cualquiera.
-¿Cómo es el trato con tus hijos arriba y abajo del escenario?
-Bueno, ellos son músicos, también son artistas y arriba de escenario yo los trato como músicos. Son personas que les gusta cumplir los horarios. Matías está trabajando más que nada como productor, organizando los ensayos, qué temas tocamos. Julieta y Lucila hacen las voces, en el show cada una canta también una canción como solista. Julieta está viviendo en Nueva York, haciendo un disco de candombes antiguos allá, con Leo Genovese, un músico excelente que el año pasado ganó un Grammy a mejor solo de piano. No siempre pueden venir, pero para este concierto quiero, deseo y espero que estén todos.
-Después de vivir en los Estados Unidos, en 1979 te mudaste a Buenos Aires, donde viviste 12 años. ¿Qué fue lo que más te gustó y lo que no te agradó tanto de vivir en la Argentina?
-Argentina me gustó siempre, tanto es así que me traje una mujer y tres hijos argentinos. Yo amo a la Argentina, es mi segunda casa.
-¿Cómo ves hoy al país?
-Pasa que es un momento en el cual la gente de afuera como yo, a pesar de que amo la Argentina, no puede opinar de lo que está pasando porque realmente no es el momento de hacerlo. Antes me metía y decía cosas, pero después me daba cuenta de que los músicos que hablábamos o decimos cosas después pagamos por algo que nosotros creíamos y no era así.
-Alguna vez dijiste que te gustaría llevar el candombe al mundo entero. ¿A qué atribuís que no se haya difundido tanto como otros ritmos latinos, como el reggae, la cumbia o la bossa nova?
-Porque venimos de un país muy pequeño, como Uruguay y si vos venías acá, solamente hay tres tambores en la calle, en los carnavales. Pero en las radios no se escucha candombe, se escucha rock, reggae o toda la música que pasan ahora. Y si vos no tenés respeto por tu música... Cuando viene un turista acá para encontrar un disco de candombe tiene que andar preguntando en la calle. No hay mucha gente que escucha el candombe, solamente en carnaval.
-Cumpliste 80 años, cuando mirás hacia atrás, ¿qué cosas quedaron pendientes?
-Pendientes casi ninguna porque he hecho de todo, desde jazz, blues, rock and roll, zamba, merengue, candombe, realmente no me quedan muchas cosas por hacer. Ahora me estoy juntando a grabar con distintos artistas, como hice en el último disco Candombe con ayudita de mis amigos, en donde hay un montón de músicos invitados como Julia Zenko, Adriana Varela, Fito Páez, Fernando Cabrera, José Luis Perales y Pablo Milanés.
-¿Y de cuáles te arrepentís?
-Me arrepiento de no haber estudiado música. No sé nada de música. Muchos músicos me dicen, si supieras música serías un catedrático rompe bolas como todos, quedate así me dicen, que así te fue bien. Pero a mí me hubiera gustado estudiar música porque cada vez que quiero componer, tengo que tener, como dicen los brasileños, un parceiro, juntarme con otra persona, una tecladista o alguien. Con todo y a pesar de que he sufrido mucho, pienso que fui un favorecido. Tuve tuberculosis de los 2 a los 4 años, quería jugar al fútbol y no podía y después me costó mucho, pero muchísimo, llegar a tener un nombre porque la música que hacía era tan variada que era difícil encasillarme, parecía que estaba engañando a la gente. Hasta que por fin apareció el término world music, y la gente entendió que lo que yo canto es la música del mundo. Siempre toqué la música como la quise tocar, sin ataduras.
PARA AGENDAR. Ruben Rada, 80 años. El próximo 10 de mayo, en el Estadio Luna Park. Las entradas se pueden conseguir en la boletería y en Ticketportal.
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